El diseñador Hernán Zajar se inspiró en su tierra natal para crear la colección que presentará el viernes 17 de octubre en la pasarela El País, del Cali Exposhow. Así se tejió la historia de una marca.
Hernán Zajar es un hombre de colores, de trópico, inspirado en su natal Santa Cruz de Mompox, municipio de Bolívar, en su naturaleza, en su arquitectura, en las mujeres de su tierra, en los tejidos ancestrales, al punto de plasmar todo ello en sus creaciones de moda. El momposino, de raíces españolas y ancestros libaneses, ha vestido a personalidades de la farándula y el jet-set nacional e internacional como Claudia Schiffer, Joan Collins, Yvanna Trump, Jennifer López y la exmiss Universo Mpula Kwelagobe, pero también a mujeres con curvas reales.Él será el invitado a la pasarela de El País, el próximo 17 de octubre, a las 7:00 p.m., en el Centro de Eventos Valle del Pacífico, durante Caliexposhow con su colección A Mompox debo la gloria. ¿Por qué estudió administración de turismo, antes que diseño de moda?Cuando salí del colegio tenía 16 años, un papá en esa época no veía bien una carrera de diseño de modas para un hijo. El mío siendo muy open mind, tenía su onda machista. Entonces estudié Administración de Turismo en Saint Paul del Mar, cerca de Barcelona. En el fondo planeaba ir a Bogotá y después a Europa porque seguía con mi tema de que lo que quería era moda. Ya había tiendas más grandes y diseñadores como Adolfo Domínguez, pero las escuelas no estaban muy consolidadas. Y aunque no terminé la carrera, estudié tres años, regresé a Colombia a hacer algo con la hotelería, puse un restaurante en Bogotá y empecé a hacer desfiles de moda. Puse una boutique ahí y cuando vi que funcionó y empecé a hacer dinero, comencé a viajar y a hacer mi carrera, estuve en Saint Martins, en Milano, en Londres, en Nueva York, por donde iba hacía un curso.¿Cómo entró a colaborar en cine y televisión? Me gustaba el espectáculo. Lo primero que hice fue en cine. Asistí a Enrico Sabbatini en la película Crónica de una muerte anunciada, que Francesco Rosi rodó en Mompox. Después Caracol me propuso que diseñara el vestuario de la telenovela Gallito Ramírez, con Margarita Rosa De Francisco y Carlos Vives. Participé durante ocho años en las producciones más importantes de esa época, Caballo Viejo, Azúcar, Cuentos del Domingo, La Vorágine. Martha Bossio fantasiaba escribiendo y yo le pintaba, le coloreaba los personajes. Fue otro ejercicio que hice en mi carrera junto a directores como Bernardo Romero Pereiro y David Stivel, leía las sinopsis de las novelas y les ponía color y vestimenta a los personajes.¿En qué momento empezó a vestir reinas de belleza? Cuando me cansé de hacer vestuarios para telenovelas y dije Quiero estar en las grandes pasarelas, se me presentó la oportunidad de vestir reinas. Fue una manera de hacer alta costura, el prêt-à-porter, de mostrarle a Colombia cuáles eran las tendencias y qué era lo que se tenía que usar en un desayuno, en un coctel, en una gala. Fueron muchos años haciendo vestidos de fantasía. Así construí un nombre.¿Es cierto que le regalaba sus diseños a reinas y celebridades?Nunca he tenido necesidad de regalar nada, nunca he estado de acuerdo con eso, porque una celebridad tiene la plata para comprar su ropa. Lo he hecho con amigas mías, como Shakira que cuando empezó fue una niña en la que creí mucho, cuando cantó por primera vez en Cartagena le hice el vestido para su presentación. Cuando empezó mi carrera internacionalmente, que me fui a vivir a Miami, ya vendía en 38 tiendas en el mundo, las celebridades iban y compraban la ropa, a mí ni siquiera me conocían. A la primera que conocí fue a Jennifer López, era vecina mía, te estoy hablando de hace 14 años, no era la estrella que es. A ella sí le llevaba un vestido de una colección, que sacaba de una tienda y se lo daba. Pero yo nunca he sido de regalar. Y hoy en día no me muero por vestir celebridades. Prefiero vestir personas comunes y corrientes, que necesiten la asesoría mía. Si las celebridades van a mis tiendas y me compran, bienvenidas. Eso sí, si veo gente con carisma, talento y carencia en la parte del vestuario, los visto.