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Nancy Faride Arias, Subsecretaria de Equidad de Género. | Foto: Jorge Orozco / El País

TOQUE DE QUEDA

"Hay que buscar ayuda inmediata, si en aislamiento hay agresiones": Equidad de Género

La Subsecretaria de Equidad de Género, Nancy Faride Arias, dice que Cali es una ciudad machista.

22 de marzo de 2020 Por: Paola Andrea Gómez / Jefe de Redacción de El País

Hace un par de días, una mujer llegó a Casa Matria con diez puñaladas en su cuerpo. Estaba desesperada y con miedo de ser asesinada por su ex pareja, responsable de las agresiones. Entonces, aún sin la ruta de atención funcionado a plenitud, por asuntos de contratación pública, se diseñó un operativo especial y lograron sacarla de la ciudad, junto a sus hijos.

La subsecretaria de Equidad de Género de Cali, Nancy Faride Arias Castillo, quien antes de llegar a esta dependencia ya era una reconocida activista de los derechos de las mujeres, cuenta que todos los días se reportan situaciones complejas de esta y otra índole. “Nunca deja de sorprenderme lo que significa ser víctima de estas violencias y hay mujeres que las sufren todas al tiempo, porque dependen de su pareja que les niega el alimento, no les dan lo que les corresponde de sus bienes adquiridos, y las violentan física y psicológicamente”, dice.

Sobre la violencia en tiempos de cuarentena, así como los logros y retos de Cali frente a las mujeres, que son el 52% de su población, la funcionaria habló con El País:

La ONU advirtió que con el aislamiento para prevenir el coronavirus aumentará la violencia intrafamiliar. ¿ Cuál es su percepción y qué están haciendo para que ello no ocurra?

Es muy probable que haya aumento de abusos y agresiones. Lo que normalmente ocurre es que los casos de agresión aumentan en las fiestas que se celebran en familia o con la ingesta de alcohol. Por ejemplo, tras el fin de año hay mayor violencia de género. Ahora, al estar tanto tiempo bajo el mismo techo es previsible que aumente la agresión. A eso hay que sumarle que se multiplican las labores de las mujeres, porque nuestra tradición machista les encomienda la obligación de elaborar los alimentos, hacer los oficios de la casa, el cuidado de los niños, el arreglo de la ropa, todo esto que denominamos como la economía del cuidado para que se reconozca.

Hemos dispuesto que en cuarentena, en caso de registrarse una emergencia, se comuniquen con la línea 24 horas: 3105162760 o con la 3508032031 en horarios de oficina. Y que sepan que a pesar de la cuarentena estamos pendientes para brindarles un apoyo. Hay que buscar ayuda inmediata si se dan las agresiones.

Menciona que también en confinamiento se da un aumento de las labores domésticas asignadas a la mujer y que eso hace parte de la economía del cuidado. ¿Cómo se refleja ese concepto a diario?

Las feministas del mundo vienen trabajando en este tema. Porque son aspectos que no han sido posicionados por la académica tradicional. La economía clásica mide el desarrollo económico de un país por unos indicadores, pero se basa en el mercado. Se considera que trabajo y productividad tienen que ver con un trabajo formal con contrato que es remunerado. Y así se mide el Producto Interno Bruto y si se elevan los desarrollos económicos o no. Hay otro tipo de trabajo que es invisible que es el del cuidado y es este ejercicio que hacemos en casa las mujeres, de crianza, de producir alimentos, de que la casa esté bien, entonces las mujeres nos la pasamos en ese rol que nos ha sido asignado por la sociedad pero cuando tú le preguntas a un chico ‘en qué trabaja tu papá’ él te dice ‘en la oficina, en mecánica o es constructor’. Y si le preguntas ¿y tú mamá que hace? Responde, ‘Ah no ella en la casa’ o dice ‘ella no hace nada’. Y resulta que esta mujer es la que primero se levanta a hacer los deberes y es la que se acuesta de última.

