Desde la invasión de Crimea hace siete años y el acuerdo que permitió detener el escalamiento del conflicto entre Ucrania y Rusia, la tensión ha sido la nota predominante. Ahora, las movilizaciones del ejército ruso en Dómbar, región que vecina, reviven la posibilidad de incrementar las posibilidades de un conflicto en el cual pueden involucrarse el Tratado del Atlántico Norte, Otan, y en especial los Estados Unidos.
La confrontación no es novedosa, ha generado miles de muertes y desplazamientos o ‘errores’ como el derribamiento de un avión civil por un misil de fabricación rusa. Es tal vez la mejor expresión de las diferencias y el pulso que mantiene Europa con la Rusia de Vladimir Putin, quien se empeña en ampliar sus dominios, o de usar tensiones para fortalecer el control del poder que detenta el antiguo director de la central de inteligencia en las épocas de la Unión Soviética.
Desde esa perspectiva, las posibilidades de una conflagración son todavía remotas, a pesar de las movilizaciones masivas que los ejércitos de Putin han realizado en Dómbar para, supuestamente, impedir una masacre de los quinientos mil habitantes rusos que habitan en la región.
Lo que sí es evidente es el intento del presidente ruso de impedir que Ucrania se una a la Otan y, por tanto, permita la instalación de armamento que, sobre el supuesto de ser de carácter defensivo, amenace su control y presencia en una de las regiones más volátiles del mundo actual.
Por ello, las negociaciones han sido hasta ahora la característica principal de las últimas semanas, en las cuales se hacen notorias las habilidades de Putin. El intento más importante fue la conferencia entre el presidente de los Estados Unidos y Rusia, en la cual Biden insistió en advertir que Estados Unidos no observará impasible una invasión rusa a sus vecinos, y Putin afirmó que no tiene planes de hacerlo. Fueron dos horas de conferencia virtual en las cuales parece quedar clara la obligación del país norteamericano y de sus aliados europeos de defender a Ucrania en caso de un ataque, y la reconocida habilidad del dirigente ruso para conseguir dividendos políticos a partir de mostrar el poder bélico de su país.
Así las cosas, la guerra en esa región parece remota. Sin embargo, el conflicto está creciendo y todo puede llevar a un estadio en el cual se incremente las tensiones entre Europa y Rusia, en lo cual Ucrania cumple un papel de ficha en el complicado ajedrez de intereses que se juega entre las dos partes. Conflicto que puede llevar a incrementar las sanciones económicas, diplomáticas y políticas de la Unión Europea y Estados Unidos contra Rusia, llevando las tensiones a límites peligrosos e indeseables.
Por ahora, puede decirse que la guerra en Ucrania está aún lejana, y que lo que se está creciendo es esa especie de Guerra Fría que se vivió durante cincuenta años entre el final de la Segunda Guerra Mundial y el colapso de la Unión Soviética y el comunismo. Pero nada puede asegurar que un error o cualquier malentendido pueda encender un conflicto bélico que tendría consecuencias insospechadas para todo el mundo.