Tener energía eléctrica, gas y combustibles líquidos, es decir, energía en sentido amplio, es fundamental para realizar actividades cotidianas como cocinar, transportarnos, fabricar productos, estudiar, iluminar espacios y entretenernos, entre otros usos. Sin duda, las cosas que podemos hacer gracias a la energía son muchas.
En Colombia, como resultado de las reformas que se hicieron a partir de la crisis energética de los 90, el sistema eléctrico ha logrado consolidar un abastecimiento y suministro confiable en casi todo el territorio nacional, con una cobertura cercana al 99 %. En términos de gas natural, el avance ha sido también significativo en el país, a pesar de que su masificación es reciente, hoy 36 millones de colombianos dependemos del servicio de gas natural.
A primera vista, el panorama no pinta mal. Sin embargo, la discusión de la transición energética y los falsos dilemas entre el bien común y los intereses particulares de algunas comunidades – sin dejar de lado la lucha política e ideológica por las tarifas eléctricas- nos han puesto en una situación compleja en materia energética como país y región.
Para el Valle del Cauca, el Cauca y todo el suroccidente el panorama no es mejor. La región, a pesar de ser una gran consumidora de energía eléctrica, especialmente por la importante participación de las industrias de alimentos, bebidas, productos químicos, papel e imprenta, no es un gran generador. Solo generamos la mitad de la energía que consumimos, lo que no sería un problema si el sistema de transmisión no tuviera retos en el futuro cercano y los proyectos nuevos de generación estuviesen entrando en operación en los plazos estimados, pero no es el caso.
Por otro lado, con el gas natural la situación tampoco es favorable, aun cuando solo el Valle del Cauca cuenta con 1.2 millones de personas con acceso al gas natural, siendo el quinto consumidor de gas natural del país y el segundo de gas industrial y gas natural vehicular. A pesar de estas cifras, el suroccidente no tiene yacimientos de gas cercanos y nuestra única fuente de suministro proviene del gasoducto Yumbo – Mariquita, que ya tuvo una falla en el 2023 y que en un escenario como el actual, con escasez en la oferta de gas, nos pone en una situación vulnerable en términos de confiabilidad y competitividad, debido a los altos precios.
En los últimos años, hemos hablado de manera parcializada de la importancia de la entrada de algunos proyectos que nos darán confiabilidad energética, todos ellos importantes. Sin embargo, debemos abordar la discusión sobre nuestro futuro energético desde una perspectiva regional y más ordenada. Esto implica precisar nuestras apuestas productivas y sociales para así definir la energía que necesitaremos para habilitar estas apuestas comunes.
En ese sentido, ProPacífico y el Centro de Estudios Regionales en Energía, junto a varios de los actores más significativos de la región hemos venido trabajando en un estudio que nos permitirá conocer cuál es ese portafolio de iniciativas estratégicas, regulaciones y proyectos que desde la región debemos impulsar para garantizar nuestro abastecimiento y confiabilidad energética a precios competitivos.
Este es y será un documento vivo que seguiremos construyendo entre todos. Por eso quiero invitarlos al foro ‘Energía: Palanca Para el Desarrollo’ que vamos a tener el próximo 10 de diciembre en el Hotel Intercontinental de Cali desde las 8:00 a.m. La energía debe ser un asunto de todos, ya que con ella no solo somos más competitivos, sino que tenemos mejor calidad de vida para los ciudadanos.