Se dice que el trabajo doméstico y del cuidado aporta más del 20% al desarrollo económico de las naciones y es un porcentaje muy alto si lo comparamos con los aportes de la industria, del Comercio, y de otras facetas de la economía. Cuando hablamos de economía del cuidado es esa mirada que se está haciendo desde la perspectiva de género, de quienes son las cuidadoras de las personas enfermas, las personas de tercera edad o quienes se ocupan de las labores domésticas; el 95% lo hacen las mujeres y es un trabajo que desgasta, es muy agotador. El llamado es a que en principio se reconozca, que este trabajo merece ser considerado y que necesita de unas condiciones para que la mujer pueda tener momentos de descanso, estudiar o que pueda salir a trabajar.


¿Pero si siempre se ha visto la labor doméstica y de cuidado en un segundo nivel, por qué ahora habría de esperarse algo distinto?

Es un tema que se está reivindicando para lograr que los estados contribuyan con su parte, la empresa privada, todos los sectores. Es un tema de la sociedad que está en deuda con las mujeres, porque cuando algo se te descarga sobre tus hombros y te impide tener un desarrollo personal, y ser feliz, pues hay que prestarle atención.

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¿Cómo llega Cali a nivel de logros y de retos frente a las mujeres, en un año de reflexión en el mundo?

Que haya política pública para la mujer es un logro del movimiento social de mujeres, que ha venido por muchos años haciendo gestiones ante los gobiernos. Que haya una Subsecretaría de Equidad de Género, también lo es. Que haya un movimiento social de mujeres es muy importante para una ciudad, porque las mujeres tejemos espacios de protección mutuo, tejemos exigencias, cuando hay un feminicidio nos pronunciamos, incluso hay organizaciones que se han dedicado por su propia cuenta a apoyar a las familias de las mujeres que han sufrido de feminicidio y eso también es economía del cuidado.

¿Y en los retos? ¿Qué ha pasado, con el tema de ciudades seguras?

Ahí hay un logro pero también hay un pendiente. El logro es que estamos en un programa que se llama ‘Cali ciudad segura para las mujeres’. Hace poco estuvimos en un encuentro mundial en Marruecos, de experiencias en ciudades seguras y vimos que nosotros estamos haciendo un caminito por la educación, por los espacios públicos, y que hay mucho trabajo por hacer con los medios masivos de transporte, espacios públicos y con agendas culturales para apoyar los derechos de las mujeres.

¿Qué deuda tenemos con las mujeres de la ciudad?

En Cali vemos mucho el acoso callejero, el piropo. Cali es una ciudad que tiene como particularidad cultural de ser de la rumba, de la salsa, de que en Cali las mujeres son como las flores. Pareciera que es muy proclive nuestro medio a mirar mucho la parte física de las mujeres y los hombres tienden mucho a expresarse en torno a eso de manera incómoda, invasiva.

Entonces hay una percepción general de inseguridad, porque las mujeres no nos sentimos seguras saliendo a la calle, no nos gusta salir de noche, el transporte público es súper agresivo, se dan muchas situaciones de tocamientos, de roses, de invadir el espacio de las mujeres… es un tema cultural que hay que trabajar muy fuertemente, y que también es necesario educar, hacer campañas e intervenir físicamente los espacios.

Las mujeres de la Comuna Ocho nos contaban que hay un puente donde toda mujer que pasa es atracada; los tipos ya saben que ahí es facilísimo salir, de hecho la Secretaría de Seguridad Justicia va a intervenir ese espacio simbólicamente, mirando si hay que despejar algunas zonas, porque parece que la mujer tiene que arrinconarse en sus alrededores y en ese momento los hombres salen y le arrebatan el bolso, y corren. Ahí hay deliberadamente una intencionalidad de afectar a la mujer, esto sucede mucho en la oscuridad, cuando hay plantas altas, cuando no circula mucha gente, para las mujeres son espacios poco amigables.

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¿En qué hemos avanzado para darles más tranquilidad en esos espacios?

