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Jaime Daniel Atehortúa, el ingeniero residente del Túnel de la Línea que entraría en operación en mayo próximo. | Foto: Bernardo Peña - El País

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¿Hay luz al final del túnel de La Línea?, así van los trabajos de la esperada obra

Según el Invías, el resto del proyecto, llamado Cruce de la Cordillera Central y que comprende otros 23 túneles cortos, 31 viaductos y tres intercambiadores viales a lo largo de 30 kilómetros de carretera, estaría listo en diciembre.

26 de enero de 2020 Por: Santiago Cruz Hoyos, editor de Crónicas

En la mañana del 21 de enero de 2020, cuando el paro nacional comenzaba a ser noticia en Colombia, a las afueras del Túnel de la Línea dos obreros trabajaban colgados con arneses en la montaña. Al fotógrafo Bernardo Peña le pareció una escena digna de ser esculpida por un artista. Cuando se inaugure la obra – supuestamente en diciembre de 2020 – en alguna parte de la carretera tendría que levantarse un monumento que recuerde a los obreros que se atrevieron a enterrarse en las profundidades de la Cordillera Central hasta atravesarla.

– Cuando se empezó a perforar la montaña ni siquiera entraban los perros. No se veía nada, no se distinguía si se estaba de día o de noche. Algunos obreros trabajaron su primera jornada y no volvieron. El Túnel de la Línea no es para claustrofóbicos – decía Jaime Daniel Atehortúa, el ingeniero residente de la obra, mientras algunas cuadrillas se encargaban de dejar listas las redes eléctricas de ese orificio gigantesco que les ahorrará a los conductores que se dirijan desde el Valle del Cauca hacia Bogotá la ascensión hasta el Alto de la Línea.

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En el Túnel de la Línea nadie pareciera estar enterado de paros y protestas. Adentro no es posible sintonizar ninguna emisora. No hay señal. Tampoco tiempo como para escuchar las noticias. Se trabaja las 24 horas, siete días a la semana, en tres turnos de 8 horas que por lo regular se extienden un par más para intentar cumplir con el compromiso asumido por el Instituto Nacional de Vías, Invías: en mayo de 2020 el túnel principal, de 8,6 kilómetros, y las obras complementarias que requiere para conectarlo con la carretera, deberá estar habilitado.

En el túnel aún faltan 500 metros de pavimento y las obras de ventilación, señalización e iluminación.

El resto del proyecto, llamado Cruce de la Cordillera Central, y que comprende otros 23 túneles cortos, un túnel de rescate paralelo al túnel principal, 31 viaductos y tres intercambiadores viales a lo largo de 30 kilómetros de carretera, estaría terminado en diciembre.

Cuando eso suceda, el principal puerto de Colombia, Buenaventura, se conectará con el Eje Cafetero y Bogotá en dobles calzadas.

Así las cosas, los conductores que se dirijan a la capital desde el Valle del Cauca tomarán la carretera actual, en el intercambiador Versalles ubicado en Calarcá, Quindío, pagarán un peaje, e ingresarán al túnel principal que atraviesa la Cordillera Central.

Los carros que regresen de Bogotá hacia el Valle no ingresarán al túnel principal (para ello se debería hacer un túnel paralelo al actual), pero ingresarán al intercambiador Bermellón ubicado en el Tolima, un poco después de Cajamarca, realizarán el ascenso hasta el Alto de la Línea, y al descender tomarán una vía nueva.

En ambos casos, quienes se dirijan de Buenaventura a Bogotá o viceversa, lo harán en carreteras de un solo sentido, lo que aumentará la velocidad a 60 kilómetros por hora y se reduciría la accidentalidad en un 75%.

De momento la carretera es estrecha y de doble sentido, y por allí viajan 7.000 vehículos al día, la mayoría de carga. Aquello hace que intentar un adelantamiento sea como jugar a la ruleta rusa. La velocidad la impone la tractomula más lenta: 18 kilómetros por hora.

“El proyecto genera un ahorro en recorrido de 15 kilómetros entre Calarcá y Cajamarca. También disminuyen los tiempos de viaje (90 minutos para los vehículos de carga y 30 minutos para el tráfico liviano), entre Cajamarca y Calarcá”, dice un informe del Invías.

En la oficina del Invías en Armenia, ubicada en el segundo piso del Centro Comercial Baleares, el director técnico del Instituto, Guillermo Toro, y el director territorial, Alfonso Meza, convocaron a una rueda de prensa en la que anunciaron el cierre nocturno de la carretera entre Calarcá, Cajamarca e Ibagué, a partir del lunes 27 de enero de 2020.
Es la única manera, explicaron, de adelantar las obras que permitirán tener listo el Túnel de la Línea en mayo, y el resto del proyecto en diciembre.

El cierre de la carretera será de lunes a jueves, entre las 10:00 de la noche y las 5:00 de la mañana.

– No se harán cierres los viernes, sábados y domingos, o cuando haya días festivos. Tampoco en Semana Santa. Sabemos que Quindío y Tolima son departamentos con una gran actividad turística y no queremos que se afecte el sector con esta medida. Los cierres nocturnos terminarán el 31 de julio. Hasta esa fecha, los usuarios que deseen transitar de noche deberán tomar una ruta alterna: quienes estén en el Eje Cafetero deben desplazarse hasta Manizales, tomar el Alto de Letras, bajar a Mariquita en el Tolima para desplazarse a Bogotá o hacia el Huila – dijo Guillermo Toro.

