Jordi, Ana, Luca, Milán, Carlos, Antonia ya estarán siempre presentes en mi memoria. Son los protagonistas de El Minuto. La ópera prima del escritor caleño Julián Mejía Tobón (su primera novela aún está inédita).
Julián, arquitecto, ambientalista, egresado de la Universidad Politécnica de Cataluña, profesional internacional reconocido en Barcelona, Caracas, Isla Margarita, Nassau, Bogotá, se lanza sin paracaídas en la literatura con un thriller policíaco y psicológico que va ‘in crescendo’ desde el primer párrafo hasta el impensable final.

Un libro fuera de lo común entre los escritores colombianos contemporáneos... El tema; el tono, que es como una cuerda afinada de un violín, el suspenso; los personajes, que están encadenados sin saberlo; los acontecimientos fortuitos, que están entrelazados como piezas de un rompecabezas trágico, tierno, implacable...

No pude dejar de leerlo. Me agarro... Jordi se sale de madre y un accidente dispara el tsunami de acontecimientos que llevan al clímax del suspenso. El primer thriller que leo de un autor colombiano que se sale de lo común. O creo que es el primero que he leído en este género tan riguroso, donde no se admite ni una falla y se sale de los estereotipos detectivesco tan manido. Cada página es una sorpresa que paso a paso arrollan lo que tocan, nada se repite, pero todo está unido.

Obra tajante. Filuda. Con un sentido del humor negro en medio de tanta tensión, con una ternura misteriosa que permite amar esos personajes oficialmente perversos y desalmados. Un hilo conductor casi inasible por lo inesperado y los giros como remolinos que chupan y salen a flote.

Seres humanos, no es posible juzgarlos. Cada uno lleva sus dolores y sus emociones desbocadas, cada uno busca su felicidad cayendo en abismos no buscados, pierden la brújula en el camino y están atados unos a otros sin saberlo, como eslabones de un destino ya escrito. Actores de un guion ya premeditado. Esclavos sin opción a escaparse de sus actos.

Creo que su ‘lanzamiento’ oficial será en estos días en Cali, Julián Mejía Tobón, a quien conocí hace poco me hizo el honor de regalarme uno de los primeros ejemplares. Le agradezco y le digo de corazón que se ha ‘jalado’ una obra fuera de lo común, merecedora no solo de premios, sino de ser llevada a la pantalla.

Sería una serie de suspenso, valga la redundancia, fuera de serie, porque cada página es visual. Voy a tener pesadillas con el carro y el chirrido de los frenos, y voy a llorar con Ana. A seguir amando a Fosc, chapeau. Deje la arquitectura y siga el llamado de la palabra escrita. La arquitectura literaria.

Posdata. El minuto me vuelve a reafirmar que ninguna acción se queda sin consecuencia, y que cada acto repercute. No hay casualidades. En un minuto cambia todo y no hay reversa posible. Y como me dejo llevar a recuerdos encadenados.

El dolor de María Eugenia Rojas, a quien quiero y admiro, me conduce a pensar que si el expresidente Llegas Restrepo no ordena el toque de queda para el fraude a Rojas Pinilla, que puso en la Presidencia a Misael Pastrana, no hubiera surgido jamás el M-19. No habría sucedido el holocausto del Palacio de Justicia y no tendríamos en la actualidad esta sensación de incertidumbre con un Presidente errático e incoherente. Otra habría sido nuestra historia, peor o mejor no lo sé. Pero diferente.