Se hizo una escuela con 250 taxistas de la empresa Taxi Libre para formarlos en equidad de género y en masculinidad no violenta. En esa empresa tienen en su sistema administrativo que han generado una política interna de equidad: los taxistas tienen que relacionarse con sus compañeras de manera adecuada, con sus esposas; hay una política de seguimiento, y si hay un taxista agresor es expulsado de la empresa.

Además, reparten la ruta de atención contra violencias, si se sube al vehículo una pareja en el que el hombre está agrediendo a la mujer, el taxista reporta o si ven una agresión hacia una mujer inmediatamente se hace viral en su red. Eso es un avance importante y fue lo que llevamos a Marruecos, esto fue muy particular porque que nadie más tenía algo así, entonces las compañeras de otros países se animaron mucho a conocer esta experiencia y la replicarán en Bogotá.

¿Hay alguna propuesta de ciudad que le inspire a montar algo similar en Cali, con perspectiva de género?

Canadá va muy avanzada en asuntos de transporte masivo. Tienen corredores para que las mujeres vayan en bicicleta, para que las personas discapacitadas vayan en su silla de ruedas. Todo está muy bien pensado, con un diseño casi que pensando milimétricamente en las necesidades de la gente, muy incluyente y eso es lo que tiene de bonito la equidad de género, que piensa en todo el mundo no sólo en las mujeres. Incluso ellos ya tienen baños neutrales, para las personas trans, que por la forma en como se presentan, a veces los rechazan, entonces una mujer que se hace hombre puede parecer muy femenina a los ojos de los hombres, la agreden si entra el baño de los hombres. O esta misma mujer entra el baño de las mujeres y las mujeres la ven muy masculina, entonces se preguntan ¿por qué entra aquí? Son asuntos que le dan calidad de vida a toda la población, le dan inclusión a la gente. También tienen por ejemplo una pequeña salita de la lactancia, entonces cuando van al metro a viajar 2 horas con su bebé, pueden entrar a una salita cómoda y sacar su leche, amamantar a su bebé, cambiarlo, eso es una maravilla para las mujeres.


¿Cali es o no una ciudad machista?

Cali es una ciudad salvajemente machista. Usted lo puede ver con el piropo callejero, que es exagerado y lo ejercen tanto jóvenes, como los mayores, no importa la clase social, hay tanto hombres de estrato altísimo como los de estrato bajo. Hombres de distintas razas. Pero además de ese acoso callejero, lo vemos en el alto número de casos de feminicidio, que es la expresión más salvaje del machismo y del patriarcado, porque los hombres se creen dueños de la vida de la mujer y piensan que si la mujer se va de su lado tienen el derecho de acabar con su vida. Cali es la segunda ciudad en Latinoamérica con mayores casos de feminicidio, junto con México.

Y las cifras de feminicidio y maltrato no disminuyen lo esperado...

Hay un registro alto de feminicidio este año y otros por esclarecer (9 en el Valle). Este año en Casa Matria, hemos atendido 178 mujeres en busca de ayuda y dos, en hogar de acogida. Se hace acompañamiento, asesoría y se les indica la ruta, se llama a la Fiscalía, a las comisarías a los hospitales, a toda parte.

Los colectivos feministas habían denunciado que estaba inactiva la ruta de atención y prevención por problemas de contratación...

Ya se solucionó. Ya estamos con puertas abiertas, tuvimos dificultades por la contratación que estuvo muy demorada pero luego de resolver los trámites administrativos que venían del año anterior, la ruta quedó normalizada.

Otra de las denuncias tiene que ver con el atraso en la entrada en funcionamiento de Casa Matria Oriente ¿Por qué tanta demora si dijeron que estaba casi lista para abrir?

No estaba lista para abrir. Se adelantaron a la noticia. Es cierto que se habían realizado gestiones y generaron el predio, hicieron muchas diligencias, pero quedaron pendientes otras porque el de predio está ubicado en una zona verde; ese lote era para zona verde de hecho ahí hay un polideportivo al lado, hay una biblioteca atrás, y haber construido esta casa ahí, necesitaba otras aprobaciones. Había que hacerle varias modificaciones a la casa que estaba casi abandonada, con las cañerías dañadas, los techos caídos y más.

