Lo que está produciendo el Covid-19 en Cali es muy grave y hay que tomar acciones para evitar que se vuelva una situación de consecuencias mayores. O a que sea insostenible el manejo sanitario, como ha ocurrido en varias ocasiones desde que comenzó la pandemia hace 24 meses.
Las cifras demuestran lo que se ha llamado el ‘hípercontagio’ producido después de las fiestas de diciembre en la capital del Valle. Si hace dos semanas cinco de cada cien pruebas eran positivas, ahora son 37 los contagios detectados por cada centenar de muestras tomadas. Por ello, de tener 1314 nuevos casos confirmados el martes 3 de enero, se pasó a registrar 3492 al día siguiente.
Y comienzan a activarse las alarmas en los hospitales y clínicas, algunos de los cuales reportan ocupaciones de entre el 90% y el 100% de su capacidad. Mientras tanto la atención para la toma de muestras en los puntos oficiales, en las EPS o laboratorios particulares está desbordada porque no hay suficientes insumos para atender la avalancha de caleños que quieren confirmar cuál es su condición.
El resurgimiento de la pandemia en Cali es producto de la política permisiva de la Alcaldía, que llevó a las aglomeraciones que se vieron en el Festival Petronio Álvarez a mediados de diciembre, en los eventos masivos de la Feria, y la peor de todas en la verbena autorizada en el barrio Ulpiano Lloreda donde se reunieron 20.000 personas. Así se argumente que se siguieron protocolos como exigir carnet de vacunación con el esquema completo, fue evidente la imposibilidad de controlar el cumplimiento de medidas básicas como el distanciamiento social o el uso permanente de tapabocas.
La excusa frente a las críticas que se han hecho, en particular por los gremios de la salud que ven con angustia la situación desbordada que se vive por la multiplicación de contagios, no puede ser que de no haberse permitido esas festividades se hubiera producido un “estallido social”, como lo afirmó el alcalde Ospina. Las consecuencias son graves y frente a lo que ahora vive la ciudad hay que tomar decisiones adecuadas y concitar a la sociedad a que aporte a las soluciones.
A los caleños se les debe pedir que eviten reuniones, acaten las recomendaciones de uso permanente del tapabocas, lavado de manos y distanciamiento mínimo, y que por algunas semanas se queden en casa y no salgan si no es necesario. Así mismo decirle al sector empresarial que en la medida de lo posible restablezca el trabajo en casa para evitar que se propague aún más la contaminación.
Lo que se conoce del ómicron es que no es tan letal aunque su capacidad de contagio sea 10 veces mayor que la de otras variantes, y da tranquilidad saber que el 75% de los caleños recibieron una dosis y el 56% tiene el esquema completo. Este ya no es el momento de discutir si vacunarse o no, en la ciudad hay suficientes dosis y hay que hacerlo porque es la manera de que defendernos de esta nueva ola de contagios.
Ojalá el gobierno municipal tome la iniciativa y promueva el aislamiento voluntario para tratar de bajar lo que se ha vuelto una situación peligrosa para la comunidad caleña.