En contra de lo que dicen los analistas, yo encuentro que los discursos de Duque y Macías fueron muy semejantes en el fondo. Ambos rajaron a la Administración Santos en todas las asignaturas. Las diferencias fueron de forma. Duque fue más elocuente y matizó sus vainazos con llamados a la concordia y a la unidad nacional. Macías es un señor absolutamente básico, y así fue su discurso.
Ambos lamentaron el genocidio de los líderes sociales, pero ninguno reconoció que matarlos es un viejo deporte nacional, ni que Álvaro Uribe los detesta (“traficantes de derechos humanos”, los llama) ni que fue el único jefe político que no firmó el ‘Pacto de rechazo a la violencia contra líderes sociales’, ni que el uribismo ha sostenido que “Petro exagera e incendia con el tema de los líderes sociales”. No. El martes, los incendiarios fueron Duque y Macías. El primero con retórica solapada, el segundo con las estridencias propias del Capitolio.
Ambos criticaron el aumento de la deuda pública, pero ninguno se molestó en aclarar que la devaluación del peso en los últimos ocho años, cuando el dólar pasó de 2000 pesos a 3000 pesos, es la principal responsable del aumento.
Ambos criticaron la desaceleración de la economía, pero ninguno explicó que se trata de un fenómeno mundial por la caída del precio del petróleo desde diciembre de 2014.
Ambos criticaron la proliferación de las Bacrim y ‘clanes’, pero ninguno explicó que estas organizaciones criminales brotaron de la desbandada que produjo ‘Justicia y Paz’, el perfectísimo pacto que firmaron Uribe y los jefes paramilitares en 2005.
Ambos hicieron gárgaras con la escandalosa cifra de las 209 mil hectáreas de coca, pero ninguno recordó que la fumigación aérea con glifosato está suspendida por sentencia constitucional, ni que la guerra contra las drogas la perdió el mundo hace marras y la ganaron los narcos… ¡y los vendedores de precursores y fosfonatos!
Ambos les clavaron puyas a las Cortes, por presunta parcialidad, pero ninguno recordó que de los tres magistrados de la CSJ que llamaron a indagatoria a Álvaro Uribe, dos integraron el jurado que votó a favor de la absolución del coronel Plazas Vega. Duque, Macías y el Centro Democrático consideran que la JEP es “un tribunal comunista”. Ninguno reconoce que fue elegido con lupa por un comité de cinco miembros: tres son representantes del secretario general de las Naciones Unidas, del Tribunal Europeo de Derechos Humanos y del Centro Internacional de Justicia Transicional; el cuarto fue designado por la sala penal de la CSJ y el quinto por el Sistema Nacional de Universidades Públicas.
Nota de fe: es probable que estas columnas sean inútiles porque los lectores que entienden la política no las necesitan, y los otros, los que creen que el padre Francisco de Roux es terrorista, no las aceptarán jamás. Pero ¿cómo no hablar de política en Colombia, y por qué renunciar a la posibilidad de que haya un tercer tipo de lector? Tengo una débil esperanza: el CD no es un partido homogéneo. Tiene de todo, como suele pasar siempre a bordo del ‘tren de la victoria’. De sus ‘históricos’ no espero un miligramo de grandeza. Es una caverna pura y dura. Uribe, Macías, Londoño, Cabal, Valencia, Lafaurie, Ordóñez… Pero también hay un ala moderada que entiende que los ‘históricos’ están jugando con fuego. De esta ala, y de la sensatez de otros sectores de la política y del establecimiento, depende ahora el destino del país.
Quizá son ellos los destinatarios secretos de estas columnas inútiles.
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