“Hago una vez más este llamamiento a todas las personas de buena voluntad para que respeten, al menos en la fiesta del nacimiento del Salvador, un día de paz”. ¿Qué pasaría si todos los gobiernos del mundo, todos los grupos armados ilegales, todas las fuerzas beligerantes y todas las personas que generan cualquier tipo de violencia se dieran la oportunidad de acoger esta invitación hecha por el Papa León XIV hace unas pocas horas?
Sin duda sería una jornada histórica, porque lo que sucedería en la Navidad de este 2025, que ya casi termina, sería que la muerte, la guerra, los odios y los excesos de poder le darían paso, al menos por 24 horas, a la vida.
Porque, más allá del credo que profese cada persona, todos los habitantes del orbe saben que lo que el cristianismo conmemora cada 24 de diciembre desde hace más de dos mil años no es otra cosa que la promesa de un mundo mejor que significa la Natividad de Jesús.
Y por supuesto que la Tierra será un lugar más acogedor si se venera, se protege y se defiende la vida en todas sus manifestaciones y por encima de cualquier consideración que intente validar el que sea irrespetada y acabada.
Pero eso solamente será posible a nivel mundial si, por ejemplo, el Presidente de Rusia acepta la petición de tregua que varios líderes, incluido el Sumo Pontífice, le han solicitado en medio de la confrontación que mantiene en Ucrania desde hace ya casi cuatro años.
De igual forma, si las autoridades de Israel y Palestina mantienen el frágil acuerdo de paz vigente desde octubre pasado, para que los creyentes de Gaza logren congregarse sin temor ni riesgo en la iglesia de la Sagrada Familia, la única parroquia católica latina existente en esa ciudad, para celebrar la Navidad con todo el fervor y la tranquilidad que esa festividad amerita.
Ahora bien, el llamado del Papa León no es únicamente para aquellos lejanos países. La suya es una invocación para el mundo entero, incluida Colombia. Por eso, esta es la oportunidad para que los grupos al margen de la ley que han anunciado treguas para la temporada de fin y comienzo de año no solo honren su palabra, sino que también reflexionen sobre el daño que sus acciones violentas les causan a poblaciones enteras a las que tienen sometidas casi siempre en razón de las economías ilícitas con las que financian su guerra.
Solamente así el nacimiento de Jesús podrá realmente significar la alegría, la luz, la esperanza y la paz que tanto anhelan las víctimas del conflicto armado en nuestro país, especialmente las de regiones como el Cauca, que este año han resultado muy afectadas por atentados y otras alteraciones del orden público que les han arrebatado seres queridos, tierras e ilusiones.
“Ojalá nos escuchen y haya 24 horas, un día de paz en todo el mundo”, insistió el líder de la Iglesia Católica este 23 de diciembre y ojalá su llamado también llegue al corazón de cada colombiano, para que la fraternidad, la compasión, la solidaridad y la tranquilidad enmarquen esta importante conmemoración.
¡FELIZ NAVIDAD!