Conforme se acerca la noche de este 24 de diciembre, las calles y hogares no solo se llenan de luces y villancicos, sino también de prácticas simbólicas que buscan atraer energías positivas para el nuevo año.
En este contexto, el ritual de la canela ha emergido como una de las tradiciones más comentadas para cerrar el año con gratitud y proyectar abundancia para 2026.
La canela, especia asociada desde antiguas culturas con la prosperidad, la protección y la elevación de frecuencias energéticas, se emplea en este rito con la intención de activar el flujo de buena fortuna en los hogares.
Este ritual no requiere elementos complejos ni costosos: solo se necesita canela en polvo y voluntad para enfocarse en el deseo deseado, la práctica inicia colocando una pequeña cantidad de canela en la mano dominante frente a la entrada principal del hogar, esto simboliza la invitación a la prosperidad a entrar y establecerse.
La dinámica consiste en declarar en voz alta frases como “La prosperidad aquí va a entrar”, mientras se sopla parte del polvo hacia el interior. Inmediatamente después, se completa con la frase “La prosperidad aquí se va a quedar” al soplar lo que queda, sellando la intención de abundancia. Finalmente, lo que queda de canela en la mano se frota suavemente sobre la cabeza, como un gesto de integración de esa energía aspirada a la propia mente y proyectos personales.
La clave del éxito de estos ritos está en la fe, enfoque y paciencia con la que se realizan. Se aconseja no barrer el suelo en las siguientes 24 horas tras la ceremonia, para permitir que la energía simbólica “eche raíces” y se asiente en el umbral del hogar.
Este tipo de rituales no solo se limita a la canela; diversas culturas y corrientes espirituales proponen prácticas con elementos como velas, oraciones o colocación de objetos específicos para atraer amor, salud o prosperidad.
No obstante, la simplicidad del ritual de canela ha sido uno de los motivos por los que ha ganado adeptos durante la temporada navideña, especialmente entre quienes buscan una forma simbólica de cerrar ciclos y preparar sus intenciones para un año nuevo lleno de oportunidades.
Al final, más allá de la superstición o el esoterismo, muchos ven en estos actos una forma de enfocar la mente y el corazón hacia metas claras, aprovechando un momento del año cargado de significado emocional y colectivo.
En una época donde la esperanza y la reflexión toman protagonismo, rituales como este ofrecen una oportunidad simbólica para visualizar un futuro mejor y atraer, desde la intención, aquello que se desea manifestar en 2026.