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Dos figuras legendarias de Caracol Radio: el narrador deportivo Édgar Perea y Hernán Peláez, periodista deportivo y creador de La Luciérnaga, un espacio con más de 25 años al aire. | Foto: Especial para El País

RADIO

70 años de Caracol Radio, la historia de la emisora que ha marcado la historia de Colombia

La cadena radial fue fundada el 2 de septiembre de 1948, después del Bogotazo, y sigue vigente. Darío Arizmendi, director del sistema informativo, cuenta los hitos.

9 de septiembre de 2018 Por: Alda Livey Mera Cobo / Reportera de El País 

1. Historia de Colombia

Desde niño, Darío Arizmendi Posada fue caracolero. Sus padres escuchaban siempre las noticias, las radionovelas y demás por Caracol Radio, la cadena radial fundada el 1 de septiembre de 1948 por Humberto Restrepo Arango y William Gil Sánchez. Y Darío aprendió ese modelo porque allí hallaba la mejor información, la más completa, la más rigurosa. Y cuando intentó probar otras posibilidades, confiesa, “me devolví para Caracol porque no había competencia”.

¿Cómo llegó a Caracol?

Nunca se me ocurrió ser periodista de radio ni de televisión –también dirigió durante trece años Cara a Cara, espacio de entrevistas cuando Caracol no era canal–. Pero cuando Yamid (Amat) renunció el 28 de diciembre de 1990, yo estaba de vacaciones en la Ciénaga de Ayapel (Córdoba) y el presidente de la cadena entonces, Ricardo Alarcón, me localizó, me enviaba razones para que lo llamara y cuando lo hice, me dijo:

–Renunció Yamid.

–Y a mí qué me importa– le contesté.

–Es que tú lo vas a reemplazar– dijo.

–¿Yoooo? Eres un irresponsable, yo nunca he hecho radio–le reclamé.

Alarcón me dijo: ‘te vi trabajando en el Mundial de México, le colaboraste a Yamid y pensé: ‘cuando Yamid renuncie, el sucesor va a ser Darío’. Así entré como director del servicio informativo.

De tantos personajes que ha entrevistado en Caracol, ¿a quién destaca?

Desde luego, a García Márquez. Me honró con su amistad desde 1981. Yo estaba en su casa cuando recibió la noticia del Nobel, lo acompañé a Estocolmo y nos volvimos entrañables amigos de él y de su familia. Aprendí de él, de las tertulias y de las experiencias periodísticas que vivimos, entre las largas entrevistas que tuvo a bien concederme para Caracol Radio.

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¿Y qué revelación logró usted en esas entrevistas?

Gabo era una persona inmensamente tímida. Su última entrevista para televisión en el mundo, me la dio a mí para Caracol (TV y radio). Se presentó a las 3:00 p.m., en Cartagena, con un sol ardiente, a 38 °C y suéter de lana rojo. Le dije, ‘oye, ¿no te da calor?’ y me respondió: ‘me estoy muriendo del susto y del frío, porque no me gusta dar entrevistas a la televisión, le tengo pánico porque edita, falsifica. Contó muchas intimidades, quedó muy contento, y bueno, nos bebimos medio litro de whisky. Era una persona muy cálida, a pesar de que parecía distante, solemne.

¿Qué otros  personajes recuerda?

Muchísimos, por el tipo de radio que hacemos en Caracol, que está cargada de testimonios humanos, de historias. Las hay extraordinarias de gente humilde, pero que ha tenido vida sobresaliente, ejemplarizante, que cada día cuenta sus hazañas, sus logros, sus conquistas en el deporte, en la ciencia, en la literatura, y en la vida nacional, por supuesto.

¿Y en la visita del Papa Francisco?

Mandamos a César Moreno a El Vaticano, fue uno de los 80 periodistas invitados de todo el mundo a viajar con el Papa desde Roma hasta Bogotá. En el avión logramos que Su Santidad nos diera un espacio para algunas preguntas y que le enviara su mensaje a los católicos colombianos y un saludo por los 70 años de Caracol, que lo tenemos como una joyita, un recuerdo maravilloso de un personaje como él.

¿Qué le ha resquebrajado el alma, estando al aire?

