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La guerra con Venezuela es un imposible: ex canciller Paredes

Un conflicto con el vecino país, asegura el ex canciller Julio Londoño Paredes, “sería una irresponsabilidad que las generaciones venideras nunca nos perdonarían”.

15 de agosto de 2010 Por: Margarita Vidal

Un conflicto con el vecino país, asegura el ex canciller Julio Londoño Paredes, “sería una irresponsabilidad que las generaciones venideras nunca nos perdonarían”.

Aceptó entrar a la política activa como fórmula vicepresidencial de Sergio Fajardo y, aunque trabajó con el entusiasmo y las ganas que le pone a todas sus empresas, entendió que no era lo suyo y descartó cualquier nueva incursión en el futuro, porque Julio Londoño Paredes se mueve como pez en el agua en las grandes peceras diplomáticas, en la geopolítica mundial, en el candente tema de fronteras y delimitaciones, en las profundas y conflictivas áreas marinas y submarinas del país y en las espinosas gestiones que buscan desmontar conflictos, como la dilatada guerra contra la insurgencia colombiana.Como vicecanciller fue clave en las negociaciones del Grupo de Contadora, y era canciller del presidente Barco cuando manejó con pericia la crisis de la corbeta Caldas, que nos tuvo a milímetros de una guerra con Venezuela. También había intervenido exitosamente en otros temas bien espinosos como el Concordato y el ingreso a Los No Alineados. Fue Embajador en la OEA, en la ONU y en Cuba, donde obtuvo el respaldo de Castro para el inicio de diálogos con el ELN.Londoño es estudioso, lector insomne, exigente y disciplinado al extremo. Adelanta sus tareas con sobriedad y discreción y es un experto en el arte de la diplomacia y la negociación. Es amante de la música culta y de su familia y trota diez kilómetros diarios para mantener en forma su figura de asceta. Es un hombre frugal y amable, dueño de un trato exquisito, que no refleja la férrea disciplina militar en que se formó y que lo llevó a ser Oficial de Artillería y geógrafo. Es quien más sabe de Historia, de tratados, de áreas marinas y submarinas, de límites y fronteras terrestres, no sólo de Colombia, sino de buena parte del planeta, porque conoce la importancia de los movimientos y retos de la nueva geopolítica mundial.Nos quedamos un poco sin habla ante la velocidad con la que Chávez aterrizó en Bogotá y ante la posibilidad de normalizar las relaciones diplomáticas y el comercio con Venezuela. ¿Cómo analiza este hecho desde el punto de vista diplomático y económico?Había una gran expectativa nacional y hemisférica sobre la normalización de las relaciones entre los dos países. El tema se habíaconstituido, incluso desde la campaña presidencial, en uno de los aspectos centrales de la eventual acción del nuevo gobierno. El presidente Santos salió rápidamente al paso y Chávez recogió el ofrecimiento.Como hemos visto en este tema, en un solo segundo se hacen humo relaciones, negociaciones y acuerdos. Y, conocida la singular idiosincrasia de Chávez, le tocará a Santos manejar esas relaciones con pinzas y como pisando huevos. ¿Qué le dice su larga experiencia como diplomático?Si las relaciones entre Colombia y Venezuela han estado sujetas a frecuentes altibajos, las relaciones con Chávez han sido de “montaña rusa”. Desde Bolívar hasta nuestros días ha habido momentos de afecto, amistad y armonía y también de odios profundos. Pero Colombia y Venezuela están “condenadas” a concertar. Como nosotros no escogemos los mandatarios de los países vecinos, tenemos que entendernos con los que han sido elegidos en sus respectivos Estados. Exactamente lo mismo le pasa a los vecinos con respecto a nosotros.Si fuera nuevamente canciller, ¿cuál sería su estrategia?Siempre he criticado la costumbre de algunos ex funcionarios, ex militares, ex…ex…que cuando son relevados de sus funciones comienzan a dar pautas de lo que se debe hacer o evitar y que en muchas oportunidades ellos mismos no adoptaron cuando desempeñaban sus respectivos cargos. Le tocó manejar el