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De izq. a der., las hermanas María Lilian Serna, Hilda María López Molina, la actual rectora del colegio, Ivonne Muriel, María Teresa Vargas y Magdalena Pérez. | Foto: José Luis Guzmán / El País

La Sagrada Familia, 110 años de la institución que empodera a la mujer

El colegio regido por las Hermanas de la Divina Providencia sigue apostando por la formación de las niñas, como lo planteó su fundador hace tres siglos en Francia. Bilingüismo y valores católicos, los pilares de este claustro.

13 de diciembre de 2017 Por: Alda Livey Mera Cobo, reportera de El País

En 1907, las Hermanas de la Divina Providencia hicieron noticia en el villorio que era Cali en los albores del siglo XX: abrieron el Colegio La Sagrada Familia para niñas en una antigua casona del centro de la ciudad.

En 2017, siguen siendo noticia porque la institución educativa acaba de celebrar 110 años de labores, en los cuales ha sobrevivido a las convulsiones del siglo pasado y a los cambios del naciente tercer milenio y sigue vigente como una de dos únicas opciones educativas para la formación de niñas y jovencitas en Cali.

Eran otras épocas, cuando las hermanas de la Divina Providencia llegaron a América Latina y a Colombia fundando colegios para niñas, considerando que el fundador de la comunidad, Juan Fernando Moyé, tenía como misión la educación y formación para la mujer.

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Testigo de ello son las religiosas que llegaron muy jóvenes a estudiar a La Sagrada Familia de Cali. Luego de egresadas hicieron su noviciado en la misma comunidad y se transformaron en religiosas, siguieron vinculadas como educadoras por muchos años y ahora hacen uso de buen retiro en su casa provincial al sur de Pance, donde el colegio tiene su nueva sede campestre.

Una de ellas es Sor Hilda María López Molina, cuya lucidez asombra a sus 93 años, 75 de ellos consagrados a la vida religiosa. De andar pausado y memoria rápida, recuerda que llegó a los 14 años, a hacer 9°, procedente del colegio que la comunidad tenía en Toro, Valle. A los 17, cuando era una novicia, presenció el traslado a la sede de El Peñón y los padres de familia se quejaban: “Pero, ¿por qué se llevaron el colegio tan lejos?”.

Luego fue docente de bachillerato durante 50 años, daba todas las asignaturas, excepto manualidades y educación física. La vida era tranquila y barata, el pasaje costaba $5, el colegio tenía sus propios buses escolares y hacían dos recorridos en el día, porque había que llevar a las niñas a almorzar a sus casas y recogerlas de nuevo para ir al colegio hasta las 5:00 p.m., que volvían a sus hogares.

La asombra el progreso, especialmente en tecnología, ahora incorporada a la educación. A ella, que le tocaron los “teléfonos molidos”, como los llama, “esos que uno tenía que darles manivela para que lo comunicaran con la central, y de allí, le marcaran a donde uno quería llamar”, cuenta la religiosa mientras exhibe su celular básico, pero dice que está que se compra un teléfono inteligente.

Sor Luz Marina Calero Díaz, otra religiosa educada, graduada y vinculada a la comunidad por más de 50 años y dictó clase hasta 2016, dice que ella sí seguirá con esos celulares “por los que llamaron Adán y Eva”.

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La Sagrada Familia, 110 años después de su fundación en Cali, sigue regido por la orden religiosa de la Divina Providencia, pero todo su profesorado es laico, atemperándose a las necesidades del mundo moderno, como el bilingüismo y la informática, pero manteniendo su línea de educar a la mujer en valores.

La hermana María Lilian Serna, Superiora Provincial de la Comunidad de la Divina Providencia Colombia- Perú, enfatiza en la importancia de la catequesis familiar, “un don de Dios en el mundo difícil de la historia que vivimos por la desintegración familiar, porque responde a la promoción y restauración de la familia y de la persona”, dice.

“Así se va consolidando la familia, esa célula tan maltratada hoy, pero que es fuente de esperanza porque es la creación de Dios y es así como se sostiene la humanidad”, dice en alusión.

Ella da cuenta de cómo el modelo pedagógico cambió de la ‘educación bancaria’, esa en la que se buscaba ‘consignar’ conocimientos para aprender y memorizar, a uno más dinámico en el que se busca trabajar como persona con valores que estructuran y forman al ser humano.

“Ayer las familias estaban mejor constituidas y las jóvenes tenían mejores fundamentos, pero hoy vienen de familias disfuncionales y no tienen esa base que les da la fortaleza interior, por eso el amor a la familia es un valor fundamental”, explica la hermana María Lilian.

