La Navidad se prendió en los barrios y cuadras de Cali. Vecinos cuentan historias de esta tradición

Por José Luis Carrillo, editor de Cali

En Cali las festividades navideñas no inician en el último mes de año y aunque muchas personas y expertos sostienen que el llamado día de las velitas (7 de diciembre) es la apertura de estas celebraciones, un caleño de barrio sabe que desde los primeros días de noviembre comienzan los preparativos.

“Aquí en Salomia todo pasa como de repente, eso se da natural. Por allá un vecino pone música de diciembre en el parlante, por el otro lado salen a lavar el antejardín, el viejo Jerry comienza a desempolvar los festones del año pasado y todos pendientes del ‘bocato’ (la vecina bonita) que va a poner las luces y ahí se va armando el ambiente”, cuenta Álvaro Mejía, morador del barrio desde hace 25 años.

Álvaro, quien también es profesor de inglés, cuenta que espontáneamente en su sector se van dando los pasos para que se cristalice todo lo que van a ser las festividades decembrinas con sus respectivas fechas claves: 7 de diciembre (día de las velitas), 16 de diciembre (inicio de las novenas), 24 de diciembre (nacimiento de Jesús) y 31 de diciembre (fin de año).

“Después se va recogiendo la cuota entre los vecinos para poner bonita la cuadra, eso sí, los colores tradicionales tienen que ser el rojo, el blanco y el verde y sí o sí, nuestra cuadra tiene que ser más bonita o más creativa que la cuadra de al lado”, dice.

Para el sociólogo Carlos Gálvez, magíster en Planeación Territorial, este tipo de expresiones ciudadanas son muy cerradas en términos afectivos.

“Es una serie de recursos que tienen un fin único y es poner bonita la cuadra para Navidad. Esto claramente tiene detrás ese mundo cristiano y eso lo que nos dice es que somos hermanos, porque todos somos hijos de Dios y en conclusión, la Navidad es el nacimiento de Dios, la figura del padre”, explica.

Agrega que cuando la gente se junta alrededor de un propósito siempre se destacan las costumbres del lugar, así como la comida y la música.

“Entonces, en estas actividades en los barrios el artista local se presenta, el que canta muestra lo suyo y van apareciendo otras manifestaciones que adornan la celebración inicial y ahí aparece la verbena, el bazar. Esto, en últimas, lo que muestra es cómo está viviendo la gente la ciudad”, dice el académico.

Añade que no menos importante es que estos espacios también se convirtieron en un escape social.

“La gente se olvida de sus realidades, de la política, del trabajo, de la calle, de la oficina y se conecta con la gente con la que convive, con la cuadra, con el barrio”, añade.

En resumen: la Navidad comunitaria en Cali, así como en muchas ciudades del país, son todas esas actividades que realizan en las cuadras, los barrios y ahora en algunas unidades residenciales para vivir las festividades decembrinas, sus tradiciones y enlucir sus espacios.

El sociólogo Germán Erazo destaca que un elemento primordial en estos encuentros comunitarios de fin de año es el pesebre que representa el nacimiento de Jesucristo.

“Cali tiene una tradición católica, de adornar las calles, que exista un pesebre grande en el barrio, además del pesebre en cada casa. Aquí la idea de compartir es muy importante. Por ejemplo, cuando viví mi niñez en el barrio Cañaveralejo, además de arreglar las casas y la cuadra con festones de plástico, se iba a las novenas en las casas de los vecinos y se daba comida, en cada hogar había buñuelo y natilla y al finalizar toda la novena del Niño Dios te daban un obsequio”, dice.

El académico sostiene que el concepto del pesebre, del nacimiento de Jesús, lo gesta San Francisco de Asís “y recordemos que los franciscanos tienen una influencia histórica en Cali”.

El sabor y el calor de la verbena

En el barrio El Guabal la minga navideña es un proceso con más método.

“Aquí la vecindad del Guabal inicia el proceso con muchos días de anticipación. Lo primero es definir quién va a participar y se cuadran las actividades, se reúnen los fondos. En algunos casos se rifan mercados y los productos los ponen los mismos vecinos. Algo muy importante es incluir a los niños en las mismas actividades para que no se pierda la tradición”, explica Diego Medina, comunicador social y líder del barrio El Guabal.

Agrega que más allá de la cuota económica lo importante de estas mingas navideñas es el proceso de cómo se gesta la integración.

“La clave de una buena minga navideña es la disposición de la gente, que haya un buen vecindario, pero creo que en Cali el calor y la cosa sabrosa está en la música. Nosotros tenemos un comité exclusivo para eso, te lo digo por experiencia. Cada vez que hacemos una actividad es importante que haya un grupo destinado para la música porque ellos son los que invitan y prenden el ambiente y claro, que sea música salsa y tropical de Navidad”, narra Medina mientras canta: “Aquellos diciembres que nunca volverán…”.

En las mingas navideñas, sostienen quienes hacen parte de ellas, ya se siente la llegada de la Feria de Cali, un evento que coincide con estas fechas. “Y se crea como un halo de ese sentir de la Feria y diciembre y en Cali es la única ciudad de Colombia donde se juntan de manera tan especial esas dos actividades en un mismo mes”, precisa Medina.

Asegura que en las últimas décadas ha tomado mucha fuerza en estos espacios la llegada de los familiares del extranjero que quieren vivir de nuevo esta experiencia de Navidad callejera.

“Y los que no alcanzan a llegar del extranjero mandan el billetico y desde la distancia empujan la actividad y se sienten parte de ella”, concluye.

Ya sea en Salomia, el Guabal o en Floralia, también en la Nueva Floresta o La Base o en algunos de los conjuntos residenciales de la ciudad donde viven cerca de 800.000 caleños, las luces, el color y la celebración comunitaria siguen vivos en los barrios y se resisten a desaparecer.