Un puñado de muchachos, qué paradoja, muchos de ellos de las regiones más pobres de Colombia, les están dando grandes alegrías a Colombia pero, sobre todo, una lección de humildad y de fe con lo que han hecho en el Mundial Sub 20 que termina el domingo en Chile.
La Selección Nacional, dirigida por César Torres, un caleño de 49 años, tranquilo, serio e indiscutido líder del grupo, jugará por el tercer lugar del certamen, un privilegio que equipos de pergaminos como Brasil, España, Estados Unidos y la local Chile, entre otros, no pudieron alcanzar.
Sí, lo ideal hubiese sido la disputa del título, pero en cada partido se juega con los tres resultados posibles: el empate, el triunfo y la derrota, y a Colombia el miércoles le tocó caer ante Argentina, perdiendo la opción de llegar a esa última instancia.
Sin embargo, eso no opaca todo lo bueno que estos muchachos han hecho en Chile. Avanzar hasta las semifinales y dar el paso para la disputa del tercer lugar en un Mundial que inició con 24 equipos, es un logro que no se conseguía desde el 2003, cuando en la cita de Emiratos Árabes el combinado nacional mostró su poderío y se codeó con los grandes del mundo.
En este Mundial de Chile, Colombia hizo una gran campaña en primera fase, terminando invicta en cuatro partidos y liderando un grupo que compartió con Noruega, Nigeria y Arabia Saudita.
En octavos dejó en el camino a Sudáfrica, y en cuartos de final eliminó nada menos que a España que era una de las grandes candidatas al título; un triunfo que sin duda la puso en boca del mundo del fútbol.
Pero, lo más importante se ha dado fuera de las canchas. Esta Selección ha logrado unir a un país dividido políticamente e inmerso en una espiral de violencia que llena de luto a muchos hogares.
El fútbol, de la mano de este equipo, ha sido el antídoto para los muchos males que aquejan al país. Lo más importante es el mensaje que la Selección nos envía en cada partido, que nunca hay que darse por vencido, que hay que levantarse y seguir el camino con paso firme.
Eso es lo que han hecho en este Mundial, además de posicionar el nombre de Colombia en el concierto internacional al ubicarse entre las cuatro mejores selecciones del mundo en la categoría Sub 20.
Ojalá las nuevas generaciones se vean en este espejo para que puedan luchar por sus sueños. Ni el más grande problema, ni la escasez que tanto abunda en los hogares, y mucho menos las necesidades, deben ser obstáculos para triunfar, para ser alguien en la vida.
Del necesitado Nariño, del golpeado Valle del Cauca, de la resiliente Antioquia, de la urgida Costa y de muchas otras regiones olvidadas por el Estado, salieron estos muchachos que hoy, con orgullo, ondean la bandera nacional en el exterior.
Que sigan las buenas noticias, que el deporte continúe siendo el vehículo ideal para arrancarles una sonrisa a todos los colombianos, y que los jugadores que hoy visten la camiseta colombiana en la categoría Sub 20, sean el ejemplo que muchos niños necesitan para salir adelante.