En Cali, la poesía no habita solamente en los libros. Se encuentra en bares, cafeterías, parques y muros. La ciudad respira versos en las voces de jóvenes que abren espacios para escribir, crear y expresar su arte.

Lejos de los escenarios tradicionales, la poesía ha encontrado en los colectivos una nueva forma de ser escuchada, leída y escrita. Es una poesía híbrida que sale de las páginas para entrar en diálogo con otros lenguajes, cuerpos y territorios.

Los espacios de lectura poética se han vuelto un ritual, una cita casi sagrada. Colectivos como Jam Aquelarte lo saben bien: cada jueves del mes, su encuentro es un acto de resistencia, creación y comunidad.

Jam Aquelarte se presenta en los cáfes Libertienda, Tarantella, Obra Negra, Indeleble y Santa Pasión; Bazaro Bar, el Jardín Botánico, universidades y centros culturales. | Foto: Daniela Salas / Jam Aquelarte

“Es un espacio de palabra abierta, poético, donde los jóvenes pueden ir a expresar lo que sienten; un lugar donde las personas se reconocen en las emociones del otro, donde, al leer lo que alguien más ha escrito, pueden decir: ‘Hey, esa persona está sintiendo lo mismo que yo’”, explica Valeria Flórez, gestora cultural y fundadora de Morada Aquelarte.

Este colectivo ha ocupado distintos espacios en Cali, aunque sus puntos principales son en San Antonio y la Loma de La Cruz. Allí, permite a los jóvenes compartir sus escritos sin pretensiones académicas. “No buscamos corregir sus textos, sino que expresen lo que sienten. Nosotros tenemos talleres donde, si los chicos quieren pulir sus escritos y aprender más, también tendrán un espacio”, afirma Flórez.

“Antes, el espacio era solo un micrófono abierto: quienes venían tenían tres minutos para leer su escrito, especialmente cuando presentábamos un libro. Pero con el tiempo, artistas de distintas disciplinas comenzaron a pedirnos participar, así que decidimos abrir un segmento de 20 minutos para un artista invitado”, agrega.

Sobre los espacios poéticos que comienzan a palpitar en el corazón cultural de Cali, para esta escritora y poeta caleña, “la poesía viene desde la convivencia, un ejercicio, un acto de creación (…) un acto poético de crear, un acto poético de ser”.

Es así como Cali ha comenzado a tener un auge de colectivos y espacios culturales en los que habita esta fuerza poética impulsada por los jóvenes.

Birra y Collage: poesía desde lo análogo, el juego y lo colectivo

Entre estos nuevos espacios, nacen colectivos como Birra y Collage. Un grupo de jóvenes que hacen de la poesía un acto físico: cortar, rasgar, armar, desordenar, volver a unir fotos, palabras sueltas que generen un sentido.

Birra y Collage es un colectivo de jóvenes poetas que se reúne en los pasillos de la biblioteca del Museo La Tertulia. | Foto: David Joa Realpe / Especial para El País

“Creemos que Birra y Collage está cultivando un espacio poético alternativo en Cali: menos centrado en el espectáculo o la validación institucional, y más en la experiencia compartida, el juego, el afecto y la posibilidad de decir(se). Es una forma de creación íntima y colectiva, donde cada quien aporta desde su sensibilidad, sin jerarquías ni pretensiones”, expresa David Joao Realpe, gestor cultural de este colectivo.

Sus encuentros son en los pasillos de la biblioteca del Museo de La Tertulia, una convocatoria abierta de voz a voz que se realiza una vez al mes, abierta para quienes quieran aprender de esta arte.

Para Joao, esta propuesta “nace del deseo de explorar lo emocional a través del collage análogo, dejando que lo intuitivo, lo simbólico y lo narrativo guíen cada creación”.

“Queremos que cada persona que participe en este espacio se sienta en confianza para explorar sus emociones, jugar con lo visual y conectar con los demás”, agrega.

La galería como página: poesía en diálogo de arte

Entre los espacios emergentes de Cali, lugares como El Finestral Gallery, la poesía dialoga no solo con la palabra.

Se trata de un espacio que acoge escritores de talla nacional e internacional, y que ha albergado encuentros literarios y recitales íntimos, ampliando el terreno poético hacia lo visual, lo sonoro y lo performativo.

Para la artista caleña y creadora de El Finestral, Liliana Ortiz, “este espacio ha sido un lugar de exposiciones, de conciertos, de nuevos artistas, de noches de poetas, de exposiciones de arte, conversatorios, lanzamientos de libros, talleres de arte. Es un espacio cultural de Cali, un espacio permanente de creación, en donde están abiertas todas las ideas”.

El pasado 23 de agosto se abrió el programa El Encuentro de la Palabra y la Música, cuyo primer momento se llamó: ’Gloria Siempre’ (Himno a Cali), en el que estuvo presente poetas Carlos Maya y Luisa Belardo, y acompañantes de violínes.