Si bien el Covid-19 fue el gran protagonista desde finales del 2019, cuando fue descubierto en china, se expandió por el mundo y causó la pandemia más amenazante en los últimos cien años, el 2021 fue el año en el cual la ciencia demostró su capacidad para enfrentarla y devolverle la esperanza a una humanidad que aún está afectada por las consecuencias del misterioso e invisible enemigo.

El 2020 fue el año en el cual se produjeron grandes y graves consecuencias en el orden social y económico del mundo a causa del microscópico virus que se expandió con fuerza inusitada, debido al progreso. Quién lo creyera, la intercomunicación producto de la globalización que impulsó el intercambio mundial de bienes y servicios, se constituyó también en el motor que dispersó por el planeta un virus que, según se ha aceptado hasta ahora, fue producto de una mutación ocurrida en China.

La respuesta fue en principio atropellada. Cierre de fronteras, toque de queda, parálisis y, ante todo, miedo al elemento desconocido cuyas víctimas crecían como espuma mientras en algunos sectores se producía la resistencia a creer que lo que estaba ocurriendo era real. Y medidas sanitarias drásticas y aparatosas que buscaron proteger ante todo la vida humana del enemigo invisible, dejando una estela de problemas sociales como el desempleo, el aislamiento y la parálisis casi total de la economía.

Pero la ciencia desarrollada por los seres humanos trabajó de manera incansable hasta lograr una vacuna contra el mal que se llevaba la vida y la salud de la especie. Y lo logró en diez meses, dándole un respiro y permitiendo superar lo que hasta ese momento amenazaba con destruir el tejido social en todos los países, sin importar su nivel de bienestar o su capacidad económica.

A partir de enero del 2021, la esperanza volvió con las vacunas, lo que hizo posible que la humanidad volviera a encontrarse en la medida en que se expandía la aplicación de dosis, aunque todavía quedan vastos sectores de la humanidad sin tener acceso a ellas. El mundo regresó a sus actividades y la actividad social y económica adquirió una nueva dinámica, incrementada ahora por los desarrollos tecnológicos y de comunicaciones que se crearon para responder a la emergencia y evitar el colapso.

Hoy, y a pesar de que el virus y sus mutaciones obligan a encontrar nuevas respuestas, el panorama es distinto: la actividad social regresó, las economías van en franca recuperación, existe conciencia sobre la necesidad de protegerse sin que ello signifique llegar a una nueva parálisis. No obstante, aún quedan miles de seres humanos sin acceso a las vacunas, debido a la pobreza de sus naciones y allí se generan también las mutaciones que de nuevo causan alarma y desencadenan reacciones en el mundo desarrollado.

Lo cierto es que, como dijo el Ministro de Salud de Colombia, “el virus llegó para quedarse” Pero también es real que en el presente año el mundo aprendió a enfrentarlo y ya hay elementos, medicinas y recursos para enfrentarlo. Por ello, el 2021 fue el año de la salud y el 2022 debe ser el que marque el final de la pandemia.