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“Hay demasiados egos alborotados en el periodismo”: María T. Herrán

María Teresa Herrán, periodista y esposa del actual Ministro de Hacienda, dice que “al actual Gobierno se le acerca una ola invernal de intereses reaccionarios que puede afectarlo”.

13 de mayo de 2012 Por: Margarita Vidal Garcés

María Teresa Herrán, periodista y esposa del actual Ministro de Hacienda, dice que “al actual Gobierno se le acerca una ola invernal de intereses reaccionarios que puede afectarlo”.

Doctora en Ciencias Políticas de la Javeriana, con un postgrado en Ciencias Políticas de la Universidad de París II, María Teresa Herrán ejerce el periodismo desde hace cuatro décadas y se ha desempeñado con éxito en los medios impresos y en la televisión de Colombia. Fue columnista en los diarios El Espectador y El Tiempo. Docente universitaria, entre los muchos trabajos en este campo, ha dirigido el programa de Comunicación Social - Periodismo de la Universidad Central. Dirigió la Maestría en Comunicación en la Javeriana y ha dirigido los postgrados de Derecho de la Comunicación, Derecho Constitucional (módulo Tutela y Medios de Comunicación) y Maestría en Comunicación de las facultades de Derecho y Comunicación de la misma universidad.Dirigió la revista Alternativa (segunda etapa) y estuvo al frente de la investigación sobre ‘La industria de los medios masivos de Comunicación en Colombia’, para la Universidad Nacional. También fue directora del noticiero de Tv. Promec y ejerció como jefe de redacción de la revista Nueva Frontera, fundada por Carlos Lleras. Ha escrito numerosos libros, entre ellos: El Sindicalismo por Dentro y por Fuera, La Sociedad de la Mentira, Ética para Periodistas (en coautoría con el veterano periodista Javier Darío Restrepo), Tutela, Periodismo y Medios de Comunicación, El Fiscal, La Dualidad de la Imagen y la novela ‘Mascarada, las maldades de la bondad’, una sátira de la sociedad colombiana. Es autora también de innumerables artículos y ensayos en los que reflexiona sobre la ética en el periodismo, la libertad de opinión, el poder y la tutela, entre otros temas. Es invitada permanente a dirigir seminarios y a dictar conferencias dentro y fuera del país y escribió el capítulo sobre el Periodismo en Colombia desde 1998, de la ‘Nueva Historia de Colombia’.Está casada con Juan Camilo Restrepo, uno de los más importantes y conspicuos miembros del Partido Conservador, dos veces pre-candidato presidencial por su partido, ministro de Minas y Energía de César Gaviria, ministro de Hacienda de Pastrana y en la actualidad, ministro de Agricultura. En los tres casos, María Teresa ha renunciado a publicar su combativa columna de opinión en la que hace agudos análisis sobre la actualidad nacional.¿Usted es coautora del libro ‘Ética para periodistas’. ¿Cómo ve, 21 años después, ese aspecto del periodismo colombiano? En sus dilemas fundamentales, lo mismo. La ética es una reflexión que no depende tanto de las circunstancias como de los valores. Hay de todo en la viña del periodismo. Ayer como hoy se plantean dilemas éticos a diario en las salas de redacción; algunos periodistas los ignoran y otros los resuelven de manera dinámica, priorizando distintos valores. Para algunos, cuentan más el sensacionalismo o el dinero y para otros, la independencia o el equilibrio. Eso sí, hay más egresados de universidades frente a los empíricos de antes, pero eso no significa que haya mayor criterio. En todo caso, la presión diaria no justifica las carencias ni la falta de investigación. ¿Qué le falta y qué le sobra al periodismo en nuestro país?Le sobran ‘egos’ alborotados, es decir, periodistas que se creen poseedores de la verdad y hay demasiada dependencia de las lógicas comerciales. Falta mayor regulación antimonopólica de los medios audiovisuales, mayor humildad en ciertos periodistas vedettes, y más oportunidades a los jóvenes que no están en la ‘rosca’. ¿Cree que a falta de “pronta y cumplida justicia” en Colombia los medios se han vuelto jueces?Se