Wílmer, jefe de la red, era el mayor comprador de carros robados. Usaban llaves maestras para abrir los carros que buscaban en bahías de unidades residenciales.
La investigación que permitió desmantelar una estructura criminal dedicada a robar carros para luego desguazarlos y vender autopartes se inició hace dos años con información de una fuente humana.
El informante le entregó a los investigadores de la Sijín de la Policía y a la Fiscalía los números de celulares que eran usados por un jalador de vehículos para mantener conversaciones con sus cómplices.
Al cabo de tres meses el jalador, quien era conocido en el mundo del hampa como Cruguer, fue capturado. Su arresto permitió la interceptación de otras líneas telefónicas que el delincuente tenía en su poder. En ese momento descubrieron cómo operaba esta red y llegaron a alias Wílmer, cerebro detrás de los robos.
Algunas de esas interceptaciones fueron presentadas ayer ante un juez de Control de Garantías, donde fueron llevados los doce capturados, entre ellos Wílmer, por pertenecer a esta banda.
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Venga le pregunto, le sirve un Kia Río, le pregunta un hombre a alias Wílmer, considerado el mayor comprador de vehículos robados en Cali, en una de las conversaciones interceptadas a un ladrón de autos.
Según las autoridades, Wílmer era la persona a la que acudían los jaladores de la ciudad cada vez que hurtaban un vehículo. Entre cuatro o cinco carros se robaban al día y Wílmer era el principal comprador, señala un investigador de la Sijín de la Policía.
Los jaladores rondaban los parqueaderos públicos, o las bahías de estacionamiento para visitantes de los conjuntos residenciales, buscando Kia Cerato, Kia Rio, Spark GT, Hyundai 10, Hyundai Tucson, entre otros modelos de gama media-alta, carros que fueran los más comerciales de la temporada o que sirvieran a su vez de taxis, dice el investigador.
Una vez identificado el vehículo, y antes de cometer el robo, llamaban a Wílmer para asegurar la compra. No se arriesgaban a cometer el hurto sin antes negociar el carro. Podían venderlo en $2 ó $3 millones antes de, siquiera, haber abierto la puerta del carro, asegura.
Utilizaban llaves maestras o controles universales que traían de EE.UU para abrir los vehículos. Subían a bordo, y utilizando una pesa, extraían el switch de encendido para conectar de manera manual los cables que permiten prender el carro.
Con las interceptaciones descubrieron que Wílmer les decía a los jaladores donde debían dejar el carro para su desguace y los citaba, generalmente en la chatarrería de la 16, para pagarles por el hurto. Tres puntos fueron identificados por la Policía y la Estructura de Apoyo de la Fiscalía como los centros de desguace de los Cruguer ubicados en Marroquín II, Alirio Mora Beltrán y El Vallado, barrios ubicados en el oriente de Cali.
Los lugares para desguazar los vehículos eran, por regla general, pequeñas bodegas o patios amplios con puertas de garaje. El vehículo entraba completo y salía reducido en menos de tres horas. Los desguazadores utilizaban pipetas de acetileno para cortar mucho más rápido las latas de los carros, dice el investigador, apuntando que por su trabajo podían cobrar hasta $1 millón.
El investigador asegura que la cadena no acababa allí. Las autopartes tenían que llegar hasta la chatarrería del barrio Sucre y para eso, Wílmer contrataba carretillas para transportarlas. Entraban entonces hasta el desguazadero, cargaban las latas, las cubrían con lonas y salían hacia la chatarrería, por cada viaje un transportador de autopartes robadas podía obtener hasta $300.000
Las autoridades determinaron que una vez las autopartes llegaban hasta la Chatarrería de la Calle 16 con Carrera 14, lugar en el que se encontraron 4550 piezas de vehículos, empezaba la comercialización. El motor del carro, al igual que todas sus partes mecánicas, eran transportadas a través de una empresa de envíos hasta el barrio Restrepo en Bogotá, donde eran revendidas por un hombre que fue capturado por los delitos de receptación y concierto para delinquir.
Todo lo demás, puertas, farolas, sillas, guardabarros, capós, eran almacenados en la chatarrería, lugar que surtía a varias tiendas de repuestos de segunda que se ubican en la calle 16 de Cali, según las autoridades. Con esta operación podemos inferir que gran parte de los repuestos vendidos en la calle 16 provienen de autos robados, sentencia el investigador de la Sijín de la Policía.
[[nid:576516;http://contenidos.elpais.com.co/elpais/sites/default/files/imagecache/563x/2016/09/cementerio-autopartes.jpg;full;{En una chatarrería del barrio Sucre, centro de Cali, banda almacenaba partes de vehículos robados en Cali, que luego eran comercializadas en negocios de segunda y en Bogotá. Robaban hasta cinco vehículos al día.Foto: José Luis Guzmán | El País}]]
Operación Fenix
En el operativo, realizado por la Sijín y la Estructura de Apoyo de la Fiscalía, fueron capturados dos jaladores, cinco desguazadores, un transportador, tres compradores, y el cabecilla principal de la banda Los Cruguer.
Fueron recuperadas 4450 autopartes que permanecían almacenadas en una chatarrería del barrio Sucre.
También se encontraron cinco vehículos que, según las autoridades, estaban a punto de ser desguazados.