La tragedia del Palacio de Justicia fue un episodio que me marcó para siempre. La seguí por Caracol Radio –aún era director de El Mundo, de Medellín– porque significó un quiebre en la majestad de la justicia. Pero estando ya en Caracol, la guerra de Iraq, fue espantosa como todas las guerras. También la de Yugoslavia, una guerra xenófoba, cruenta, teníamos como corresponsal a Herbin Hoyos. Pero también los hechos dolorosos del país: la época de los carros bomba en los años 90, de secuestros y atentados, el exterminio de la Unión Patriótica, y todo el acontecer por las guerrillas de las Farc, del ELN y del paramilitarismo.
Colombia ha sufrido una barbaridad y Caracol ha sido el registro histórico de cada acontecimiento.

¿Alguna transmisión memorable?

El ataque a las Torres Gemelas de Nueva York. Yo estaba en directo, vi salir humo de una de las torres y así lo dije al aire, que no sabíamos si era un incendio o un escape de gas. Luego vimos el otro avión que se estrelló contra la otra torre y exclamé: ‘es un ataque terrorista’. La transmisión se prolongó varios días, localizando testimonios de colombianos sobrevivientes, muy conmovedores.

También recordará noticias positivas...

El Acuerdo de Paz, porque desactiva una bomba muy explosiva que dejó cerca de 270.000 muertos, más de 10.000 desaparecidos, más de 8 millones de desplazados, aparte de las consecuencias en el desarrollo político y económico del país. También la visita del Papa Francisco y la recuperación económica después de los 90, cuando se deterioró por el narcoterrorismo. La gente olvida o no valora que Colombia ha crecido en calidad de vida, en igualdad de oportunidades y reconocimiento de los derechos civiles.

¿Quiénes son los periodistas y locutores de Caracol  que dejaron huella?

El equipo que le dio forma al estilo y al formato que revolucionó la radio en Colombia, integrado por Alfonso Castellanos, Antonio Pardo García, Yamid Amat y Julio Nieto Bernal, creadores del programa 6:00 a.m. 9:00 a.m. Era un equipo creativo, buenos reporteros, buenos profesionales. La figura de los locutores ya se acabó en la radio colombiana, pero se destacan Gustavo Niño Mendoza, Juan Harvey Caicedo, Juan Manuel Rodríguez, Luis Sarmiento. El periodismo ya no se hace con locutores, ya no impostamos la voz, somos los periodistas los que hablamos como habla la gente.

¿Cuáles son las grandes chivas periodísticas de Caracol Radio?

Muchísimas. La cadena se nutre de información propia, fuimos los primeros en destapar los narcocasetes que dieron origen al Proceso 8000, el asesinato en cautiverio de los diputados del Valle del Cauca, los asesinatos del exministro Gilberto Echeverry y el exgobernador Guillermo Gaviria, a manos de las Farc, hechos infames y miserables.

También revelamos los falsos positivos, algunos jerarcas de las fuerzas militares lo negaron y dijeron que eran mentiras, pero entrevistamos a las madres de Soacha y a partir de ese pulso se inició ese destape y ¡mire en lo que vamos!: altos oficiales están ante la JEP reconociendo su participación en crímenes de muchachos inocentes, desempleados, que no tenían nada qué ver con el conflicto y los hacían pasar por guerrilleros. Documentados son 2200, pero dicen que pueden ser 4000.

¿Qué osos recuerda?

A veces, por fortuna pocas veces, se ha procedido con ligereza y sin investigar, al decir algo que haya podido lesionar la honra de una persona, pero hemos tenido el valor de rectificar y de presentar excusas. Este es un oficio en directo y no está exento, no conozco periodista ni medio que no se haya equivocado. Lo importante es tomar precauciones para que no ocurra ni se cometan injusticias.

¿Cómo se mantiene vigente Caracol?

Porque no nos quedamos anclados en el tiempo. Hemos tenido la audacia y la inteligencia de cambiar cuando hay que cambiar. No nos da miedo romper una programación, estudiamos muchísimo las audiencias para saber qué sienten, qué piensan, qué contenidos les gusta y mantenemos un pulso constante con los oyentes en todo el país a través de las giras de 6:00 a.m. 9:00 a.m. Y tenemos un equipo de gente muy profesional, muy comprometida, nos queremos mucho, nos guardamos la espalda, nos ayudamos. Y Caracol ha ido evolucionando a la luz de las nuevas tecnologías y eso nos mantiene vigentes; por eso decimos que Caracol es un jovencito todavía de pantalón corto.