produjo una judicialización de la noticia con lógicas de espectáculo. Se le dedica demasiado tiempo a los procesos y a los testimonios de “paras”, y muy poco a estudiar sentencias excelentes como las del magistrado Juan Carlos Henao, hoy rector del Externado.La marcada tendencia mundial —y nacional— de que los grandes conglomerados absorban también medios de comunicación, ¿qué efecto tienen en la misión de informar? El mejor ejemplo es El Tiempo, que en la etapa ‘Planetaria’ se convirtió en un diario de contenido light y visual con óptica de ‘producto’, y preparó el camino para que se volviera un apéndice más del Grupo Sarmiento Angulo. Pero hay otras maneras de informarse.El Espectador fue adquirido por Santo Domingo hace ya varios años. El temor frente a una influencia indebida en su labor informativa, no pasó de allí. ¿Cree que, a pesar de la tendencia monopólica, el periodismo podría subsistir en buena forma? Los temores siempre subsisten y por eso el periodista debe estar atento a no dejarse manipular ni presionar. El Espectador sigue siendo lo que es por el prestigio acumulado en 125 años, por la independencia tanto de Fidel Cano, su actual director, como de los periodistas investigadores. Además, el Grupo Santo Domingo es muy distinto de lo que era en tiempos de don Julio Mario: a la nueva generación le interesa el jet-set en Cartagena, y utilizar de otra manera el poder, más que todo fuera de Colombia. ¿Podría aplicarse este mismo análisis al periódico El Tiempo, recién adquirido por Luis Carlos Sarmiento?Será interesante analizar cómo entienden y aplican el periodismo Sarmiento Angulo y las empresas de su Grupo. Siempre habrá directores peones de brega de los dueños y otros que no lo son. Lo que sí puedo decir es que me gustó más la columna de Salud Hernández, ‘La llegada de Sarmiento’ que el lambonismo acomodaticio de Daniel Samper Pizano (‘Los nuevos Tiempos de El Tiempo’) sobre el tema.¿Qué opina de la labor de los canales privados de Tv.?En las cadenas oligopólicas, los noticieros tienen exactamente el mismo formato, incluidas las niñas pechugonas de farándula al final y las masacres al comienzo, los publirreportajes sobre las respectivas telenovelas. Muy poco pueden hacer nuevos directores como Rodrigo Pardo, a pesar de todas sus capacidades.Personas como el senador Jorge Enrique Robledo opinan que el “unanimismo” se ha apoderado de los medios de comunicación frente al gobierno de Santos y creen que éste es un mal que se le hace a la democracia y al derecho de los colombianos de estar bien informados...El senador Robledo se ha vuelto “unanimista” de sí mismo. Criticón radical porque sí. Por falta de aquellos buenos temas que le merecieron un desempeño excelente en el Senado, ahora le busca el pierde a los que tratan de hacer algo. Eso, paradójicamente, lo coloca en la barra de los reaccionarios de derecha. Por ejemplo, pretende que lo que no se hizo en tierras en 200 años o al menos desde 1936, se haga en dos años. Se publicó recientemente una biografía de Guillermo Cano, a quien tanto usted, como yo, conocimos en nuestras etapas iniciales de periodistas. ¿Cómo lo recuerda y cómo recuerda su posición frente al narcotráfico?Tímido, sin ego alborotado, ayudador de los primíparos, contundente en todas sus batallas, una de ellas al narcotráfico. Me alegré muchísimo de la publicación del libro en este país desmemoriado y así se lo manifesté a Marisol Cano.No hay muchos periodistas que hayan tenido una posición tan enhiesta frente a ese problema, y a otros como el paramilitarismo, la guerrilla, etc. ¿Esto podría tomarse como que en Colombia hay un periodismo cobarde, autocensurado o acomodaticio?Habría que distinguir, como dicen los jesuitas. Periodismo es un término muy general y, por lo mismo, ambiguo. La autocensura es hoy el mayor riesgo y la peor estrategia frente a las presiones de la violencia y de los nuevos dueños. Qué peligros y en qué países ve usted peligros para la libertad de expresión en América Latina? Creo que la libertad de expresión está en peligro