Con 1,90 metros, la piel canela, unas canas que se asoman coquetas en su cabeza y en su barbilla, y un buen estado físico, Jaime Federico Said Camil de Saldanha da Gama, tiene toda la pinta de un galán de telenovela, pero durante 30 años de sus 49 de vida ha pasado por todos los géneros: comedia, drama, animación, presentación, e incluso, canta, es tenor.

Actualmente protagoniza El Rey, Vicente Fernández, primera serie de Caracol Televisión producida en México, autorizada por el propio ‘Chente’ y su familia, que estará a partir del 14 de septiembre en la plataforma Netflix.

Este canceriano, casado con Heidi Balvanera, padre de dos hijos, es considerado uno de los actores mexicanos más importantes y con mayor influencia en el mundo. Hablamos con él, en su breve paso por Bogotá, ya despojado de su traje de charro.

Ha protagonizado versiones mexicanas de producciones colombianas como 'Yo Soy Betty, la Fea', 'En los tacones de Eva' y 'Qué pobres tan ricos', ¿cómo se siente al respecto?
Me he autodenominado colombiano honorario, espero que no me quites mi título, que yo mismo me di, pero, he hecho series que fueron muy exitosas en Colombia, tuve la fortuna de hacerlas en México, así que me da mucho gusto. Y no conocía Colombia, primera vez que vengo.

Después de haber interpretado a Vicente Fernández, El Rey, ¿Qué le diría si lo tuviera frente a usted?
No me hagas eso. Fíjate que sí fue un gran honor hacerlo y la serie estuvo llena de magia, como sabes, es la única bioserie autorizada por la familia, donde Caracol lleva trabajando dos años, escuchando anécdotas personales, íntimas de don Vicente, ya se vieron algunas, y se van a ver aún más en la etapa adulta.
Todo el proyecto fue muy mágico, a mí agencias de casting en México me estaban bloqueando; cuando Caracol preguntaba por mí, porque me querían invitar a hacer este personaje, no sé por qué decían que yo no quería, que no podía, que estaba en Hollywood, y quién sabe qué tantas más mentiras dijeron y no me enteré que me estaban buscando. Lo que te dice que “ lo que es para ti, ni aunque te quites, y lo que no es para ti, ni aunque te pongas”.
Y un amigo, productor de Hollywood, Jay Weisleder, me dice “oye, una amiga te quiere contactar de Caracol”, “oiga, qué pena que no va a poder hacer la serie de El Rey”, me dice, y yo “¿la serie de qué? Primera vez que estoy escuchando esto”. Y fíjate lo que son las cosas, entré a la misma, tres o cuatro meses antes de empezar a filmar, cuando Caracol llevaba dos años de trabajo detrás. Cuando empezamos a leer el guion, estaba don Vicente en el hospital, eso fue muy triste, nos ganaba el llanto en las lecturas, como que no podíamos contener la emoción. Fue un proceso muy mágico, muy bonito.

¿Cuál fue el mayor reto actoral que le implicó interpretar al ‘Chente’?
La tarea número uno es mantenernos totalmente alejados de la imitación. No queríamos hacer eso, sino un personaje humano, que conectara emocionalmente con el público y a través del corazón. Obviamente, tomas algunos ademanes y formas de don Vicente de hablar, pero son nada más pinceladas, es como el betún del pastel, la mezcla es que el personaje conecte con el público, para que cuando él tenga un momento difícil con su esposa o la incertidumbre que cuando lancen Volver Volver sea el final o la catapulta de su carrera, eso se lo transmita al público. Tanto director, coaching actorales, creativos de Caracol y actores queríamos estar alejados de parodias y caricaturas.

¿Qué le diría a Fernández, hoy en día, si él aún viviera?

Es una pregunta muy difícil. Pues espero que le haya gustado mi interpretación. La idea es que estuviera con nosotros, el accidente que tuvo en su rancho nadie se lo esperaba, fue algo sorpresivo para todos, de repente pasa y nosotros, “pero cómo, cuándo pasó esto”, “si él tiene que estar aquí, en la premier con nosotros”. Fue una tristeza. Pasó ese deselance infortunado y estábamos en la mitad de la producción cuando don Vicente fallece. Pero eso nos dio todavía más ganas, más ímpetu de seguir honrándolo, enalteciendo su carrera.

De tanto ver vídeos sobre Vicente, de haber nacido en México y ser seguramente su admirador, de interpretarlo, ¿en medio de este proceso, se ha soñado con él?
Fíjate que no, pero hubo muchos momentos en la grabación con unas conexiones energéticas muy bonitas. El 11 de diciembre estábamos en una escena, a las 8 y 30 de la noche y de repente me sentí muy triste, y mi corazón se me puso chiquitito como pasa, y empecé a llorar y no me podía controlar, no era una escena ni siquiera tan emotiva, porque es un drama, no es una comedia, pero no era tan fuerte, y todo el mundo “¿estás bien? ¿qué te pasa?” y yo: “No sé, denme cinco minutos, por favor”, y puf, al día siguiente muere, el 12 de diciembre.

