El pais
SUSCRÍBETE

"No creo que una constituyente sea una varita mágica": Navarro Wolf

El senador Antonio Navarro, uno de los creadores de la Constitución del 91, dice que no es oportuno llamar a una Asamblea Nacional dadas las condiciones políticas del país.

3 de julio de 2016 Por: Jessica Villamil Muñoz | Reportera de El País

El senador Antonio Navarro, uno de los creadores de la Constitución del 91, dice que no es oportuno llamar a una Asamblea Nacional dadas las condiciones políticas del país.

Un año después de que se firmara la paz con la guerrilla del M-19 se convocó a una Asamblea Nacional Constituyente que creó la Constitución Política de 1991. Fue mera coincidencia que una ola juvenil conformara la Séptima Papeleta, asegura el exdigirente de ese grupo revolucionario y ahora senador de la Alianza Verde, Antonio Navarro Wolf.

El político dice que a diferencia de lo que ocurre actualmente con las Farc, su movimiento jamás la exigió. Sostiene que esa fue una experiencia “irrepetible” porque no participaron los políticos tradicionales, hubo independencia y esa situación permitió, entre otros logros, la eliminación de raíz del bipartidismo y la modernización de Estado.

Agrega que  aunque es necesario hacer algunas reformas a la Carta Magna, Colombia  no está preparada para enfrentar una Asamblea Constituyente porque sería elegida con la misma “mermelada” con la que se eligió el actual Congreso de la República. 

Así las cosas, no hay condiciones para que una Constituyente llegue con toda la independencia de poder de reformar, de verdad, la política, los partidos y las elecciones. 

En diálogo con El País, Navarro sostiene que una constituyente no es un mecanismo o una varita mágica que resuelva los problemas actuales del país.

25 años después, ¿cómo analiza la Carta Política que se gestó bajo su copresidencia en la Asamblea Nacional Constituyente del 1991?

Lo primero que debo anotar es la importancia de los cambios en las instituciones que se produjeron en 1991. Es algo que no puede perderse de vista. Cito algunos de los más importantes: se cambió la residencia de la soberanía de la Nación al Pueblo. Se definió a Colombia como un Estado Social de Derecho, con una  Carta de Derechos y mecanismos para su defensa y aplicación, siendo la Tutela y la Corte Constitucional los más importantes. Se acabó con la vigencia casi permanente del Estado de Sitio que había sido la anormalidad normal desde 1948. Se puso fin a la fragilidad del sistema inquisitivo con jueces atropellados por los mafiosos y delincuentes y se creó la Fiscalía General de la Nación. Se consolidó la descentralización, estableciendo la elección de Gobernadores y la transferencia de recursos a las entidades territoriales automáticamente, dando prioridad a la inversión en educación y salud. 

Se le dio mayoría de edad y un tratamiento de discriminación positiva a los indígenas. Se creó un régimen especial para los afrocolombianos. Se puso fin definitivo al bipartidismo cerrado y cerrero que imperaba desde 1850. Se le quitó al Presidente la potestad de imprimir papel moneda, al dar autonomía al Banco de la República. Se definieron mecanismos de protección al medio ambiente, adelantándonos a los desarrollos de los últimos años. Se definieron mecanismos de democracia participativa,  poco usados hasta ahora. Se estableció un Estado con garantías para todos los grupos religiosos.  Dimos un largo salto adelante. Hoy, 25 años después, la mayoría de esos logros siguen vigentes.

¿Qué aspectos cree que se hubieran podido incluir y en su momento no fueron tomados en cuenta?

Creo que lo más importante que se omitió fue haber obligado a que todos los partidos presentaran listas únicas cerradas. El no hacerlo permitió la continuidad del clientelismo y la compra de votos.

¿Y qué opina sobre lo que se ha cambiado hasta hoy?

Hay cosas que se han hecho bien. Entre las reformas hay unas buenas, unas  malas y unas innecesarias. Sí ha faltado interpretación por ejemplo, a la democracia participativa. Teníamos mucha esperanza en que la democracia participativa reemplazara de manera significativa a la democracia representativa y sin embargo,  eso todavía no se ha vuelto realidad y  no se han aplicado casi ninguno de sus mecanismos  y en  ese sentido no hemos avanzado lo que queríamos. 

¿De esas reformas a la Constitución, cuáles son las malas, por ejemplo?

¡Ave María por Dios! Son 42 las reformas. De manera que no nos pongamos en esas... paso en este tipo de análisis.  No me quiero poner de juez con cada una de ellas.

Pero usted es autoridad en este tema por haber sido copresidente de la Asamblea...

De las reformas malas, podemos decir que las que han debilitado la descentralización, las que definieron un régimen de partidos y un Consejo Nacional Electoral conformado por las mayorías en el Congreso de la República en vez de una autoridad independiente. Buenas, las que distribuyeron de manera más equitativa las regalías y limitaron la dispersión de la política estableciendo un umbral.

