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Recientemente miles de ciudadanos venezolanos intentaban cruzar, desde Colombia, la frontera hacia Ecuador. | Foto: Médicos sin fronteras

Migrantes venezolanos: rostros de unas vidas en suspenso

Muchos venezolanos que han llegado a nuestro país han tenido que pasar por múltiples dificultades, sobre todo, en los servicios de salud.

2 de septiembre de 2019 Por: Redacción de El País 

Según la Acnur, cerca de cuatro millones de venezolanos han huido en los últimos años de su país por cuenta de la crisis económica y política.

Alrededor de 1.5 millones han migrado a Colombia y cerca de 600.000 de ellos se han asentado en los departamentos fronterizos de La Guajira, Norte de Santander y Arauca.

En estos lugares la vida no es fácil para ellos. La falta de oportunidades de empleo estable los empuja al rebusque y a la informalidad, y esa vulnerabilidad se expresa en que miles de ellos se ven obligados a vivir en lugares sin acceso a agua potable y alcantarillado.

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A esto se suma la dificultad para acceder a servicios de salud, más allá de las urgencias, los partos y la vacunación. Estos son algunos de los rostros y las historias de esta tragedia silenciosa.

Mairen Anaya

“Mi nombre es Mairen Anaya, tengo 19 años y vengo de Casigua, en el estado Zulia. Estoy aquí porque en Venezuela no hay medicinas, ni un médico que nos atienda bien. Tengo 5 meses de embarazo, y desde hace días estaba enferma y fui al médico y me atendieron, pero de mala gana,
y me dijeron que no tenía nada. Como me seguí sintiendo mal me vine para acá porque me dijeron que nos atendían gratis a los venezolanos. Le dije a mi cuñada que me acompañara y como no teníamos plata nos vinimos pidiendo cola (gratis). Alcanzamos a coger el turno y el
doctor de Médicos sin fronteras (MSF) me atendió y me dijo que tengo una infección, me dio unos medicamentos y también vitaminas, y me dijo que tengo que regresar en unas semanas para hacerme un control”.

Marilyn Díaz

"Mi nombre es Marilyn Díaz, llegué a Tibú hace año y medio, conocí a Médicos sin fronteras porque me comentaron que había una jornada de atención a venezolanos, me acerqué porque tenía malestares físicos y porque el niño casi no comía. Llegué en la mañana y tuve que esperar a la
tarde, pero me atendieron y al niño también. Él estaba mal de peso, le dieron cremitas (plumpy nut) y lo pusieron en control, primero cada semana y luego cada quince días. Afortunadamente ya está mucho mejor", precisó. 

"Cuando vinimos por primera vez a MSF yo estaba embarazada, me hicieron la prueba y me dieron medicamentos y vitaminas. También me dijeron que tenía que venir a control. Hace tres días di a luz y vine hoy para que me pusieran un anticonceptivo. El parto lo atendieron acá
en el hospital, todo salió bien aunque otros venezolanos me metían miedo, me decían que no me iban a atender, que debería irme a Cúcuta porque acá me iban a dejar morir porque no atienden a los venezolanos. Yo tengo el PEP (Permiso Especial de Permanencia), pero el Sisbén
(seguro de salud) está en trámite. Entonces cuando me dieron los dolores de parto me vine para urgencias y afortunadamente me atendieron rápido y todo salió bien", concluyó. 

Marimelda Gelvez

“Yo me llamo Marimelda Gélvez, tengo 75 años, nací en Colombia pero me fui muy joven a vivir a Venezuela. Sufro de hipertensión. Antes mi hija me enviaba dinero para comprar el  medicamento allá en Venezuela, pero hace más o menos un año me tocó a mí también venirme para Colombia porque la situación allá estaba muy dura. Luego mi hija me dijo que ya no le alcanzaba para comprarme el medicamento y acá para que a uno lo atiendan en el hospital es muy difícil, y eso que tengo cédula colombiana. Le dicen a uno que le toca inscribirse en un registro y esperar cuatro meses para que le aprueben la inscripción. Un
vecino me contó que en MSF ayudan con las medicinas y vine a ver si me ayudaban porque casi no puedo salir de la casa por los dolores de cabeza tan fuertes que me dan.

Afortunadamente el médico me atendió y me dijo que tenía la tensión muy alta, me dio el medicamento y me dijo que regresara cuando se terminara para entregármelo nuevamente”.

Liziani Cubillán y Jesús Apalmo

“Mi nombre es Liziani Cubillán y mi esposo se llama Jesús Apalmo. Hace dos meses y medio llegamos acá a Tibú por culpa de la crisis económica que hay en Venezuela. Yo llegué a este país muy mal, llegué con un dolor que nunca había sentido, como si fuera a tener un bebe y yo solo pensaba: Dios mío, no me puedo enfermar acá porque me han dicho que la salud es costosa, me voy a convertir en una carga. Sin embargo, los familiares que nos recibieron nos comentaron que MSF tiene un programa de salud para los migrantes. Así que al otro día me vine para la consulta y el doctor me dijo que el dolor era por el estrés que me estaba
generando la situación, me dio unas pastillas y afortunadamente me he sentido mucho mejor. Luego me tocó volver con mis dos hijos porque les dio una alergia a causa de las picaduras de los mosquitos. Acá me los volvieron a atender y gracias a Dios por ahora todos estamos bien”.

Fredy Flores

“Mi nombre es Fredy Flores, tengo 62 años y vivo en Tibú hace año y medio. Allá sabía muchas artes, era pintor, albañil y conductor, pero a raíz del accidente no volví a conseguir trabajo. Entonces un hijo mío que se había venido antes me dijo que me viniera y acá estoy. No ha sido fácil, vivo en un ranchito que me dieron a cuidar y como en el comedor para migrantes que hay en el barrio. Vine a MSF a buscar tratamiento para una alergia que me da por el calor, me trataron muy bien e incluso están buscando la manera de conseguirme una prótesis. Ojalá se me dé el milagrito para poder volver a trabajar”.

Yamileth Gómez

“Soy Yamileth Gómez, tengo 30 años y vivo en Seboruco, estado Táchira. En enero de este año me diagnosticaron hipotiroidismo y desde entonces sufro mucho por mi enfermedad porque allá no se consigue el medicamento, a menos de que uno lo compre, pero la verdad es muy
costoso y se me sale de las manos. Mi enfermedad se ha ido agrandando, me cuesta tragar, me cuesta hablar, me dan dolores de cabeza, me da taquicardia, cansancio, depresiones, me da mucho ardor en los ojos, me altera el sistema nervioso, en fin, me ha cambiado la vida. Cuando
escuché de MSF tomé la iniciativa de venir pidiendo cola (gratis) porque no tengo pesos para pagar el pasaje. Llegué acá y me atendió el doctor, me habló de la posibilidad de tener el medicamento a través de otra organización. Ojalá se pueda, tengo muchas ganas de que me
ayuden”.

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