Contra todas las críticas y venciendo los malos augurios, la economía colombiana y la recuperación del país sigue dando motivos de esperanza para superar la innegable crisis social del país. A punto de elegir el presidente para los próximos cuatro años, es el momento para pedirles a los dos candidatos que le aseguren la estabilidad necesaria para conseguir la tranquilidad y el progreso de la Nación.
Los datos impresionan a todo el mundo. En el 2021, el Producto Interno Bruto creció el 11,5%, entre enero y marzo del presente año ese aumento fue del 8,5%, reflejando una reactivación indudable en casi todos los sectores de la producción y los servicios. Como consecuencia, el desempleo ha cedido de manera considerable, llegando al 11,2% a 30 de abril y los indicadores de pobreza muestran ya una tendencia a la reducción.
Por supuesto y como está ocurriendo en casi todo el planeta, incluyendo los países más desarrollados, la inflación es hoy el peor enemigo de la tranquilidad, Pero incluso en eso se están logrado progresos como lo demuestran las cifras a 31 del último mes reportado por el Departamento Nacional de Estadísticas, de 0,84% y de 9,7% en el año corrido, algo similar a lo que sucede en países como los Estados Unidos
Son resultados palpables que indican un manejo apropiado de la economía que se acompaña de una dinámica recuperación de la actividad empresarial, todo lo cual anticipa que el país tendrá recursos para responder el costo enorme que debió asumir para enfrentar la pandemia del Covid-19. Y una tendencia que demuestra una actitud positiva aún en medio de la campaña electoral más enconada y si se quiere más revolucionaria de las últimas décadas.
Por supuesto, Colombia necesita medidas significativas para lograr que esa tendencia de crecimiento se traduzca en soluciones para combatir la inequidad, reducir los índices de pobreza y mejorar la capacidad del Estado para resolver las necesidades básicas insatisfechas que padece una proporción amplia de la sociedad. Lo más importante será sin duda acabar con la corrupción y el clientelismo que se devoran los recursos públicos e impiden que las instituciones cumplan el papel que les asigna la Constitución.
Pero eso no puede significar que se destruya lo que hasta ahora se ha construido tanto por los gobiernos como por el esfuerzo de todos y cada uno de los ciudadanos. Ni dar un viraje producto de un triunfo electoral que si bien refleja la voluntad política de la mayoría de quienes votan no necesariamente significa una carta blanca para dar un salto al vacío que afectará la credibilidad y el progreso de nuestro país.
Hoy, la economía de Colombia es reconocida por su crecimiento en organismos como la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, Ocde, donde se le distingue como la de mejor desempeño y se le otorga una perspectiva de crecimiento del 6,1% al finalizar el 2022. Esa evaluación positiva debe ser un llamado para que quien sea elegido el próximo domingo haga lo que sea necesario para continuar esa tendencia de progreso y evitar que se destruya lo que los colombianos han construido hasta ahora.