Durante el cierre nocturno, lo que por supuesto mantendrá solitaria la vía, puntalmente los contratistas deben adelantar la construcción de un acceso en el Intercambiador las Américas, en Calarcá, que permita conectar la vía actual con la entrada al túnel principal de la línea.

Al otro lado del túnel, en el Tolima, se debe construir lo que los ingenieros llaman “el puente 17”, de 27 metros de longitud, que permitirá conectar la carretera por donde actualmente circulan los carros, con el embudo donde estará ubicado el nuevo peaje para quienes provengan de Bogotá, para después tomar el intercambiador Bermellón y continuar hacia el Alto de la Línea.

Además, en la vía a Cajamarca se deben atender tres puntos críticos en los kilómetros 36, 42 y 46. En esos sectores la montaña que bordea la vía tiene una gran pendiente, lo que genera alto riesgo de deslizamientos.

El ingeniero Juan Camilo Chivatá Álvarado, encargado de evitar que eso ocurra, explicó que la idea es eliminar la pendiente haciendo terrazas en la montaña.

– Es un trabajo que estamos haciendo en periodos muy cortos, debido al alto tráfico en la vía. Con el cierre nocturno nos va a rendir más, sumercé – decía Chivatá con evidente acento bogotano, a un costado de uno de los taludes que debe asegurar, mientras llovía. En La Línea la lluvia es tan fría como agua recién salida de la nevera.

En la rueda de prensa, los funcionarios de Invías solicitaban “tener paciencia” ante la medida del cierre nocturno de la carretera. No desconocen que se trata de uno de los corredores viales con más tráfico de Colombia, pero prometían que las incomodidades y las demoras “serán las últimas” de un proyecto que se concibió hace 100 años y que ha tenido múltiples tropiezos: líos con algunos contratistas que se quedaron ilíquidos para continuar las obras y una falla geológica considerada entre las de mayor dificultad en el mundo: La Soledad.

La falla está ubicada en el túnel principal, exactamente donde la montaña hace mayor presión sobre el túnel, que en ese punto debe soportar el peso de 800 metros de roca y tierra. Una falla geológica es un trozo inestable de terreno que hay que ‘coser’ con pernos y concreto de alta resistencia para evitar que el túnel haga lo que tiende a hacer: cerrarse. Los ingenieros ya terminaron de ‘tejer’, explicaban en la rueda de prensa.

– Este es el proyecto de ingeniería más importante que está haciendo el país. Y estamos a meses de hacerlo realidad, de vivir el tránsito en el túnel de La Línea. Por eso insisto en la necesidad de que tengamos paciencia con los cierres para terminar las obras de este corredor que aumentará los flujos del comercio exterior –comentaba Guillermo Toro, el director técnico del Invías.

Explicó también que en los peajes tendrán ‘cangureras’ para agilizar el paso de los vehículos y normalizar el tránsito una vez se abra la vía en la madrugada. También habrá vehículos ‘escoba’ que saldrán en la noche informando a los usuarios del cierre. Cuando se abra la vía, los vehículos ‘escolta’ de la Policía de Carreteras tendrán como objetivo prevenir adelantamientos imprudentes.

– Cuando se abre el corredor la sensación de no tráfico en el sentido contrario hace que algunos conductores invadan el carril, lo que puede ser peligroso. El comportamiento debe ser notable para evitar mayores retrasos – comentaba Guillermo Toro.

Mientras tanto, en el túnel principal, los auxiliares de electromecánica Andrés Mauricio Flores, David Ferney Pérez y Luis Mejía, mencionaban que las obras en La Línea los salvaron del desempleo en el pueblo donde nacieron: Calarcá.

La incertidumbre, sin embargo, es saber dónde trabajarán en enero de 2021, cuando en teoría todo haya terminado.

Aunque por el momento se preocupan por asuntos menos trascendentes. En el túnel el almuerzo se toma frío. Lo llevan desde su casa en la mañana, por lo que al mediodía ya ha perdido sazón. Sin embargo, decía Luis Mejía, a la larga eso no importa. Cuando aparece la fatiga después de una jornada dura todo sabe a gloria.

En todo el trayecto del túnel hay baños portátiles, pero reconocían que prefieren no usarlos. Lo explicaban todo con una mueca de desagrado, mientras se acomodaban sus mascarillas.

Para permanecer en el túnel las diez horas que en promedio laboran a diario – ganan un salario mínimo más horas extras – deben utilizar esas máscaras que evitan que el polvo, el concreto y los gases lleguen hasta los pulmones.

Y decían estar orgullosos de formar parte de la obra de ingeniería más importante del país, aunque para ellos la obra más importante es la que asegure la comida de la familia.

Enseguida posaron para el fotógrafo Bernardo Peña, quien, en la camioneta del Invías que atravesó el túnel de cabo a rabo pese a las obras que aún faltan, dijo:

– Este es un día histórico.

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