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Además de la certificación que se debe lograr de estos sistemas, los ascensores en Cali deben ser objeto de revisión preventiva y correctiva. | Foto: Oswaldo Paez / El País

TRANSITO CALI

La riesgosa misión de los guardas de tránsito que combaten a conductores 'piratas' en Cali

Intimidaciones, persecuciones y espionaje, el 'pan de cada día' en esta labor.

22 de septiembre de 2019 Por: Redacción de El País 

No ha empezado su jornada y ya fue intimidado. Al salir de casa a la madrugada, hay hombres en moto esperándolos para perseguirlo. Su pecado: pertenecer al Grupo contra Transporte no Autorizado, de la Secretaría de Movilidad de Cali.

Al llegar a la sede de la dependencia, en Salomia, el cuerpo de agentes de Tránsito se alista para salir a hacer cumplir las normas. Un grupo se separa: por su experticia, su misión es combatir la piratería. Solo hasta ahora, antes de saltar a las vías, saben la ruta de los operativos para ese 11 de septiembre, una información reservada para que no se filtre.

En los alrededores hay motos parquea- das cuyos conductores pasan inadvertidos. Pero “a ellos les dicen ‘satélites’, están esperando que salgamos para perseguirnos e informarles a los piratas hacia dónde vamos”, le advierte un agente al equipo de El País que los acompañará.

Son las 6:30 a.m. Los guardas salen y los ‘satélites’ no les pierden el rastro. La rutina se repite 24/7. Es una paradoja: los agentes van escoltados por sus enemigos, que tratan de obstaculizar su labor.

Se dirigen a la Autopista Suroriental y Avenida Ciudad de Cali, donde el transporte informal está desbordado. Los agentes se dividen en grupos de dos y empiezan la ‘cacería’. El primer carro detenido es un Spark rojo, a la altura de Alfonso López, sentido Norte-Sur. Una agente observa que lleva el cupo completo, pero los pasajeros son distintos entre sí, uno de los ‘síntomas’ de este mal. Le hace el pare.

Lo conduce un joven venezolano, de sudadera y chanclas, que desobedece la orden. Los agentes lo siguen hasta una vía interna del barrio, y le estacionan sus motos adelante y atrás para bloquearle el paso y evitar que se fugue.

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La agente le explica que él está prestando un servicio de transporte no autorizado. El hombre admite que los pasajeros le pagaron, pero comienza a pedir que lo dejen ir. Hace llamadas, mientras los ‘satélites’ merodean en una esquina para ver el desenlace.

Dice que el carro, con placas de Dosquebradas, Risaralda, “es de un amigo” y les insiste a los guardas que le cambien el comparendo por otra infracción: la de transporte ilegal da inmovilización del vehículo por cinco días, la primera vez. Otra sanción le permitiría al conductor seguir pirateando y evitar el engorroso trámite de sacar el carro de los patios.

El venezolano dice que es la primera vez que piratea. Ahora deberá pagar una multa de un SMMLV, que quedará en el 50 % si va al curso pedagógico, le explican los guardas. Los ‘satélites’ no dejan de informar por celular a sus contactos, pero no se acercan para no ser grabados por la prensa.

“Colabóreme” es la expresión que repiten infractores y ‘satélites’. A veces, estos se acercan con un “colabóreme, déjeme ir o cámbieme la infracción, y habrá beneficios (monetarios)”. Todo conductor rehusa el comparendo y la multa. Algunos reaccionan agresivos y los ‘satélites’ llaman a otros y llegan hasta diez o quince más en moto, a bajar el vehículo y rescatarlo. “Nos amenazan y llega una especie de kamikazi que prende el carro, rompe las cadenas que lo atan a la grúa y se lo llevan”, relata Héctor Mauricio Álvarez, supervisor del grupo. “O intimidan a los señores del ‘dragón’, como llaman a la grúa, les cierran el paso y los hacen bajar”, añade.

Esta vez no pasa nada de eso, quizás porque hay cámaras, pero si sucede, los guardas piden apoyo al cuadrante de la Policía, como cuando los agreden verbal o físicamente con piedras, palos, cuchillos, o los arrollan con el carro. “Muchos de los infractores son personas recién salidas de la cárcel, nadie les da empleo y se dedican a esto. O son prestamistas, aunque últimamente esto está invadido de venezolanos”, comenta un agente.

