La creencia en un infierno se remonta a Babilonia más de 700 años antes de Cristo.

No era un lugar de castigo, sino el lugar de los muertos que en hebreo se llamó Sheol.

Muy poco se habla en la Biblia de eso y los escritores del Nuevo Testamento se lo atribuyen a Jesús.

Esa creencia tuvo mucho que ver con la influencia griega porque ellos creían en el Hades.

Un lugar de horribles castigos eternos no cuadra en absoluto con el infinito amor de Dios.

Cada ser cosecha acá mismo en la Tierra lo que siembra, y eso es fácil de comprobar.

El que obra muy mal nunca goza de paz, ni de un buen hogar, ni de buenos amigos y acaba mal.

Toda alma va a Dios. Por eso Jesús dice a un delincuente en la cruz: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”.

@gonzalogallog