tremendo embrollo de la corbeta Caldas (Gobierno de Lusinchi), de modo que una guerra con Venezuela tampoco es que se pueda descartar de tajo, ¿no cree?La guerra con Venezuela es un imposible. Tendría un efecto desolador del cual ni Colombia ni Venezuela podrían recuperarse en un siglo. Sería una irresponsabilidad que las generaciones venideras nunca nos perdonarían. El epílogo del conflicto que hubo en el año 1987 fue bastante curioso. Subió Carlos Andrés Pérez a la Presidencia y constituimos con Venezuela todo lo que después logramos en comercio, relaciones fronterizas, comisiones de vecindad y reuniones entre mandos militares. Hubo un vuelco en las relaciones entre los dos países después de pasar un momento absolutamente crítico. Es de desear que ahora ocurra algo similar.¿Como cuando una pareja se tira los trastos a la cabeza y luego vive una ruidosa reconciliación y queda esperando niño?Risa. Exacto.¿Y cómo le pondremos al bebé que tengamos con Venezuela?Discreción. Es de esperar que, dados los primeros pasos con la visita del presidente Chávez su lenguaje se normalice y se modere. Yo creo que eso es lo que espera la gente en Venezuela y en Colombia, donde se habían cerrado filas en torno al presidente Uribe.Sí, el lenguaje de Chávez era muy subido de tono. Procaz, para decirlo de una vez, pero también hay que recordar que Uribe le tiró la puerta en la nariz cuando estaba colaborando en la liberación de rehenes por parte de las Farc. Ahora parecen regresar el lenguaje diplomático y la negociación política que usted valora tanto.Yo creo que esa es la vía, el medio de aproximación y de concertación. Es que la diplomacia de micrófono tiene que dar paso a la concertación y el diálogo entre los estados ahora que se han tendido los puentes para ese efecto y, por qué no, a implementar una nueva estrategia general y un nuevo marco en las relaciones.¿Cuál es el modus operandi para restablecer las relaciones?Creo que lo se está haciendo es lo correcto. Comisiones para tratar los diferentes problemas que se afrontan en las relaciones entre los dos países; diálogo entre los Cancilleres, Ministros de diferentes ramas, mandos militares, autoridades de los departamentos, municipios y estados fronterizos, entre los empresarios y dirigentes cívicos a ambos lados de la frontera. A Uribe lo critica un sector por armar el tierrero con Venezuela por el tema de la presencia de las Farc en su territorio y opinan que debió dejárselo a Santos. Hoy se habla de un “plan concertado” y que Santos hizo moñona, ¿qué opina?Allí hay tres temas importantes. Por una parte, era conocido, de años atrás, la presencia de miembros de las Farc y del ELN en Venezuela. Eso lo sabíamos todos. La segunda consideración es que precisamente, el presidente Santos era Ministro de Defensa, y la tercera es que el doctor Gabriel Silva, ministro de Defensa que hizo la revelación por parte del gobierno, es persona muy cercana al actual mandatario. Pero no me atrevo a asegurar que el doctor Santos conociera esa decisión o no, porque eso es reserva del sumario precisamente, y prefiero no avanzar más porque corro el riesgo de equivocarme.Bueno… vuelve a surgir el diplomático. Como embajador en Cuba tuvo que moverse frente a un régimen dictatorial, peor que el de Chávez.. ¿Cuál es el ABC diplomático en esas circunstancias?Existe un principio fundamental: la no injerencia en los asuntos internos. Cuando un país cualquiera se cree con el derecho de imponer pautas y modos de gobernar en otro Estado, necesariamente se marcha hacia el conflicto. Cuba ayudó con entusiasmo en el proceso de paz por solicitud de Colombia, tanto durante la administración Pastrana, como durante el gobierno de Uribe.Aparte del comercio, ¿qué se rescata con el restablecimiento de relaciones con Venezuela?El sólo encuentro entre los Jefes de Estado, tuvo un efecto sedante que se ha percibido en las zonas fronterizas de los dos países. Muy importantes, los compromisos públicos y solemnes del presidente Chávez sobre el no apoyo ni tolerancia a grupos