“Me ponía una máscara y le daba a entender a todo el mundo que todo estaba bien, aunque por dentro me sintiera muriendo”.
Así recuerda Dayana, a sus 24 años, lo difíciles que fueron su niñez y su adolescencia, por cuenta de los trastornos mentales que padecía. Por fortuna, también cuenta que “la terapia y el apoyo de mis seres queridos fueron fundamentales” para enfrentar los episodios de ansiedad y depresión que la acechaban.
En efecto, contar con ayuda profesional y el amor de la familia resultan definitivos para que los menores no alberguen pensamientos que los puedan llevar a intentar acabar con su vida, ya sea como resultado de enfermedades como las mencionadas o por sentimientos de soledad, abandono o desesperanza, que cada vez parecen estar más presentes en ellos.
Según la Organización Mundial de la Salud, uno de cada siete jóvenes entre los 10 y los 19 años padece de algún trastorno mental, y el suicidio se ha convertido en la tercera causa de muerte entre los 15 y los 29 años.
Unas cifras contundentes que deberían llevarnos a pensar qué estamos haciendo mal como sociedad para que las nuevas generaciones estén siendo tan golpeadas en su salud mental, debido al auge de casos de bullying, maltrato familiar o falta de reconocimiento.
Porque, según los especialistas en el tema, es posible que factores como los tres mencionados puedan desencadenar sentimientos negativos que, de no ser atendidos, se vayan acumulando y conduzcan a intentos de quitarse la vida.
De ahí que, aunque sea positivo que Cali presente hoy la cifra más baja de suicidios de los últimos tres años, la mirada se debe centrar en los 68 casos registrados durante lo que va corrido del 2025, según el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de la Secretaría de Salud Municipal.
De seguro entre ellos se cuentan niños, adolescentes y jóvenes, al igual que entre los 1131 reportes de personas que han intentado quitarse la vida en la capital vallecaucana en este año.
De ahí que sea necesario que, como lo plantea una campaña lanzada en Cali a propósito del Día Mundial para la Prevención del Suicidio, se revalúe la idea de que está mal hablar de manera pública o privada de esta conducta, que suele resultar muy dolorosa tanto para quien intenta llevarla a cabo como para sus allegados.
Por el contrario, lo que aseguran los expertos es que todas las personas, pero especialmente los menores de edad y los jóvenes, deben sentirse libres de poder hablar con total libertad y sinceridad de lo que les afecta emocionalmente con su familia e incluso con quienes tienen a cargo su formación educativa.
Solo así los adultos a su alrededor podrán tener más herramientas para detectar comportamientos, actitudes o lenguajes que les permitan identificar que algo no está bien con la salud mental de sus niños o adolescentes y tomar las acciones correspondientes para acompañarlos a enfrentar tal situación.
Como dice la campaña, ‘Hablar sana’, y es lo que se debe hacer con los menores y los jóvenes, máxime en esta época en la que la tecnología mal empleada parece empeñada no solo en separar a las personas, sino en reemplazarlas.