Amado Dios, me amas infinitamente, vives en mi interior, me acompañas y me cuidas.

Gracias por ese amor puro, incondicional. Es triste que te muestren como juez. Eres el amor de mi vida.

Mi Dios, tú siempre conmigo; en tiempos turbulentos eres mi fuente de buena energía.

Me relajo, medito, me tranquilizo; las sombras se esfuman y experimento una paz serena.

Dios Madre-Padre, me susurras: “Te amo, confía y vibra en amor. Todo estará bien”.

En días amargos, me amo y mantengo viva la fe, con un corazón tranquilo y agradecido.

Gracias, amado Creador, porque soy una expresión de tu amor infinito y tu bondad.

Soy uno contigo y con todos; somos la misma hermosa energía. Me amas y te amo.