Los guardas graban videos y toman fotos como pruebas, ya que los supervisa la Superintendencia de Transportes, mientras esperan ‘el dragón’ que llevará el carro del venezolano a los patios, pero la espera se prolonga más de media hora. Por la demora nos desplazamos por la misma avenida, sentido Norte-Sur, hasta otro caso reportado por agentes. El carro ya está en la grúa y el infractor vocifera desde lo alto: se niega a bajar de su puesto de conductor, pese a que los agentes le dicen que el procedimiento terminó.

El hombre dice que este Hyundai color tabaco con placas de Bucaramanga es de su señora madre, como se constató en los documentos, pero que él fue al aeropuerto a dejar unas personas y, para no devolverse solo, quiso hacer el favor de traer a dos amigos y otra persona que le pidieron que los trajera, pero que él no es pirata. En pinta playera, pide a los periodistas minutos de celular para llamar, y, ante la negativa, a los guardas, sin éxito.

El agente le recuerda que si no permite llevar el carro llamará al cuadrante de la Policía y ya no tendrá una multa, sino dos. Al ver que El País lo está grabando, accede a bajarse, pero reclama: “Es un abuso que los guardas me hayan retenido los papeles del carro, como si me fuera a volar”.

Pero intentan devolvérselos y se niega a recibirlos, para rehuir el comparendo, mientras la grúa arranca con el carro. Él insiste en negar que es ‘pirata’, pese a que el guarda le recuerda que tiene su video de los cuatro pasajeros bajándose del carro y él diciendo que sí le pagaron $2500 y $2000. Al final, recibe los documentos, dice que es de Tumaco, reservista, que tiene un restaurante en Ciudad Córdoba y que solo hacía un favor.

Todos los infractores quieren pasar por ciudadanos comedidos. Esa expresión la repite un hombre al que le van a inmovilizar un Chevrolet azul rey, que dice es de su esposa. Él se lamenta ante los guardas, que tienen que pedir apoyo al cuadrante de la Policía porque los pasajeros, disgustados, se niegan a abandonar el vehículo, incluidas dos mujeres con niños en brazos, que les reclaman a los guardas por la medida. Pero al ver llegar a los periodistas de El País, prefieren seguir en un taxi hacia Sameco.

William Camargo, secretario de Movilidad, afirma que “todos los procedimientos van acompañados de grabación con cámaras corporales (bodycam) que usan los agentes. También hacemos investigación e inteligencia previa con apoyo de la Policía y cuerpos especializados de Fiscalía y Sijín, para neutralizar estas acciones”.

El infractor llama a su esposa. “Mi amor, yo solo quería hacer un favor, cuando salí de tu trabajo, unas personas me pidieron que los trajera, y ahora se van a llevar tu carro”, dice y zapatea el piso polvoriento. “Mi vida, ¿yo qué puedo hacer, si le estoy diciendo al guarda que me colabore y no me quiere colaborar?”.

El hombre repite que estas personas necesitaban transporte porque el servicio público es muy malo, pero el guarda le recuerda que cada pasajero reconoció haberle pagado $2500. Pregunta si le suspenderán la licencia. Si es reincidente, sí, más 20 días de inmovilización del vehículo, y si es tercera vez, 40 días.

Como antes de que llegue la ‘camabaja’ sus compañeros llamaron para anunciar “otro positivo”, nos trasladamos hacia la Calle 72 con Carrera 15, donde los uniformados han detenido un Renault Symbol blanco, con cuatro pasajeros. El libreto se repite: el conductor niega estar pirateando, pero el agente le explica que esta conducta es sancionada según la Ley 769 o Código Nacional de Tránsito.

El hombre afirma que el carro es suyo, pero los documentos están a nombre de una mujer, que no han hecho el traspaso.

–¿No es un riesgo negociar un carro sin arreglar papeles?, le preguntamos.
–No, no pasa nada.
–¿Y cómo hará para tramitar la salida del carro de patios si está a nombre de ella?
–Ella va al Tránsito a sacarlo.
–Pero, ¿estará ella dispuesta a ir a perder tiempo por una infracción que no cometió y en un carro que ya no es suyo?