¿Por qué se cansó de vestir reinas, si esto le dio tantos reconocimientos?Hoy en día no me gusta hacer vestidos de fantasía de las reinas, pero cuando los hacía, no sé por qué me ganaba siempre el premio de Vanidades, casi todos me los gané. Lo mismo pasó con las telenovelas, cuando empecé a vestir a los actores, la gente me llamaba a preguntarme dónde conseguía esa ropa, y empecé a producir con Coltejer esos diseños.¿Alguna anécdota con una celebridad?La primera vez que fui a vestir a Claudia Schiffer me temblaba todo. Y después ella dijo: ¡Wao! Eso es hecho en Colombia, qué maravilla. Después vino Yvanna Trump y me mandó a hacer un vestido para su hija Ivanka, lo hicimos a control remoto y le funcionó. Cuando conocí a Joan Collins en los años 90 en Suráfrica, desde Colombia le mandé un vestido y luego hallé una foto de ella con mi diseño.¿Cuándo empezó su trabajo con las comunidades?Cuando empecé a diseñar las colecciones para Europa y Estados Unidos, pensé que debía marcar una diferencia, me agarré de nuestra cultura colombiana y logré esa identidad que tiene Hernán Zajar. Mis colecciones pueden estar entre las tendencias del mundo, pero lo mío tú lo ves y lo conoces a leguas. Una colección mía siempre es diferente a la otra, pero tiene ese toque del trabajo manual. He sofisticado el tema de las artesanías, he trabajado con la cultura wayúu, con la arhuaca, con los embera y katíos. Hoy en día ya todos trabajan las artesanías.¿Cómo hizo para ponerle colorido a la moda en la fría Bogotá?Cuando llegué a Bogotá todo era oscuro, era azul o negro, yo dije A mí no me importa pero aquí la gente se tiene que poner color. Hoy en día, fíjate, la moda es colorida no solamente en el trópico. En el invierno los colores se pueden usar, socialmente se usa el naranja tostado, el rojo y así sucesivamente.¿Fue difícil romper ese estereotipo de los bogotanos con el color?Sí. Pero como empecé a desarrollar mi carrera en el escenario de luces, cámaras y acción, aprendí cómo ellos combinaban los colores. Si iba a vestir a La Mencha para la novela, tenía que saber cómo era el set, donde vivía, para poder jugar con los colores. Fue un ejercicio que hice con un propósito. Hoy en día me fluye el color, el colorido es mi pasión. No mezclo colores, tomo una paleta de color y ellos solitos se van revolviendo, divirtiendo. Ni yo sé cómo lo hago... Es la magia que me ha dado el ser de Mompox y haberme criado en Cartagena.¿Qué color odia para sus colecciones? El negro, pero al que no quiere una cucharita le dan dos. La colección que llevo a Caliexposhow tiene negro porque tengo que evolucionar, no puedo estar pegado al rojo, al amarillo. ¿Llegó al taller de Valentino por un premio? ¿Le satisfacen los reconocimientos recibidos? Sí, me gané un premio con la firma Johnnie Walker, que me permitió viajar a Europa y asistir al taller de Valentino. Antes decían hay tal concurso y yo corría y las cosas se me daban. Asistí a John Galliano en la Semana de la Moda en París, y fui donde la Reina de Inglaterra. Los premios le dan a uno una satisfacción de que lo está haciendo bien y lo animan a seguir en esta eterna lucha.Vea aquí Hernán Zajar, el diseñador que impuso el tejido momposino en las pasarelas internacionales