2. Caracol es compañía

Los que crecieron escuchando La Escuelita de Doña Rita, Las Aventuras de Arandú y las radionovelas como El Derecho de Nacer, en los años 60 y 70, hoy siguen fieles divirtiéndose con programas como La Luciérnaga y El Alargue, espacios con los que Caracol Radio ha evolucionado a lo largo de 70 años y sigue vigente.

Lucy Nieto de Samper, con su programa matinal ‘Contrapunto femenino’, con Beatriz Vieco, Helena Araújo y Gloria Valencia, entre otras, abrió el camino a una generación de colombianas que estaban en la transición del hogar al mercado laboral y a la universidad.

Luego, irrumpió un espacio liderado por la periodista caleña Amparo Pérez, Las Reporteras (1978 -1985), con Claudia Arcila, Pilar Lozano, María Eugenia Rodríguez, Mónica Rodríguez y Nora Correa, entre otras. También dirigió Llegaron las Mujeres (1980-1983), con Tulia Eugenia Ramírez, Pilar Lozano, Gloria Cecilia Gómez y dos periodistas que no se podían ver, pero que ella ‘alineó’ para el programa: Margoth Ricci y Virginia Vallejo. Fue cuando se ganaron el premio Simón Bolívar con la investigación ‘Las sectas religiosas en Colombia’.

“Nosotras tratábamos todos los temas de actualidad, no eran temas femeninos, sino que abordábamos el litigio con Venezuela por el islote Los Monjes, los ovnis y todo lo que estuviera pasando en el mundo y en el país”, recuerda Amparo.

La periodista reconoce que fue difícil, al principio. “No nos pasaban al teléfono los presidentes de Colombia de la época y los guerrilleros del M-19, eran machistas, solo llamaban a los periodistas hombres, a nosotras no”, confiesa.

Pero un día las sorprendieron en cabina cuatro mujeres que dijeron ser guerrilleras del M-19, a exigirles que transmitiera que ‘el eme’ acababa de asesinar 20 policías. “Les dije que no y nos amenazaron: ‘entonces les volamos esta emisora’. Y yo les dije: ‘pues vuélenla’ y se fueron. Era la época en que el M-19 daba golpes de opinión y quería utilizarnos para una noticia falsa”, recuerda.

También incluían temas ‘light’, como el reinado de Cartagena o la moda y marcaban tendencia. “Una vez Pilar Lozano dijo que estaban en boga los zapatos blancos, que toda mujer los debía lucir y desaparecieron los zapatos blancos, no se conseguía un par en los almacenes”, relata Amparo.

Hoy, los hijos y nietos de esas generaciones son oyentes de esta y otras emisoras de la cadena, como RadioActiva, estación radial que fue un fenómeno porque puso a Colombia en la onda musical juvenil con un lenguaje desabrochado. O también Hora 20, ese infaltable programa de la noche en el que, bajo la dirección de Diana Calderón, se debate todo el acontecer nacional.

Programas emblemáticos de Caracol, ‘una marca que marca tendencia’ respondiendo a las necesidades de la audiencia, como cuando Hernán Peláez creó La Luciérnaga, en respuesta al apagón decretado por el Gobierno César Gaviria en los años 90.

“De esa selva lejana y tupida que se teje con mi infancia y adolescencia, recuerdo la cálida seriedad de Juan Harvey Caicedo, la alegría del jingle navideño y sus indescifrables ‘votos fervientes’, Hebert Castro y el célebre ‘se le dijo, se le advirtió, se le recomendó’, los extras de Yamid Amat y el estilo único de ‘Sir’ Otto Greiffenstein”, evoca Gustavo Gómez Córdoba, actual director de La Luciérnaga y quien lleva tres lustros en Caracol.

“Recuerdo con especial cariño el trabajo al aire que ha logrado escapar a la fuerza gravitacional de nuestra poderosa tragedia nacional. No olvido cuando, por ejemplo, junto a Yolanda Ruiz, Yanelda Jaimes y Juan Carlos Lecompte, entrevistamos a Clara Rojas recién liberada del secuestro. Ese día, al aire, teníamos tanta curiosidad como dicha. Preguntábamos casi llorando de la emoción”, relata.