armados de cualquier índole en territorio venezolano.Fue Embajador en la OEA. Muchos dicen que hay que reformarla. ¿Lo cree así? ¿Y según su experiencia, cuáles serían esas reformas?Siempre se ha hablado de reformar la OEA no obstante que se le han introducido repetidas reformas. Sin embargo el principio fundamental que prevalece es que la OEA es y será lo que los gobiernos quieren que sea. Naturalmente que las condiciones y la proyección del Secretario General de la Organización, tienen una influencia muy importante. Como vicecanciller y embajador en Panamá su intervención fue clave para las gestiones del Grupo de Contadora. ¿Qué aspectos de esa negociación podrían aplicarse en el conflicto colombiano?Pienso que el caso colombiano debe solucionarse entre los colombianos. Las intervenciones no solicitadas de otros Estados, de organismos internacionales e incluso de personas o de organizaciones diversas tienen un efecto indeseable y no han tenido ni van a tener éxito.Como embajador en Cuba lideró las conversaciones con el ELN. ¿Qué falló esta vez?Varias veces estuvimos al borde del acuerdo y otras tantas en último momento el ELN se “echó para atrás”. La impresión que tengo, es que, por una razón o por otra, no hubo la suficiente decisión y la visión política de ese movimiento para llegar al acuerdo. Como embajador en la ONU le correspondió la presidencia de los No Alineados. ¿Cuál es la relevancia de ese organismo hoy y para qué sirve?El Movimiento, aunque ha perdido la influencia y el papel estelar que tuvo cuando Colombia ejerció la Presidencia, ocasionalmente constituye “la otra parte” frente a los intereses de las grandes potencias y a determinados aspectos de la agenda internacional. Su participación en el campo de las Naciones Unidas debe a mi juicio preservarse.¿Qué tan cierta es la supuesta “inoperancia de la ONU”, para intervenir en los grandes conflictos del mundo?La ONU ha actuado y sigue actuando en muchos conflictos en diversas partes del mundo. Pero cualquier intervención debe contar con el visto bueno del Consejo de Seguridad en donde tienen asiento los cinco Estados con poder de veto: si los intereses de cualquiera de ellos pudiera verse directa o indirectamente afectados en una eventual intervención, ésta no se lleva a cabo. ¿Cómo describiría la situación de Haití? ¿Deben los países ricos apersonarse de una solución definitiva? ¿La cree posible?La situación de Haití siempre ha sido crítica. Ahora después del terremoto, es un caos. Naturalmente que toda la comunidad internacional, es especial los países ricos deben contribuir a su recuperación. Pero Haití ha adolecido por décadas de la corrupción, del caudillismo, del interés personal de algunos de sus líderes por encima de los intereses nacionales. Esos problemas deben superarse, al menos en alguna medida, para que las soluciones prevalezcan.¿Qué destacaría del trabajo diplomático con Ecuador para restablecer relaciones después del bombardeo en Angostura?La ‘Hoja de Ruta’ que se propuso sacar adelante el canciller Bermúdez y el interés constante del presidente Uribe en ese sentido. Ahora con la entrega de los computadores de Raúl Reyes por parte del presidente Santos, la aproximación se hace aún más evidente. Pero naturalmente, las acciones de la justicia ecuatoriana contra el actual mandatario colombiano y contra los mandos militares, no obstante que no tengan efecto práctico alguno, enrarecen las relaciones bilaterales. Es de esperarse que esta situación sea finalmente superada.Usted sabe de geopolítica como ninguno. ¿Qué papel podría jugar Colombia en los ámbitos interamericano y mundial?Colombia ya ha desempeñado ese papel. Lo hizo en el marco del proceso de Contadora para la solución de la crisis centroamericana, que salió de su iniciativa. Fue igualmente artífice del Pacto Amazónico y luego fue el gran impulsor del Grupo de Río y -como señalé- tuvo un papel fundamental cuando ejerció la presidencia del Movimiento No Alineado. Creo que se deben aprovechar todos los escenarios políticos con ese