Dirigida por David Cronenberg teje un triangulo dramático, erótico y científico entre Jung, Freud y Spielrein.

Aún conservaba algo de su carácter taciturno e introvertido de infancia. Ya amaba a Nietzsche, a Von Hartmann, pero sobre todo a Freud. Estaba deslumbrado por los fenómenos ocultos y la psiquis humana. Así comenzó Carl Gustav Jung su fulgurante carrera como ayudante de la clínica psiquiátrica de Burghölzli. A sus 26 años, para su juventud y su origen humilde había avanzado demasiado en 1901, cuando conoció a Sabrina Spielrein.Ella era una pobre niña rica rusa criada en el hogar de comerciantes judíos; que se quejaba de una infancia tormentosa y presentaba episodios psicóticos en los que se debatía entre la risa compulsiva y el llanto desmedido. A Jung le interesó de inmediato, primero como paciente y luego como mujer. ¿Quién no se rinde ante tal explosión de vigor, feminidad, angustia y carencia de afecto? No cabía duda, Sabrina era una mujer especial de la que jamás habría de desligarse.Faltaba el tercer protagonista de esta historia. En Moravia (hoy República Checa), y también en familia judía, había nacido casi 20 años atrás Sigmund Freud, una autoridad en neurología. Comenzaban a impresionar sus riesgosas teorías sobre la radical influencia de la sexualidad humana en todo tipo de comportamientos. Este hombre se había atrevido además a avalar la cocaína como efectivo analgésico y su interés primordial eran los episodios neuróticos. La histeria permanente de la joven Sabrina Spielrein, por supuesto, despertó toda su motivación.Y aunque intentó guardarle el debido respeto y consideración a su esposa, Carl Jung pronto cayó en las tentadoras redes de Sabrina, en particular debido al juego sadomasoquista que ambos descubrieron. Durante el tiempo que ella se curó de sus males mentales, estudió medicina y emprendió el camino a convertirse en una de las mujeres especialistas en psiconálisis más importantes de la historia. Jung, Freud y Spielrein entretejieron su propia historia epistolar y mantuvieron esporádicos encuentros que se traducirían sistemáticamente en los propios orígenes de esta disciplina psiquiátrica. Alrededor de sus cartas y emociones, se tejió este emotivo triángulo dramático, erótico y científico, base histórica de la precedente novela de John Kerr, luego exitosa obra teatral de Christopher Hampton y ahora fascinante película de David Cronenberg.“Como Freud y Jung se llevaban bien con las palabras, mantuvieron una correspondencia enorme, hecha de cartas larguísimas. En esas cartas describían todo con lujo de detalles: los síntomas de cada paciente, sus sueños, los métodos terapéuticos utilizados en cada caso, pero también hasta el más mínimo detalle de vestimenta o mobiliario. Ese epistolario fue fundamental para nosotros, no sólo en la escritura del guión, sino también en cada uno de los rubros técnicos”, dice Cronenberg.La película es la tercera colaboración entre el cineasta canadiense de ‘La mosca’ (actor, productor, editor, escritor y cinematografista), David Paul Cronenberg; y el actor Viggo Mortensen, después de ‘Una historia violenta’ y ‘Promesas del este’. ‘Un método peligroso’ es una película exquisita y diferente. Un ‘ménage a trois’ sensual e intelectual, con una lujosa puesta en escena que se pasea entre Viena y Zurich, trazando una curva de sabiduría, pasión y sentimiento.