El hombre mira hacia otro lado y queda en evidencia que piratea en carros que son entregados para ese fin, a cambio de una tarifa mínima de $70.000 diarios.

La grúa se lleva el carro, bajo la mirada vigilante de tres ‘satélites’, dos que fingían brillar una moto y otro a la sombra de un árbol.
Regresamos al sitio del infractor dramático, pero la grúa no ha llegado pese a venir del mismo sitio donde estábamos los periodistas, que llegamos 20 minutos antes, y el hombre sigue vociferando: “Por estar haciendo un favor, y como vinieron los sapos de El País, se me van a llevar el carro”.

Los agentes dicen que su problema es la logística, las grúas se demoran mucho y eso frena la operatividad del grupo. “Claro, mientras esperan el dragón, los agentes no pueden cazar más piratas, es una forma de tenerlos quietos”, dice el super- visor mientras pasan al menos dos automóviles con pasajeros hacia Sameco.

“Dicen que están perdidos o que no han podido salir de patios, pero llamamos y ya no están; por eso, siempre hemos pedido que la logística sea nuestra, tener grúas y personal propios”, plantea Álvarez.

Los ‘satélites’ son hombres al servicio de unos grupos ilegales, –mafias, sindican algunos– que fungen de campaneros para avisar a los ‘piratas’ dónde están los guardas, para tomar desvíos y evadir los controles.

Dichos grupos ilegales organizan a muchos conductores para manejar carros ajenos a cambio de un porcentaje del producido y de una cuota regular para pagar las multas y sacar los carros de los patios. “Y cuando les inmovilizan el carro, comienzan a llamar a unos desadaptados y se suben a la grúa y la dañan”, dice el supervisor Héctor Mauricio Álvarez.

“Ojalá nos acompañaran un mes y vieran todo a lo que nos tenemos que exponer y la problemática que enfrentamos como funcionarios públicos. Falta más acompañamiento de las autoridades y del Municipio, porque no tenemos apoyo jurídico; a nosotros nos toca buscar y pagar los abogados cuando nos agreden, pues la gente hace lo que sea para que no se les lleven el carro”, remata un agente.

Otros operativos

  • William Camargo, secretario de Movilidad, confirmó que han tenido dos procesos de acompañamiento en operativos contra la piratería y otras formas de transporte ilegal, por el Cuerpo Especial Contra la Informalidad y la Siniestralidad (CECIS), en el que participan Ministerio de Transporte, Dirección de Tránsito y Transporte de la Policía, Ditra, y agentes de tránsito de Cali.
  • Cecis operó con 30 agentes, comandantes y supervisores, 14 grúas, y Policía, que impuso 113 comparendos y 107 vehículos inmovilizados.
  • Del 1 de enero al 31 de agosto de 2019, la Secretaría de Movilidad ha sancionado a 2435 conductores por prestar el servicio de transporte informal, con 1960 vehículos inmovilizados.
  • En la primera visita realizada por Cecis en julio, se realizaron 338 procedimientos que dejaron 294 vehículos inmovilizados.
  • ”Del 15 al 30 de agosto, el Cecis nos acompañó con 3300 operativos contra la ilegalidad y alcoholemia, sumados, a los propios de la Secretaría; tuvimos de 200 a 250 inmovilizaciones en promedio; unos 25 a 30 vehículos diarios”, dijo el Secretario.
  • Un operativo en el Taller Construyendo País de la Presidencia de la República, dejó 25, 30 vehículos inmovilizados, y de 40 a 45 comparendos por transporte informal.
  • “Cuando hacemos operativos, esta información no se divulga, pero estos satélites ya conocen los lugares, buscan alertar o prevenir hacia dónde se desplazan nuestros agentes”, admitió Camargo.
  • “Tenemos que estar modificando nuestras estrategias, porque es una lucha diaria para que no se filtre la información y podamos ser certeros en el control de esta operación informal. Con el acompañamiento del Cesis, el trabajo es más contundente, y la Policía Nacional les garantiza la integridad”, dijo.
  • “Lo valioso de este ejercicio es el proceso de cooperación y coordinación que se logra con entidades nacionales, en una lucha que no solo es de Cali, sino de todo el país, contra la informalidad y que tiene una directriz presidencial”, concluyó Camargo.

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