¿En qué se siente identificado con el cantante?
En la perseverancia, en la tenacidad y en su honorabilidad, cuando él hacía una promesa la cumplía hasta el final, y cuando ponía sus ojos en un objetivo, hasta que no lo cumplía, no descansaba.

¿Tuvo un doble reto, el actoral y el interpretar sus canciones, qué fue lo más complejo de hacerlo?
La parte más compleja es que en los 70’s y 80’s se solían grabar las canciones dos tonos arriba del tono en que el cantante la iba a cantar en vivo, para que brillaran más. Me puse la tarea de grabar los temas de Vicente en los tonos originales, y fue muy complicado. Pero yo estudié ópera, entonces con ese conocimiento, ensayando las canciones, yendo al estudio de grabación, cantándolas y metiéndomelas en mis huesos y en mi sistema, las fui sacando poco a poco. Hay unas que tienen tonos muy altos, donde de repente llegaba al tono, pero se oía como si estuvieran castrando a un gato, no se oía cómodo. Y conforme fui practicando más y más, se hacía más cómodo el tono, hasta que lo daba sin problema. Descubrí capacidades vocales que no sabía que estaban en mí. Fue una pequeña bendición que nos mandó Vicente.

Para todo cantante de rancheras, el traje es muy simbólico y especial, ¿cuando usted se lo pone, qué siente?
Que soy un superhéroe, el mismo sastre de Vicente nos hizo los trajes. Entonces fue muy mágico eso, porque portar el traje de charro es sentirte un superhéroe, te empodera, te sientes más hombre, es muy especial.

En su play list, ¿cuáles son sus canciones favoritas de Vicente?
Tengo en el iTunes Essentials las fundamentales y escucho todas las que ponen. Me gustan todas, la verdad, grabé 22 canciones de él, entre ellos temas que fueron famosos en los 70’s, que muy poca gente las conoce. Conocí canciones de sus inicios, mucho más ‘mainstream’ (corriente/tendencia mayoritaria), que conoce todo el mundo, como Volver Volver y El Rey, pero también otras medio ocultas como Me Está Esperando María.

¿Cómo fue el proceso con los otros Vicentes, el niño, el adolescente?
Increíble, como la serie brinca de líneas de tiempo, de Vicente adulto a niño, a adolescente, a niño, a adulto otra vez, la idea era lograr una homogeneidad con los vicentes. Se hicieron unos ejercicios actorales muy lindos de energía, de conexión, con nuestra coaching actoral, nos íbamos siguiendo, Kaled (Acab) tomaba uno, lo retomaba Sebastián (García), después (Sebastián) Dante y luego yo, y al final nos abrazábamos los cuatro y sentías un calor, una energía, era una locura. En esos ejercicios actorales pasaban cosas muy mágicas, como decir qué le diría Vicente adulto al niño, Vicente niño al adolescente; fueron momentos muy bonitos, llenos de energía y de emotividad.

También hay una presencia en la serie que es casi otra protagonista, la muerte, ¿cómo concibe la muerte?
La muerte en la serie es un elemento fantástico que representa momentos donde le pasan situaciones a Vicente que marcan su vida, tiene que tomar decisiones muy riesgosas, o se le presentan obstáculos y, muy inteligentemente, la producción decidió poner este elemento fantástico, que representa las dudas de Vicente, los momentos difíciles, las decisiones complicadas que tenía que tomar. Y se me hace muy interesante, porque su vida estuvo rodeada de adversidades, pérdidas familiares en momentos claves de su vida, y materializar eso con la muerte, se me hizo brillante y atractivo.

Hacer un biopic implica para el actor un doble riesgo, que lo amen o lo encasillen...
Yo llegaba todos los días a hacer mi mayor esfuerzo, a realizar un buen trabajo, un personaje humano que conectara con el público. No se deberían hacer proyectos pensando cuáles van a ser los comentarios o quién me va a aceptar y quién no, imagínate, qué manera de ponerte la soga al cuello creativamente o emocionalmente hablando, en una profesión que vives de tus emociones. Si llegas a un proyecto con dudas, ya estás llegando con barreras psicológicas que no sabes si van a existir. No me preocupan los riesgos ni los beneficios.

¿Se le quedó algo de Vicente?
Se me quedó en mi corazón.

“Soy un actor que canta”

En frases

“Al asumir el doble rol: actoral y cantante, me dio un poco de pendiente y le dije a Caracol: ‘Voy a hacer mi mejor esfuerzo para lograr los tonos de Vicente y lo voy a hacer con todas las ganas del mundo, pero es que nadie canta como Vicente, Vicente solo hay uno, y hay la posibilidad de que tenga yo que doblar a un cantante, si es que no puedo llegar a esos tonos. Pero dije ‘mira, tómalo con teikirisi’, todo viene, es un proceso. Es como cuando llegas a una obra de teatro y dices ‘nunca me voy a aprender yo eso’ y a los pocos días estás recitando las líneas de memoria”.

“Debí tener mucha paciencia en ese proceso y entender que las músicas se iban a asentar en mis huesos”.