También evoca dos hitos periodísticos. “Por generosa invitación de Julio Sánchez Cristo, director de La W y miembro de esta casa periodística, hice dos entrevistas que me marcaron: Paul McCartney, antes de tocar en Colombia por primera vez, y William Shatner, el actor que interpretó al capitán Kirk de Viaje a las Estrellas, mi serie favorita de televisión”, cuenta.

Todo no ha sido dicha. Un día, con expertos al aire, Gómez Córdoba conducía un programa advirtiendo los peligros de consumir suplementos televenteros sin visto bueno médico. “Un vendedor de ese tipo de potajes, que además era generoso anunciante, se presentó en estudios y amenazó con golpearme mientras yo transmitía el episodio. Tuvieron que llevárselo los de seguridad de Caracol Radio”, recuerda.

Para él, Caracol es un ‘jovencito’ de 70 años que tiene muchos apellidos, todos importantes: Arizmendi, Peláez, Alarcón, Amat, Muñoz López, Sánchez Cristo, Perea, Niño Mendoza, Sarmiento, Campuzano, Piedrahita, Díaz Salamanca, Calderón, Londoño, Bellón, Nieto Bernal, Bermúdez, Montoya, González, Chaparro… “¡puedo seguir nombrándolos de aquí a que suene al aire el jingle navideño!”, dice en tono jocoso.

Programas 

Con huella
La espina dorsal de Caracol es 6:00 a.m. 9:00 a.m., los noticieros del mediodía, la tarde y la noche; los boletines informativos de cada hora y cada media hora (deportes). También están La Luciérnaga, Hora 20 y El Alargue. Y los fines de semana tiene gran audiencia A Vivir que son Dos Días.

Las mujeres
Entre los nombres femeninos que han dejado huella en Caracol Radio está la psicóloga sexóloga caleña Lucía Nader, las periodistas Yolanda Ruiz y Judith Sarmiento; esta última tiene un espacio los domingos.
Diana Calderón dirige Hora 20; Dos y Punto, Diana Montoya; Darcy Queen, periodista política y directora de Mascotas Caracol; Érika Fontalvo, editora internacional. Patricia Pardo, experta en historias humanas. Diana Uribe tiene los domingos su exitoso espacio Historias del Mundo.

3. Cómo amaneció Cali

En su memoria está ese 25 de julio de 1983, el día en que salió al aire por primera vez ‘Cómo amaneció Cali’, programa con el cual Caracol sacudió las entrañas de la ciudad. Yamid Amat, director nacional, había dado un enfoque más nacional a la cadena radial en todo el país. Entonces, Sammy Jalil, director de la emisora en Cali, decidido cambiar el estilo formal que imperaba, por uno más coloquial, más cercano a la gente, más caleño, vé. Así Caracol Cali pasó a ser una emisora popular, pero con altura.

Hasta ese entonces, la radio solo tenía oyentes, pero ese 25 de julio, aniversario de Cali, los oyentes comprendieron que ellos tenían radio, porque ‘Cómo amaneció Cali’ les enseñó a los caleños a escucharse por radio. “Los caleños supieron que llamando al programa podían contar, denunciar, reclamar y la ciudadanía empezó a empoderarse de la ciudad”.
Así lo recuerda el director de Caracol Cali, Leo Quintero, vinculado a los micrófonos de esta emisora hace 38 años.

Con Leo Quintero –exreportero de El País– entonces jefe de redacción de ese espacio icónico de Cali, laboraba un ‘dream team’ como Godofredo Sánchez, a quien considera su maestro; Julián Benítez, Héctor Luna, Óscar Corral y Ana Milena Puerta.

Las transmisiones más emblemáticas de la emisora pasan por las tragedias que han enlutado a los colombianos: terremotos de Armenia y Popayán, la de los quince hinchas que murieron pisoteados en el estadio Pascual Guerrero por los desórdenes luego de un clásico Cali-América; la caída del avión de American Airlines, el 20 de diciembre de 1995.