propósito: Colombia tiene una posición fundamental en el hemisferio. Muchos creen que el método antidrogas utilizado en la región no ha dado los resultados esperados y que Colombia tiene autoridad moral, como víctima de este comercio, para liderar la búsqueda de nuevas estrategias. ¿Lo cree así?La lucha contra las drogas en el mundo evidentemente no ha dado los frutos deseados. Hace algún tiempo los ex presidentes Gaviria, Zedillo y Cardoso hicieron un importante pronunciamiento sobre el particular. También la administración del presidente Obama ha hecho un giro al respecto. El flagelo de la droga es el telón de fondo del conflicto en Colombia; por lo tanto debemos estar siempre muy alertas frente a este problema. ¿Cómo podría Colombia profundizar y extender sus relaciones con Europa, India y China?Creo que deben continuarse dinámicamente los esfuerzos realizados por la Administración Uribe, pero no circunscritos exclusivamente al aspecto comercial, sino darle un fuerte impulso al campo político. Pasemos al tema del litigio con Nicaragua. Usted nos representa frente a la Corte Internacional de Justicia en La Haya. ¿En qué estamos actualmente?Ante todo es bueno tener en cuenta que ya hubo un fallo de la CIJ, expedido en 2007, que reconoció dos elementos sustanciales. Primero, que el Tratado Esguerra Bárcenas de 1928 es un tratado válido y vigente. En segundo lugar, que el Archipiélago de San Andrés es de Colombia. Nada menos, los dos puntos que venía controvirtiendo Nicaragua desde hace más de 50 años. La Corte está estableciendo ahora dos cosas: primera, cuál es la conformación en sí del Archipiélago, porque se habla de las islas de San Andrés y Providencia y Santa Catalina, pero no se especifica en el Tratado cuáles son los Cayos que hacen parte de ese archipiélago. La otra parte es cuál es la delimitación marina entre los dos países.¿Cuál es la disputa que subsiste?Simplemente, que nosotros habíamos venido sosteniendo que el Meridiano 82, era el límite entre los dos países y que si no era el 82, que era una línea transaccional, debía trazarse una línea media entre el Archipiélago de San Andrés y las islas y cayos nicaragüenses. La Corte está definiendo cuál es esa línea de delimitación, con dos posiciones de las partes, y la conformación del archipiélago también la está estudiando la Corte, así como nuestros argumentos.¿Entonces en cuanto a nuestra soberanía el caso se ganó?Así es, porque teníamos una documentación impresionante y unos argumentos fundamentales. Usted también está al frente del caso con Ecuador en el caso de su queja por las aspersiones con glifosato en la frontera. ¿Cómo vamos ahí?Más que técnico ese caso es político porque fue una consecuencia de la acción del ejército y de la policía sobre Angostura, pero en todo caso Ecuador presenta su memoria, Colombia presenta su contra memoria y se ha dejado de hacer aspersiones por orden del presidente, desde febrero de 2007, en una franja paralela de diez kilómetros a lo largo de toda la frontera, que es perfectamente suficiente y fue pedida por Ecuador, que no puede -ni podrá- demostrar en forma fehaciente un solo daño sobre la salud de sus habitantes, ni sobre su fauna y flora, ni sobre el medio ambiente, a consecuencia de las aspersiones que se realizaron antes de 2007 en territorio colombiano.Queda vigente el tema de la orden de captura contra el presidente Santos.El gobierno colombiano ha señalado reiteradamente que la acción de Angostura fue un acto de Estado y por lo tanto no hay responsabilidades de carácter individual, de acuerdo al Derecho Internacional. Si Ecuador quiere puede demandar a Colombia por la acción y Colombia tendrá sus argumentos para referirse a la presencia, la aceptación o la omisión, de las autoridades ecuatorianas sobre la presencia de guerrilleros colombianos en su territorio. Las relaciones entre los dos países están avanzando hacia un nuevo diálogo, una nueva concertación, que todos, allá y acá, esperamos culmine bien.

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