Entre las filas de jóvenes que prestan el servicio militar en el Batallón Pichincha de Cali ya no solo hay hombres, pues desde inicios de este 2023, un grupo de 54 mujeres se incorporaron por primera vez en la historia a esta sede del Ejército Nacional para realizar esta función que tradicionalmente es obligatorio para los hombres del país.

Su llegada al Batallón hace parte de los cambios que las Fuerzas Militares han implementado en el servicio militar en Colombia, para responder a los cambios de la sociedad contemporánea y al mejoramiento del capital humano del Ejército.

Mujeres que prestan servicio militar en el Valle del Cauca | Foto: Foto: Ejército Nacional

En todo el país, el Ejército habilitó 5184 cupos para que mujeres de todo el territorio nacional se sumen a la prestación del servicio militar, a través de las próximas convocatorias de agosto y noviembre. Las primeras fueron en febrero y mayo y se llenaron, debido a la buena acogida que este cambio ha tenido en las colombianas.

La participación de las mujeres en el servicio militar es distinta a la de los hombres, ya que su función está enfocada en atención al ciudadano, áreas de reclutamiento, seguridad del cantón militar, asistencia en servicios de salud, tareas de acción integral y procesos administrativos. En lo que no se diferenciará de los hombres es en el entrenamiento (que será igualitario) y en la obligación de terminar el servicio militar una vez ya haya entrado al Batallón, pues de lo contrario se considerará como delito de deserción.

Yanexy Quimbaya, de 23 años, es una de las jóvenes que ya están prestando el servicio militar. Nació un 25 de octubre en el Huila, de donde salió para llegar a Cali a perseguir su sueño: el de pertenecer al Ejército colombiano.

En el colegio a uno siempre le preguntan qué quiere ejercer, y una de las vocaciones que fui desarrollando durante esta esa época fue ser militar. Me había presentado a hacer el curso de suboficial y aunque no pasé, mis aspiraciones no pararon ahí. Seguí estudiando, hice un técnico (Asistencia Administrativa) y un tecnólogo (Gestión Administrativa). Estaba en octavo semestre de Administración de Empresas cuando se presentó la oportunidad de prestar el servicio militar y paré mi universidad para poder ingresar”, relató a El País.

Aunque se desempeña como asistente administrativa, el entrenamiento físico es el mismo que el de los hombres, y la manera de adaptarse a la rutina es igual de difícil.

“La primera noche uno no duerme. Estaba ansiosa esperando (la frase) “compañía de pie”. Cuando escuché la frase, ya estaba hace rato despierta. Después con los entrenamientos y el incremento físico, uno comienza a dormir más y desear ya horitas de sueño. Pero luego a asimilarlo, a adaptarse y se vuelve como rutinario. La sazón de la casa es algo que cuesta dejar un poco, pero lo que fue el entrenamiento no me pareció duro”.

Sin embargo, las horas de sueño no fueron lo único que esta huilense tuvo que sacrificar, pues debió pausar sus estudios profesionales.

Era algo que anhelaba, quería portar el uniforme, quería servirle a mi país, quería ayudar a las demás personas. Entonces, cuando usted tiene educación y es algo que anhela, no le importa parar algo, sino, seguir tras lo que más se anhela. Y no han sido en vano mis estudios, porque me han servido para lo que estoy ejerciendo acá, y era algo que yo deseaba”.

El entrenamiento de las mujeres es igualitario que el de los hombres. Pero sus funciones dentro del Ejército Nacional son diferentes. | Foto: COLPRENSA ©

Yanexy, con entusiasmo, continúa sus comentarios: “Nosotras, las mujeres, hemos demostrado que somos capaces. A las personas que también han querido ingresar y les han dicho que no, les aconsejo que no se detengan, que sigan persistiendo. Persistiendo se pueden llegar a muchas cosas”, concluye la joven.

Adriana Damián, tecnóloga en Seguridad y Salud en el Trabajo, de 20 años y oriunda del municipio de Dagua, Valle del Cauca, también decidió prestar servicio en el Batallón Pichincha.