¿Cómo ha visto el papel de la Corte Constitucional en estos 25 años?

Ha habido  un buen papel para conservar, interpretar y desarrollar la Constitución, pero sinceramente sus decisiones recientes  sobre la reforma llamada ‘del equilibrio de poderes’ generan preocupación sobre si ha sobrepasado los límites y le está quitando facultades al Congreso de la República. Ello obliga a pensar seriamente en alternativas de curso de acción para que se practique un real respeto para las funciones de cada rama del poder público.

¿Entonces usted está de acuerdo con otros congresistas en que  llegó el momento de hacer otra Asamblea Nacional Constituyente? 

Es que la Constitución de 1991 es difícil que se vuelva a repetir. Es decir, la constituyente no existía en el estamento institucional colombiano, la constituyente fue producto de dos cosas: una,   de la Séptima Papeleta, que  fue un movimiento estudiantil espontáneo y dos, la paz que se firmó con el M-19. Esas dos cosas confluyeron a que hubiera una constituyente inédita y sin ningún  antecedente. Realmente fue una  constituyente originaria. Diría que sí va siendo tiempo de asambleas constituyentes parciales, pero ya en el marco establecido por la Constitución colombiana que permite hacerla si las convoca una ley del Congreso de la República   y con temas específicos. No estamos todavía, ni en unos años,  en el momento de pensar que  se necesite una nueva Constitución. 

En su momento, el M-19 alcanzó una representación amplia en la Asamblea Nacional Constituyente. Las Farc han estado insistiendo en este tema en el transcurso de los diálogos de paz, ¿usted  cree que puedan contar con una participación importante en caso de que se convoque a un nuevo proceso?

Nosotros no exigimos la Asamblea Constituyente en el 91, coincidimos con ella. Y la volvimos una posibilidad real, pero hoy estamos en una situación distinta para negociar una Asamblea Constituyente y después del desarme podría haber una decisión de esa naturaleza y tendrán buena posibilidad de participar, pero es imposible predecir el apoyo público que  tengan las Farc. ¡Amanecerá y veremos!, dijo el sabio.

¿Les sorprendió el respaldo que recibieron los integrantes del M-19 en la elección de los constituyentes?

Me sorprendió el respaldo tan grande que recibimos. Nosotros, por ejemplo,  invitamos a Francisco Maturana a que hiciera parte de la lista, él era entrenador de la Selección Colombia y lo ubicamos en el renglón 19 y precisamente ese fue el número de elegidos que tuvimos. Fue una votación alta, que estuvo muy ligada al apoyo que le dio en aquella época la sociedad a la paz del M-19. Tuvimos un millón de votos, nos sorprendió, pero nos dio una gran responsabilidad.

¿Buscaría nuevamente participación para integrar el grupo que cambie la Carta Política del país?

Decir si uno quiere o no participar en una constituyente sin saber de qué se trata, con un temario limitado, es precipitado. Pero a  mí, por supuesto me interesa mucho.

¿Usted cree que el país está preparado para enfrentar un proceso para elegir a los integrantes de una Asamblea Constituyente? 

La experiencia de 1991 es irrepetible. Pero asambleas constituyentes con temarios limitados y convocadas por ley, vendrán seguramente en el futuro próximo. Lo que sí hay que decir es que la corrupción y las reformas electorales son un tema complejo. ¿Si una asamblea constituyente es elegida por la mermelada, cómo cree usted que  va a cambiar la manera de  elegir las personas en Colombia? No se puede hacer política de ficción, mejor dicho.

¿Es decir, que con las actuales condiciones políticas del país, lo que se cambie, no cambiaría para bien?

Si usted hoy le pide al Congreso de la República que elimine el voto preferente, no va a poder. Y si elige una Constituyente que quede conformada por los actuales congresistas, tampoco lo van a hacer. Mucha gente piensa que una futura constituyente puede ser como la del 91, pero esa es irrepetible. En ese proceso no participaron los políticos tradicionales que no sabían para que servía y la desestimaron, entonces hubo una independencia que no va a tener una constituyente elegida por los métodos actuales de la política en Colombia. Creo que si logran hacer la reforma electoral por constituyente y elegimos  una Constituyente igual al Congreso actual, no se van a producir resultados en la dirección correcta.

¿O sea que la solución sería quedarnos como estamos?

No señora, todo lo contrario. No he hecho más que hacer intentos para encontrar soluciones, pero no creo que la constituyente sea un mecanismo mágico, que sea  una varita que lo resuelva todo,  depende de cómo se conforme, cómo se elija y en qué momento histórico se haga. Pero por ser Constituyente no va a resolver problemas  que han trascendido porque tienen la posición de unos mecanismos de funcionamiento que en este momento  no son posibles en verdad.

AHORA EN Colombia