Cali debió ser piloto en Colombia de la transformación de la movilidad y el uso de medios alternativos para transportarse, como la bicicleta. Su geografía, el clima y las distancias cortas son características favorables para el desarrollo de ciclorrutas, seguras y exclusivas, que pudieran facilitar el desplazamiento y ayudaran, de paso, en la transición impostergable hacia formas de movilización amigables con el medio ambiente.

Entre promesas e incumplimientos, esa posibilidad hoy sigue frustrada. De las desordenadas iniciativas adelantadas por la anterior Administración Municipal, que no respondieron a estándares técnicos ni a la lógica común, como se vio en unos bicicarriles estrechos o que terminaban de forma abrupta en medio de vías arterias, se pasó a la inacción en el gobierno de Jorge Iván Ospina.

El sistema de bicicletas públicas fue el ambicioso proyecto que nunca vio la luz. Cuatro años hablando de él, con un presupuesto de $8.000 millones asegurados, según la Secretaría de Movilidad, y con el anuncio de una licitación aplazada que por fin se realizaría en el primer trimestre de este 2023, el periodo del actual alcalde se terminó y el programa nunca se concretó “por un tema de recursos”, como le dijo el actual Secretario a este diario.

De haberse adelantado, seguro hubiese sido otro fracaso. ¿De qué sirve contar con un sistema de bicicletas públicas cuando no existe la infraestructura adecuada? Hay que ver el estado actual de las ciclorrutas para entender que esa no fue una de las prioridades de la administración saliente. La que quedó del gobierno anterior, defectuosa por demás, se dejó en el abandono, sin mantenimiento, sin la adecuada señalización y fue desdibujando rápidamente. Hoy, esos carriles que deberían ser exclusivos para ciclistas son vías para motos o lugar de parqueo para otros vehículos.

Tampoco se avanzó en la construcción de más ciclovías. Hoy siguen los mismos 135 kilómetros de hace cuatro años, aunque en peores condiciones, y la propuesta de ampliarlas a 222 kilómetros se quedó solo en eso, en propuesta. Porque tampoco se ha terminado la ciclorruta de la Calle 5 entre carreras 70 y 80, apenas un kilómetro, al que le falta el tramo final. Pueda ser que se cumpla la palabra de entregarla antes del 31 de diciembre, cuando concluye oficialmente la Administración Ospina.

La tarea, de nuevo, le queda al próximo alcalde. Las condiciones están dadas para que Cali se convierta en la primera ciudad colombiana en la que se privilegie el uso de la bicicleta, donde se incentive esa alternativa de transporte con una infraestructura que cumpla con los estándares básicos, en la que se les brinde la seguridad necesaria a los usuarios.

El cambio demanda tiempo, sin duda, así como una inversión importante de recursos. De paso, es necesario comenzar un proceso de transformación cultural de la ciudadana, en el que se enseñe a respetar tanto a los ciclistas como la exclusividad de sus carriles. Para ello hay que rescatar dos principios básicos: rescatar el principio de autoridad y devolverle el orden urbano a la capital vallecaucana. Cali no quiere más frustraciones.