La caída del puente sobre el río La Vieja en la carretera que comunica al Valle con Quindío y por consiguiente con el centro del país, tendrá un impacto económico importante en la región. Es el momento de pedir que las autoridades centrales actúen con agilidad para restaurar cuanto antes el paso vehicular en la que es, sin duda, una de las principales vías de Colombia.
Las causas del desplome de la infraestructura, ocurrido en la tarde del miércoles y que dejó como saldo dos policías fallecidos, quince personas más heridas, así como varios vehículos destruidos, siguen sin establecerse. Se trata de un puente construido 40 años atrás, entregado en concesión en 2006 a Autopistas del Café, empresa encargada de velar por su mantenimiento y garantizar su buen estado. Para no caer en especulaciones, lo prudente es esperar los resultados de las investigaciones para conocer las razones del colapso.
En lo que sí es necesario insistir es en encontrar soluciones rápidas para que lo ocurrido tenga las consecuencias menos graves para el comercio internacional, el turismo y la economía, tanto a escala regional como nacional. Si bien hay vías alternas que permiten sortear provisionalmente la situación, como la que comunica a Armenia con Pereira y Cartago, habilitada para el tráfico pesado, y la carretera secundaria entre los municipios de Quimbaya, en el Quindío, y Alcalá, en el Valle, acondicionada para vehículos livianos, esos desvíos significarán tiempos más largos de desplazamiento y mayores costos para el transporte de carga, de pasajeros o particular.
No se puede olvidar que la vía afectada es la más importante para el tránsito vehicular entre el centro del país, el puerto de Buenaventura -por donde se movilizan el 50% de las exportaciones e importaciones de Colombia- y hacia el sur del territorio nacional y del continente. Entre más tiempo se demore su restauración o la construcción de un nuevo puente, el impacto será mayor y se podría percibir en un aumento de precios de la canasta básica o de los fletes del comercio exterior.
Así mismo se debe hacer un llamado a las autoridades departamentales y nacionales para que atiendan a la población de Caicedonia, en el Valle, que ha quedado en la práctica incomunicada por la caída de esa infraestructura, que se suma al colapso del puente Barragán sucedido seis meses atrás y que sigue sin ser intervenido para su arreglo, según lo denunció su alcalde.
Si a la caída del puente del Alambrado se añade el derrumbe a mediados de enero de la vía Panamericana a la altura de Rosas, Cauca, que aún no tiene solución definitiva, se concluye que el Valle está atrapado por los graves daños en dos ejes vitales de la infraestructura vial nacional. Por ello las consecuencias directas serán para el departamento, pero también para la industria y el comercio nacionales, así como para sectores como el turismo, que tanto se empeña en impulsar el actual gobierno.
Los juicios de responsabilidades se harán cuando se conozcan las causas del desplome del puente sobre el río La Vieja. Por lo pronto, el propósito debe ser brindar las soluciones que permitan restablecer en el menor tiempo posible el tránsito entre el Valle y Quindío.