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Monumento de Cristo Rey | Foto: Jorge Orozco / El País

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Cali celebra 483 años, ¿qué tanto sabe usted de la historia de su fundación?

Historiadores hacen un recuento de los hechos que marcaron la fundación de Cali el 25 de julio en 1536. Alcaldía celebra la fecha con 27 eventos culturales que van hasta el 28 de julio.

25 de julio de 2019 Por: Jaír F. Coll Rubiano, especial para El País

Ni Sebastián de Belalcázar estuvo presente en la fundación de Cali ni la capital del Valle fue fundada en lo que hoy se conoce -al menos geográficamente- como Cali.

Primero, el conquistador español ordenó a su subalterno Miguel López Muñoz que constituyera la ciudad en su nombre el 25 de julio de 1536 por medio del Acto del Cabildo y segundo, este hecho se llevó a cabo en los dominios del Cacique Petecuy, en las afueras de la Cordillera Occidental, en un lugar cercano al mar y en los alrededores del río Calima.

Estos episodios vale la pena mencionarlos hoy, cuando se celebran los 483 años de la fundación de la ciudad, fecha que los historiadores recuerdan cómo el día en que se levantaron los cimientos de Cali y cómo estos cobraron la importancia de una capital que, en el pasado, solo era “un pueblito de paso”.

De acuerdo con Javier Tafur González, doctor en Humanidades y miembro de la Academia de Historia del Valle, tendrían que transcurrir dos años, en 1538, para que la ciudad fuera reubicada a su locación actual. “Muñoz instaló su estancia entre lo que hoy se conoce como Menga y Mulaló, que constituía la banda izquierda del río Cauca, aquella que no se inundaba como el resto del territorio, bastante cenagoso por esa época. Y luego Muñoz le vendió su estancia a Sebastián de Belalcázar, en donde junto con una india nicaragüense tuvo tres niñas y cuatro hombres”, cuenta.

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Las primeras casas, construidas en bahareque, se abrían camino en un valle infestado de monos aulladores y maiceros, así como de garzas, loros, serpientes, “entre otras alimañas”. Esto, mientras los indígenas de la zona -entre calimas y gorrones- eran puestos al servicio de los conquistadores: sus lomos, como vehículos de carga por falta de caballos, y sus manos, en labores de minería.

La Merced, eje central de antaño

Fue en el mismo punto en donde está la Iglesia La Merced en la que se celebró la primera misa católica de Cali, la misa de la fundación en 1536. Quien la precedió, el fraile Fray Santos de Añascos, refiere en documentos que el templo ya existía en 1540.

Así como la Edad Media en Europa, la vida de La Conquista en Cali -y en todo el país- giraba en torno a Dios y a las leyendas que derivaban de su creencia. Basta con contar la historia de la Virgen de los Remedios, la más antigua de Cali. Era el año de 1580. Luego de que el fraile Miguel de Soto se ganara la amistad de los indígenas de la zona tras numerosas evangelizaciones, estos lo condujeron a las montañas de Queremal, en donde en medio de una cascada se encontraba una Virgen pulida en piedra.

El religioso, encantado con la belleza de esa escultura que superaba la de su despacho, ordenó que la condujeran a la Iglesia La Merced, en donde no permaneció mucho tiempo, porque a los pocos días se encontraba inexplicablemente de nuevo en las montañas de Queremal.

“Según se cuenta, intentaron regresarla dos veces más, pero la Virgen de los Remedios se ‘resistía’ a salir de en medio de la cascada hasta que se armó una procesión con los vecinos de Cali y el ícono por fin se acomodó en La Merced”, señala Alejandro Archila Castaño, director del Museo de Arte Colonial y Religioso de La Merced.

Llama la atención que el Niño Dios sostenido en brazos de la Virgen tenga en una de sus manos un chontaduro, uno de los frutos que los indígenas ofrecían al ícono en la antigüedad, fruto que hoy es símbolo de la gastronomía caleña. Archila Castillo destaca con fuerza: “¡La única imagen de una Virgen en la que encontraremos un chontaduro en todo el mundo!”

“La vida de los habitantes giraba en torno a la religión. Tanto es así que por esas fechas se hacían procesiones con la otra Virgen que hay aquí, la de la Merced, en las calles de Cali para que lloviera cuando hiciera falta en época de sequía”, afirma.

Pero la Iglesia La Merced también jugó su papel en una de las habituales disputas que Sebastián de Belalcázar sostenía con otros conquistadores españoles. Era 1542 y el fundador de Cali no lograba ponerse de acuerdo con Pascual de Andagoya a propósito de a quién correspondía la Gobernación de Popayán, por lo que el constructor de la Iglesia, el fraile Hernando de Granada, intercedió entre ambos y mientras las discusiones seguían su curso, ambos se habrían hospedado en el convento, según documentos encontrados hace 41 años. Al final, Belalcázar ganó la disputa.

Cali no dejó de ser un ‘pueblito’ hasta el siglo XX

“Puerto terrestre. Esa era la denominación que tuvo Cali hasta finales del siglo XIX, porque era considerado un pueblo de paso, por el que llegaban las mercancías provenientes de Buenaventura y se distribuían a Norte y Sur. En ese momento, Popayán era la ciudad más importante”, explica el Director del Museo de Arte Colonial y Religioso de La Merced.

La historia nacional solo le reconocía el grito de independencia del 3 de julio de 1810, 17 días antes del episodio del Florero de Llorente en Bogotá, lo que llevó en ese entonces a una confrontación de los cabildos de Cali, Anserma, Cartago, Toro, Buga y Caloto con la Gobernación de Popayán (de dominio español).

Tras su fundación tuvo que esperar 373 años para convertirse en la capital del Valle del Cauca. Era 1911 y Cali tenía 28.000 habitantes; la electricidad había llegado hace apenas unos meses, cuando se iluminó la Plaza de Cayzedo. Solo dos años más tarde llega el primer carro y en otros cinco, la primera locomotora. Lo que hoy se conoce como la cultura caleña solo empezaría a tomar forma con la época dorada de la salsa en los años 70’ o las producciones de Caliwood que empezaban a cobrar vigencia.

“Aunque la importancia histórica relegó los hechos anteriores -digamos- al olvido, no significa que nunca hayan ocurrido, porque también se hizo arte en la época de La Colonia, pese a que todo estaba centrado en lo religioso. Por ejemplo, aquí tenemos una pieza hecha por un pintor caleño llamado Carlos Quesada en 1814 y que rinde homenaje a la Virgen de La Merced”, subraya Archila Castaño.

Y es que de acuerdo con Tafur González, gran parte de la cocina tradicional del Valle es de origen indígena, que aportó el chontaduro, el maíz, el masato, el champús, la mazamorra y la chicha, entre otros.

“Es importante reconocer las contribuciones de los indígenas, incluyendo las que dejaron en el ADN de todos nosotros. Es necesario anotar que no solo se trata de celebrar una fecha de fundación por un conquistador, que no fue ajeno al sometimiento dado a los indígenas. La historia no solo puede contar con el peninsular o el alférez, sino también con el cacique y los resguardos”, asevera el historiador.

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