Cali se ha posicionado como emporio gastronómico de altísima calidad y cuyas cocinas la han convertido en un polo de inmenso desarrollo turístico, lo que salta a la vista por la oferta hotelera con varios establecimientos de múltiples estrellas.Hasta hace unos pocos años la provinciana capital del Valle del Cauca y sus pobladores no salíamos del sancocho de gallina, del tamal y de la rellena y el bofe de la galería Alameda. En mis tiempos de rumba dura y cualquiera que fuese la primorosa acompañante, terminábamos en El Bochinche a eso de las tres de la mañana, ingiriendo sendas chuletas de cerdo que no cabían en el plato puesto sobre la mesa, que olía a trapo húmedo.Las opciones de restaurantes de alta calidad eran escasas. Estaban La Hostería Madrid, Don Carlos y el inolvidable Hostal de Guillermo Crespo, todos en el centro de la ciudad, que más que ciudad era un pueblo con arzobispo. Pero, aún para la época, eran costosos y por eso íbamos a parar en los ‘chuletiaderos’. A decir verdad, añoro esos tiempos. Además, no había atracadores y uno como buen caballero llevaba a la dama a su residencia: la más cerca estaba en Alfonso López o en Terrón Colorado. “Ay qué tiempos aquellos, señor don Simón”, que no volverán.Hoy la capital vallecaucana tiene por lo menos un centenar de restaurantes que pueden competir con los mejores del país y, algunos, con muchos del exterior, y lo mejor, que habla bien del poder adquisitivo de la gente, es que todos permanecen llenos. Trate usted de conseguir mesa los fines de semana y se verá ‘a gatas’, como decimos en Tuluá.No soy objetivo para hablar de los restaurantes del barrio Granada, pues dos de mis hijos son dueños de uno en ese sector, pero tengo que decir que la Mesa Larga que catorce de ellos montaron en la noche del 26 de noviembre en la Avenida Novena Norte entre calles 12 y 13 fue espectacular: Granada, Movich, Tomatino, Compañía del Mar, Tikitako, Ringlete, Taisú, Pacífico, Solsticio, Littany, Santa Teresa, Bourbon St., Lini y Carambolo, fueron los responsables de esa noche fantástica.Cada uno de esos establecimientos sirvió un platillo a los 240 comensales que nos sentamos a manteles pagando boleta. La organización y logística fue perfecta pues se sirvieron simultáneamente las opciones del menú y los platos eran retirados prontamente para que llegaran los siguientes, con buena munición de vinos tinto y blanco, y agua a discreción. Todo lo que sirvieron estuvo delicioso y demostró que esos empresarios de la buena cocina caleña le apostaron a revivir ese sector de Cali tan golpeado por la eterna repavimentación de la Avenida Novena Norte, que casi los quiebra.Pero pudo el espíritu de lucha y esa noche magnifica de buena comida y un ‘show’, estupendo con música del Pacífico -región a la que se le rendía homenaje- y desfile de modas con una modelo negra preciosa, hizo que los asistentes saliéramos felices del evento.Como la vía fue cerrada, pudieron armar un toldo inmenso de casi una cuadra de longitud, bajo el cual con iluminación perfecta montaron la tarima para los artistas y gigante pantalla de televisión para que todos pudiéramos disfrutar cómodamente de la reunión.Felicitaciones a todos estos titanes de la gastronomía local. Cali debe agradecerles el esfuerzo colectivo que puso tan alto el nombre de la ciudad. Ojalá ese evento se institucionalice para que se haga cada año.