Dentro de la crisis que afrontan todos los medios de transporte público la peor parte la llevan los sistemas Integrados de Transporte Masivo (SITM) que se han desarrollado en siete ciudades del país, que representan uno de los grandes fracasos de las políticas públicas de los años recientes.

El éxito inicial de Transmilenio en la troncal de la Caracas en Bogotá, que logró una movilización de pasajeros superior a la esperado, generó la ilusión de que era replicable en otras ciudades del país. Entonces se organizaron el MÍO en Cali, Transmetro en Barranquilla, Metrolínea en Bucaramanga, Transcaribe en Cartagena, Metroplus en Medellín y Megabus en Pereira.

Hoy ninguno de estos Sitm, ni siquiera el de Bogotá, genera los ingresos suficientes para cubrir sus costos de operación, y siguen operando solo porque los distritos y municipios les aportan multimillonarios recursos cada año. Se estima que antes de los problemas adicionales que trajo la pandemia, las siete ciudades debían dedicar unos $2,5 billones anuales a este subsidio, siendo los más cuantiosos Bogotá con $1,8 billones, Medellín con $350.000 millones y Cali con $218.000 millones
Cuando se diseñaron los Sitm se asignó a concesionarios privados la compra de la flota de buses y la operación de los mismos. Se esperaba que el recaudo de pasajes iba a ser suficiente para cubrir los gastos de operación de los buses, y recuperar con utilidades la inversión realizada por los empresarios privados. Al sector público le correspondió realizar la inversión en infraestructura (troncales dedicadas y estaciones), sin recuperar ni recibir ningún retorno por esa inversión. Unos $20 billones de recursos públicos se destinaron a los siete sistemas.

El cuantioso monto de recursos públicos adicionales que se deben aportar cada año para los Sitm son la mejor demostración del fracaso del esquema propuesto, pero no la única. Los actos de vandalismo que destruyen buses y estaciones en cualquier protesta pública muestran el rechazo de parte de la población a estos sistemas, que se suponía que les iban a mejorar la calidad de vida. ¿Por qué se llegó a esa situación?

La principal razón de este fracaso es que los ciudadanos han optado por el transporte privado (motos y carros), o por transporte pirata, abandonando los medios de transporte público y en particular los Sitm. Como consecuencia en ninguno de los sistemas se ha llegado, ni siquiera cerca, a movilizar el número de pasajeros que se había proyectado

En Bogotá se esperaban 5,8 millones de pasajeros diarios y el máximo que se llegó a movilizar antes de la pandemia fue de 4,2 millones. En Cali se llegó a un máximo de 490.000 pasajeros/día en el 2013, y de ahí descendió a solo 390.000 antes de la pandemia, el 39% mientras que la demanda esperada era de 980.000. En Cartagena se esperaban 450.000 y antes de la pandemia solo se llegó a 100.000.

El impacto de la pandemia agravó la situación financiera de los Sitm, pues en el 2020 se redujo en más de 60% el número de pasajeros transportados en todas las ciudades. Aunque el año siguiente se recuperó parte de la demanda, para el 2022 en ninguna ciudad se había logrado volver a los niveles del 2019.

Un factor que complica más la crisis es que pronto habrá que renovarla fas flotas de buses. Se requiere una reestructuración a fondo de los Sitm.