La hermana María Teresa Vargas, que llegó adolescente del colegio de la comunidad en Tuluá, a terminar el bachillerato a La Sagrada Familia de El Peñón y se quedó como docente, afirma que si bien la educación antes tenía más urbanidad y cívica, ahora hay que hacer mucho énfasis en la tolerancia porque la intolerancia es muy fuerte.

También cree que se ha perdido un poco enseñanzas básicas como costura o culinaria y las niñas hoy “no saben pegar un botón ni coger un dobladillo”. Y reconoce que las nuevas tecnologías son maravillosas, pero advierte que se debe estar atentos porque también han dañado mucho a la juventud. “A veces no quieren aprender otra cosa y se tornan inútiles en lo demás”, comenta.

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Fruto de esa formación en valores humanos que reciben de La Sagrada Familia, cientos de egresadas viven eternamente agradecidas con las 25 religiosas que habitan en esta Casa Provincial. “Cuando nos ven nos saludan con mucho cariño, algunas nos visitan con frecuencia. Como Manuelita Carvajal, vive en Carolina del Sur, y cuando viene a Cali, pasa a saludarnos, es excepcional”, dice Sor Hilda María.

Imposible olvidar a la madre Eufemia Caicedo Roa, fundadora del Hospital Infantil Club Noel; a las artistas Isadora, Ruth María Castañeda, cantante de ópera, y Lina Valencia, del dúo Lina y Julián; a la exconcejal Piedad Varela, a la psicóloga María Elena Palomeque y a Lucía Herrera de Escudero, una de las dos primeras bachilleres que graduó el colegio en 1951, pues hasta ese entonces las jóvenes se diplomaban en Comercio Superior.

El éxito del colegio a mitad de siglo XX, cuando aún la mujer no tenía mucho acceso a la educación, era tal que en 1942, contaba con 600 alumnas y más tarde llegó a tener 600 en primaria y 600 en secundaria.

De esa época se forjaron en esa comunidad, grandes vocaciones religiosas que dejaron su huella, además de las ya mencionadas, como las hermanas Julia María Borrero y Fabiola Merino, entre otras, y la actual rectora, hermana Ivonne Muriel Rangel, una joven religiosa procedente del colegio de Toro (Valle), que también terminó su bachillerato en el colegio de El Peñón, donde hizo su noviciado.

Pese a que el mundo ha cambiado, la hermana Ivonne sigue firme en que La Sagrada Familia sea una opción educativa exclusivamente femenina. Para ella, está vista la historia y la trascendencia del Colegio La Sagrada Familia en la formación de la mujer.

Es ser fiel al apostolado del fundador de la Divina Providencia, cuando el sacerdote Juan Martín Moyé apostó en 1730, en el siglo XVIII o Siglo de las Luces, en Francia, por la educación de la mujer, en un contexto donde poco era tenida en cuenta, lo que llevó a su empoderamiento.

Si bien la mujer en el siglo XX y XXI se ha ganado un lugar importante en la sociedad, todavía necesita ese fortalecimiento de su empoderamiento y de su formación intelectual, y “sigo pensando que La Sagrada Familia sigue siendo una respuesta a esa formación de la mujer”, dice la rectora.

“Nuestra apuesta educativa es a la formación en valores, fortalecimiento de la mujer, de sus capacidades intelectuales y espirituales; nuestra motivación no es económica, no es tener más alumnos para recibir más ingresos”, afirma.

La religiosa explica que han hecho estudios que muestran que en un contexto mixto, el proceso del aprendizaje cambia, incluso desde que los niños ingresan a preescolar, cuando los intereses de las niñas se enfocan más en los niños y no en lo que están aprendiendo. “Llegará el momento en que se contemple ese paso, pero seguimos optando por la formación solo para niñas”, comenta.

Cientos de egresadas así lo reocnocen y lo agradecen, incluso las del tercer milenio. “Las alumnas de ahora me parecen más lindas porque son más espontáneas, las niñas son la sonrisa de Dios para la humanidad. Nuestro lema es ‘un lugar para ser feliz’ y ellas vienen aquí a ser felices”, dice la hermana Luz Marina Calero.

Esta religiosa siempre se dedicó a educar las más pequeñas, “que hoy son más altas que yo, muy queridas, respetuosas, creativas, con mucho sentido de pertenencia y nuestro gran regalo es que la sociedad caleña habla muy lindo de La Sagrada Familia, distinguido siempre por su formación en valores humanos y los principios católicos”.

A ellas, la hermana María Lilian Serna, les aconseja “prepárate para la vida, con Dios en tu corazón, porque él es el recurso infalible y razón de ser de nuestra vida, y así puedes ser una mujer que ayuda a transformar la sociedad y a enfocar la trascendencia humana”, concluye.

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