El accidente fue minutos antes de las 10:00 de la noche y desde entonces empezaron la transmisión en directo por más de 48 horas, con el reportero Álvaro Miguel Mina, quien fue el primer periodista en llegar al sitio a la madrugada y narrar los operativos de rescate de los cuatro sobrevivientes y de los cuerpos.

“Fue entonces cuando le preguntaron al aire cómo se llamaba el cerro, y cómo Mina no sabía el nombre, se le ocurrió decir que era el cerro San José, y así quedó bautizado. Al punto que el Instituto Geográfico Agustín Codazzi así lo menciona en los mapas”, recuerda Leo Quintero.

Fue el mismo Álvaro Miguel Mina, uno de los mejores reporteros que haya pasado por esta cadena radial en Cali, y que se ha convertido en un personaje de leyenda en el periodismo nacional, el que dio la primicia del asesinato en cautiverio de los once diputados de la Asamblea del Valle del Cauca, por las Farc, el 28 de junio de 2007.

“Eran las 2:00 de la mañana, todos llegamos a la emisora a esa hora, Mina, Darío Gómez, Juan Carlos Díaz, Herney Aldana, Martha Bocanegra. Eso fue terrible, ya que partió en dos la historia de la guerrilla, porque fue el golpe más fuerte que recibieron las Farc y así lo reconocieron después”, enfatiza este periodista.

Pero también dice que lo han marcado esas transmisiones con gente, no por lo importante, sino por lo sencilla. Como la que hizo hace poco desde la Universidad Autónoma, con Anabeiba Lasso, la mujer que recoge a los ancianos abandonados en el Oriente de Cali. “Con esa dulzura que narraba su historia, el drama por abandono de los ancianos en Cali, cómo los botan en las calles, los jóvenes se despegaron de los celulares y todos terminamos conmovidos, con el ojo aguado”, relata Leo.

Menos olvida otras emisiones ya lejanas en el tiempo, como la masacre de Dinners, que también se prolongó por varios días, o la tragedia de unos jóvenes de Buenaventura que se embarcaron en un ‘container’ tratando de llegar a Alemania. Pero no todo puede ser doloroso. También han tenido jornadas de mucha risa, como una muy reciente con el Mono Sánchez, contando cómo la persona que lo contrató en un empleo, al día siguiente lo despidió porque ‘no quería un humorista en la empresa’. “Entonces, Sánchez dice que ese día entendió que su vida era esa, contar chistes”, cuenta Leo.

Para él, los gajes del oficio eran más complejos antes, cuando no había internet ni celulares. Tratar de que le contestara un Carlos Holmes Trujillo o un Ernesto González Caicedo o un Ramiro Andrade Terán, cuando no había celulares, para salir al aire a las 6:00 de la mañana, era una hazaña diaria en la que los reporteros debían convencer a la esposa o a la empleada que contestaba el teléfono, que les pasara al funcionario.

“Pero cuando se trataba de una funcionaria, lo curioso era que el esposo le reclamaba: ‘¿y por qué te llama ese tipo a esta hora?’,” recuerda entre risas.

Quintero atribuye la vigencia de Caracol a que tiene una estructura con un equipo periodístico, con grandes figuras que están detrás del micrófono, como Luis Enrique Rodríguez, el editor nacional, que tiene un grupo grandísimo que hace el armado y soporta todo el peso de la emisión diaria.

Pero también a que la cadena radial tiene una posición independiente, transparente. “En 38 años que llevo en Caracol, nadie me ha llamado a decirme qué tengo qué hacer con tal noticia o tal persona. La gente que trabaja aquí tiene autonomía y a la vez una responsabilidad, esta cadena radial está basada en una serie de valores, del respeto, las garantías, y eso hace de Caracol un medio de comunicación con mucha credibilidad.

Esta es la emisora donde la gente va a confirmar lo que oye en otra parte, busca nuestra versión porque esa es la verdadera y ese es nuestro patrimonio”, enfatiza Leo.

Noticias falsas no ha tenido porque “tengo la costumbre de ser el último en dar la chiva de que una persona se murió, porque el único que resucitó personas fue Jesús”, dice con humor. Y añade: nuestra esencia es contar bien las noticias, con todos los argumentos, poniendo en contexto, y nos cuidamos mucho de esa parte, porque tenemos profundo respeto por el derecho ajeno.

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