Antes de entrar al Ejército vivía con sus padres en el campo, por lo que se declara “orgullosamente campesina”; y gracias a la influencia de sus tíos, quiso portar el camuflado de su “glorioso Ejército Nacional”.

La soldado Damián recuerda que desde muy pequeña tuvo como gran anhelo pertenecer a esta institución, y en cuanto supo sobre la convocatoria del primer contingente de 2023, no dudó en inscribirse. Hoy en día califica su paso por el servicio militar como una de las más grandes experiencias que ha tenido en su vida.

“La relación y convivencia con los soldados masculinos ha sido completamente normal, a la hora de hacer los entrenamientos siempre ha sido por igual, con el mismo trato”.

La joven, adicionalmente, manifestó su agradecimiento a sus compañeros soldados, pues asegura que han sido un apoyo fundamental para motivarlas y orientarlas. Aunque hombres y mujeres son separados en los momentos de descanso, sí permanecen juntos al hacer los entrenamientos, marchas y trotes.

El día de una prestadora del servicio militar SL12 (soldado que presta servicio militar doce meses) durante el primer trimestre empieza cuando el reloj apunta las 3:30 a.m. Luego tienen 15 minutos (conocidos como La Diana) para asearse, vestirse de camuflaje, peinarse, colocarse las botas, tender las sábanas de su cama hasta que estén completamente templadas; después, son distribuidas a diferentes partes del Batallón para limpiarlas y finalmente, son formadas para ir a la instrucción.

Las mujeres se pueden postular y realizar su servicio militar. | Foto: Ejército Nacional

Pasados los tres meses se realiza el juramento de bandera, donde las militares son enviadas a cumplir diferentes labores, en las que se desempeñarán el resto del servicio. Este juramento a la bandera trae algunos beneficios, como levantarse una hora más tarde y hacer aseo se convierte en algo ocasional y no rutinario.

La ventaja de prestar el servicio militar es que vas a tener la oportunidad de seguir con tu carrera militar, ya sea como oficial o suboficial”, explica Adriana, el cual es justamente su deseo.

“No hemos tenido ningún problema con las mujeres, ha sido súper positivo y benéfico para la fuerza porque ellas llegan a hacer una crítica a todos los procesos que nosotros manejamos desde otra perspectiva, dan un aire a las maneras como se ha comprendido el servicio militar en el Ejército Nacional”, expresó el teniente coronel Álvaro Carrillo, comandante de la Tercera Zona de Reclutamiento del Ejército.

Yanexy y Adriana hacen parte de ese primer grupo de mujeres que se forman como militares en el Batallón Pichincha, a donde se espera llegue otro gran número de aspirantes en la convocatoria de agosto próximo.

Tenga en cuenta

Si el ciudadano hace parte de alguna de estas, deberá pagar la cuota de compensación, la cual es definida según el cálculo hecho por el Ejército entre los ingresos y el patrimonio del ciudadano, más los $175.000 equivalentes a la impresión y materiales empleados para fabricar la tarjeta militar.

Las únicas personas que no prestan servicio militar ni pagan la cuota de compensación (pero sí los $175.000) son los indígenas, las víctimas del conflicto armado y los afiliados al Sisbén hasta la categoría C18.

También afirmó el teniente coronel que diariamente a la zona de reclutamiento llegan jóvenes queriéndose amparar en unas excepciones que realmente no existen o simplemente tienen una “letra pequeña”, como por ejemplo, el estar estudiando una carrera universitaria o técnica.

Quien estudie una carrera universitaria o técnica y no aplique a ninguna de las 17 excepciones, no podrá prestar servicio mientras esté estudiando la carrera. Sin embargo, al ser mayor de edad y teniendo constancia de estar estudiando una carrera, deberá sacar una tarjeta militar provisional.

*Por: Jhonatan Zambrano Sánchez, del Semillero de Periodismo UAO – El País