en todas partes y por razones diversas: económicas, consumistas, manipuladoras de los poderes políticos y judiciales, laborales, por fundamentalismos o desinterés de los receptores y todo lo que se le quiera agregar. Usted fue directora de Alternativa, una revista de izquierda, y antes había trabajado en Nueva Frontera, de Carlos Lleras. ¿Qué se necesita para moverse en un rango tan amplio desde el punto de vista político?Tanto Carlos Lleras como Orlando Fals Borda (que impulsó la segunda etapa de Alternativa) fueron maestros, cada uno a su manera, y ambos enriquecieron mucho mi trayectoria intelectual.¿Cómo ve la situación de la izquierda en Colombia, representada en la debacle del Polo, hoy única oposición al gobierno? Hay una izquierda que se estancó y piensa en términos radicalmente desuetos como hace 40 años, otra que no piensa sino en el impacto inmediato, y otra que ya superó esa etapa de pensamiento ideologizante. En vez de ‘tirar línea’ y teorizar, busca solucionar problemas reales. Hoy la política es por ahí.¿Qué piensa del Movimiento Marcha Patriótica?Es un movimiento social tan importante como lo es el de los Indignados. ¿Cree que se equivocan quienes consideran este movimiento, definido por sus líderes como social, como un brazo armado de las Farc?Sería un grave error ‘farcarizarlo’ y estigmatizarlo en vez de escucharlo y de analizar y atender sus reivindicaciones. Colombia es muy inequitativa; hay muchas injusticias por resolver.Se cree que el presidente Santos y la guerrilla, avanzan, sigilosamente a un posible diálogo. ¿Podría pensarse que esta vez se avance en una forma no sólo transparente sino contundente?Me parece que en Colombia se insiste mucho en palabras como diálogo y paz, pero no se precisa su contenido, que da para todo. Somos muy discursivos y formalistas (qué tal por ejemplo, la proliferación estéril de “mesas de trabajo”), ahora hay que ser realistas y actuantes.¿Cómo afecta el secuestro del periodista Francois Langlois un posible diálogo con las Farc?Langlois es excelente periodista. Preocupante que se focalice el análisis en el casco y el chaleco cuando se trata de una vida humana. La guerrilla, de la que no se puede esperar compasión, cometería un error gravísimo al no liberarlo: porque hoy Santos sólo le dará un cuarto de hora para acuerdos de paz y porque Francia, ahora con el socialista Hollande, tiene que mantener mayores distancias que Sarkozy respecto de cualquier negociación con la subversión. Algunos dicen que la Cumbre de Cartagena fue un fracaso, ¿lo cree así?Creo que los medios, sobre todo audiovisuales, incluido RTVC, distorsionaron el sentido de la reunión de Cartagena, magnificaron el aspecto espectacular. Me pareció vergonzosa la manera como los periodistas se ensañaron con Shakira, cuya intervención sobre la educación fue por cierto excelente.¿Qué puntos positivos le vio?Solo escuché una opinión interesante sobre la cumbre: que hay una contradicción insalvable si Colombia pretende ser a la vez país líder y país mediador de los dos bloques latinoamericanos. Fue en UN Análisis, el programa de la Unidad de Medios de la Universidad Nacional. Ahora es mi programa de opinión preferido en radio. Se salió de las lógicas del cubrimiento comercial y puso a la cumbre en su real dimensión: ni muy poco ni tan, tan.¿Estima que el escándalo en torno a los escoltas de Obama y sus ‘alegres muchachas’, en Cartagena, es más un escándalo mediático que otra cosa?Los medios colombianos le hicieron juego a las lógicas electoreras de los medios gringos. ‘Descubrieron’ que la prostitución existe y crucificaron a la Canciller por decir lo obvio. ¿Cuáles son las conclusiones de su escrito ‘Consecuencias de la privatización de la televisión sobre la identidad nacional, a partir de la Constitución de 1991’? Que la privatización a la colombiana cambió un esquema mixto que funcionaba y relegó a un segundo plano el interés general y el sentido de lo público que incluye la posibilidad de debate argumentado. Usted ha sido docente de Ética y Periodismo en varias