Me apodero del título del libro de Henry Marsh, uno de los neurocirujanos más famosos del mundo inglés, cuando escribió en su biografía esta reflexión. No hacer daño a ninguno de sus pacientes. Reflexión de Hipócrates 260 años antes de Cristo.
Pero no me voy a referir a los médicos; el título de esta columna la quiero aplicar a las próximas elecciones.
Se juega la primera vuelta electoral. Campañas más repletas de peleas y agresiones que de ideas y propuestas. Polarizaciones extremas. Miedo, rabia, pasiones desbocadas, puntos de interrogación. Ya la ruleta rueda. No hay marcha atrás.
El próximo martes todo será historia y se iniciará una nueva etapa. Esta es mi última columna sobre el presente incierto, que en cinco días será vieja. Ya no habrá cábalas.
Ante todo, no hagas daño. No hagamos daño. No acrecentemos rencores ni divisiones. Votemos cada uno por el candidato que consideremos el más apto y no condenemos al que vote por uno diferente al nuestro.
Así es la democracia. Y ante todo pertenecemos a un país democrático, con todos sus errores y horrores.
Personalmente, me comprometo a aceptar el resultado de estos comicios, antesala del que saldrá escogido como próximo presidente, así no sea mi favorito. Votaré a conciencia por el que considere mejor, pero respetaré los resultados.
Lo único que realmente me interesa es que el ganador esté comprometido hasta las cachas con la paz, lo demás para mí es secundario.
Colombia necesita vivir en paz. No podemos, no merecemos, no soportamos más asesinatos, más desaparecidos, más sangre derramada, más venganzas, más degollados, más violaciones.
Sí podemos lograrlo. Si cada uno de los colombianos nos comprometemos a no hacernos más daño, lo lograremos. La paz es un derecho inalienable. La vida es sagrada. Cada ser humano es único e irrepetible.
Tenemos el deber de poner cada uno nuestro grano de arena para lograrlo. El ganador debe ser respetado. Sea quien sea. Así como el elegido deberá respetar la Constitución; devolverle la independencia al Legislativo y al Judicial, que en este cuatrienio se han disuelto y revuelto; exigir austeridad; abanderar la educación y la salud; promover fuentes de empleo y, llegar a los rincones abandonados del país.
No más charlatanería. No más improvisaciones. No más corrupción. No más mentiras. No más violencia. Todos tenemos que colaborar en un cambio. Colombia no puede seguir viviendo lo que ha vivido estos cuatro años de improvisaciones y marrullas. No da más. Cambiemos nuestra manera de pensar para poder cambiar nuestra manera de sentir.
Respetemos y exijamos. Mirémonos de frente, a los ojos. Cada uno tiene su historia. Ningún colombiano puede tirar la primera piedra. Acción, omisión, indiferencia, egoísmo, rencor, apatía, ambición, traumas, ignorancia, soberbia, cinismo, rabia, miedo. La lista sería interminable, pero todos, ‘toditos’ estamos untados. Juntemos nuestras manos, somos hermanos.
Buen viento y buena mar. Yo sigo firme con Sergio Fajardo, y duermo en paz. Suerte a todos.
Les deseo un domingo democrático y respetuoso. No hay marcha atrás.