Resulta que también había que desafectar el terreno, teníamos que tener unos planos digitales, entonces toca empezar a levantarlos. Con una comisión de ingenieros y arquitectos fuimos a visitar la casa y ya se está trabajando pero la casa no la alcanzamos a sacar ni en cuatro, ni cinco meses. La meta es entregarla a la mayor brevedad, porque la gente lo necesita.

Entre las peticiones de los colectivos feministas estaba también que siendo el 52% de la población de Cali las mujeres tuvieran más espacio en las contrataciones, los parques tecnológicos, todo el tipo de desarrollo de la actual Alcaldía…

A mí me parece factible, yo pienso que una buena organización del gobierno actual puede permitir eso. Por ejemplo, en la Subsecretaría tenemos unos hombres contratados, porque es con la equidad de género y porque se ve la necesidad del servicio, pero allí el 95% son mujeres.

¿Usted cree que las empresas están comprometidas con romper las brechas de género, hay empresas que podríamos mencionar como modelos en ese campo?

Sí hay empresas que son modelo, la Subsecretaría ha trabajado en un impacto de equidad con varias empresas de Cali, se les ha hecho una escuela de empoderamiento económico y ellas han revisado sus funcionamientos internos para generar mayor equidad, también para dar trabajo a mujeres víctimas de violencia. Entiendo que Fortox, Kelloggs, Colombina están entre esas 18 empresas.

¿Qué podemos hacer para que la ciudad sea menos machista?

La educación, campañas, los medios de comunicación tienen un papel importante. Anthony Colon habla de las ciudades educadoras y destaca mucho a los medios de comunicación y la publicidad, entonces él dice que supongamos que todos los días salgamos con el niño al colegio y coger el bus, si ese niño ve todos los días una zona durante 15 o 20 días una valla que dice ‘en Cali respetamos la diversidad sexual’, ese niño la ve una vez, dos veces y el empieza a pensar que en Cali respetamos la diversidad sexual, es una afirmación que para él puede empezar a tener las significaciones que se requieren para respetar. Los mensajes son muy importantes en ese proceso.

La educación es muy importante para enfrentar el machismo.

¿Si usted tuviera que aconsejar a una mamá o un papá o a un ciudadano normal para que esta fuera una ciudad menos machista, qué les diría?

Que uno tiene que deconstruirse, porque incluso muchas mujeres somos machistas y también reproducimos eso. Tenemos que deconstruirnos, porque nos han educado así por cientos de años, naturalizamos el machismo, naturalizamos la discriminación y no nos percatamos de eso, entonces cuando nos damos cuenta de que en las relaciones cotidianas hay violencias que te afectan por aquellos asuntos, empieza cambiar eso. Hay que enseñarles a los hijos a cocinar, a tender su cama, a hacer los oficios; cuando se hace uno lista de lo que hace la mujer en casa, uno se pregunta que puede hacer un hombre de esas tareas y ellos todo lo pueden hacer, lo que pasa que no le da la gana porque no se lo han enseñado.

¿Cómo hacer para romper ese imaginario que existe de que las feministas es una amargada aburridora que odia a los hombres?

El patriarcado se defiende, entonces esa es la manera de ponernos a la gente en contra, pero las feministas amamos a los hombres. Hay distintas tendencias, hay que decir que dentro de los feministas, hay feministas radicales y no quieren tener nada que ver con trabajar con hombres, con educar a los hombres, pero hay unas que no somos radicales, somos reconocedoras de las diferencias y pensamos que hay que trabajar con ellos. Hay feministas que no aceptan a las mujeres trans, nosotras aceptamos que hay mujeres que se sienten mujeres y que debemos acoger; hay feministas biologistas, hay feministas economistas, todas somos distintas, pero en general, las feministas lo que buscamos es que la historia se ponga en justicia con la mujer.

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