universidades y de Derecho de la Comunicación. ¿Cree que las facultades de periodismo irrigan una formación adecuada a sus pupilos, que luego salen a trabajar en los medios?Creo que fue un error que muchas facultades y programas se encerraran en el mundo teórico de la comunicología en vez de irradiar hacia otras disciplinas como el derecho, la economía, la sociología. Pero ya se está enmendando el error. Ahora, frente a lo multimedial y la interactividad, toca redefinir qué es ser periodista.Su novela Mascarada es una sátira de la sociedad. ¿En qué momento nos volvimos conformistas, light, indiferentes?Mascarada buscó mostrar un período de nuestra historia y a quienes tenían el poder en ese momento. No buscaba sacar conclusiones sobre los colombianos en general, sino ridiculizar ciertos comportamientos.¿Por qué cree que en Colombia la sociedad no reacciona contra abusos como la corrupción generalizada, la falta de oportunidades de los jóvenes, la discriminación contra la mujer, etc.?No somos más o menos conformistas o apáticos que en otras partes de Latinoamérica, pero sí nos obsesionamos más por las cúpulas y las roscas, lo que lleva a una mayor desigualdad. Aceptamos más el poder de clan, piramidal y hereditario (ejemplo: el Presidente Gaviria y el Presidente Simón); creemos que basta con cambiar la composición de las instituciones para dinamizarlas y que no importa tanto la eficiencia en los procedimientos. Somos expertos en el qué y nos rajamos en el cómo.Fue candidata a formar parte de la Asamblea Nacional Constituyente que elaboró la Constitución del 91. ¿Cómo ha visto las sucesivas y numerosas reformas en sus escasos 21 años? Por fortuna mi candidatura fue un estruendoso fracaso que me hizo descartar la carrera política. No sé cómo los parlamentarios serios resisten la desorganización y la ineficiencia de esa manera de trabajar del Congreso.Deja de escribir su columna cuando a su marido Juan Camilo Restrepo lo nombran ministro, pero me imagino que para una entrevista como ésta podrá emitir su opinión personal sobre este gobierno. ¿Podría hacer una síntesis de cómo lo ve, o prefiere pasar?Una cosa es opinar como columnista en los medios, beneficiándose de acceso privilegiado a la información sobre el poder, y, otra, perder el derecho a la libertad de expresión como persona. Ya que me pregunta, veo que este gobierno ha marcado mojones irreversibles, pero que se acerca una ola invernal de intereses reaccionarios que puede afectarlo.¿Qué la motivó a escribir un libro sobre el caso de la denuncia penal por calumnia por parte de los Araújo contra el periodista y columnista Alfredo Molano?Me motivaron tanto el caso tan paradigmático por ser quien es Alfredo Molano, analizar el poder y la decadencia de los clanes, en particular el Clan Araújo en Valledupar, y comprobar, al hacer el seguimiento del proceso, cuáles eran las fallas del sistema penal acusatorio.¿Cómo ve los cambios en el gabinete?Me sorprenden.¿A qué atribuye el descenso de la imagen presidencial en las encuestas?A que las encuestas creen que al buen o mal gobierno lo definen las encuestas y las preguntas polarizantes que hacen. No han sabido hacer las preguntas que les interesan a los colombianos.¿Las cien mil casas gratis para los colombianos más pobres-pobres es un recurso populista de Santos? Es un recurso por lo menos apresurado.¿Sobre qué trata el libro que tiene en mente: Las Inteligencias Inútiles de América Latina?Por ahora decidí focalizarme más en el caso concreto de Colombia y llamarlo ‘Colombia y sus inteligencias desperdiciadas’. El subtítulo es: ‘Diarreas mentales y desperdicio de procesos’. A algunos amigos les parece horrible el término, porque huele mal. Vamos a ver. En todo caso, lo que busco es que recuperemos la capacidad de análisis crítico frente a nuestra excesiva discursividad y a una pasión publicitaria que nos hace creer que somos los mejores, que los bancos “funcionan con el alma” y que compañías petroleras son “para ti y para m텔.

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