La majestuosidad del universo no deja de sorprender al ser humano, y no es para menos, ya que este nos recuerda lo pequeña que es la humanidad y hace un llamado a la curiosidad de hombres y mujeres para investigar lo desconocido. No es un secreto la profunda conexión que existe entre el espacio exterior y la Tierra, todo se conecta entre sí, e incluso las partículas más pequeñas son fundamentales para que el universo funcione con la perfección que lo conocemos.

Bajo esta idea, cuatro caleños (Darío Perea, Daniela Osorio Payán, Carolina Orozco y Juan Carlos Velásquez) hacen parte de ‘Tachi Umada’, el primer grupo de astronautas análogos con más de un latinoamericano, y quienes este año viajarán a las instalaciones de la European Space Agency - Analog Astronaut Training Center, (ESA-AATC), ubicadas en la ciudad de Cracovia, Polonia.

“‘Tachi Umada’, que significa 'nuestro sol' en idioma emberá, nace de un enamoramiento entre el espacio exterior relacionado con nuestras raíces ancestrales. Estamos desarrollando un macroproyecto que consta de cuatro planes internos conjuntos. Nos encontramos experimentando con un tipo de hongo, autóctono de nuestra región, que está siendo alimentado por un tipo de energía solar emergente —con paneles orgánicos creados por nosotros—, la idea es que estos hongos puedan llegar a ser de alimento para los astronautas; e incluso pensamos en la posibilidad de que los residuos que dejen estos hongos puedan ser material para la construcción de hogares en el espacio”, cuenta Darío Perea, físico de la Universidad del Valle y doctor de la FAU en Alemania.

La curiosidad los llevo a la ESA

Cuatro caleños, cada uno especializado en un área distinta, desde la física, la mecatrónica, la ingeniería biomédica, hasta la medicina, quienes han cruzado sus caminos como rectas secantes que debían encontrarse, para unir sus talentos con la intención de aportar al avance de la humanidad. Todo inició cuando Daniela Osorio Payán, o como prefiere que le digan Dani Payán, se interesó por los programas de astronautas análogos, e inició una investigación sobre estos proyectos.

Una idea que no se quedó en curiosidad, por el contrario, en la búsqueda de respuestas, ‘Dani’, encontró un equipo: su tutor Darío Perea, quien también es embajador global de Cubes in Space testeado en NASA; Carolina Orozco, bioquímica de la Universidad del Valle, quien ha trabajado en distintos proyectos de investigación junto a Perea.
El último, pero no menos importante, que llegó al equipo, fue Juan Carlos Velásquez, profesor de la Facultad de Salud y coordinador del doctorado latinoamericano en Ergonomía de la Universidad del Valle, quien se encargará de estudiar la manera de cómo mejorar la calidad de vida de los astronautas que viajarán al espacio.

“Nos hemos entendido muy bien, cada uno aporta de manera significativa al proyecto, hemos hecho ‘match’”, cuenta Payán, quien además, con 19 años, se convertirá en la astronauta análoga colombiana más joven.

El equipo se enfocará en temas de frontera de energía solar emergente, micología (estudio de hongos) para producción de vitamina D con manejo de residuos, internet de las cosas y ergonomía, bajo la categoría de astronauta análogo, lo que se traduce a pruebas realizadas en la Tierra, donde se utilizan entornos naturales o artificiales para simular misiones en el espacio. En esta ocasión tendrá como entorno simulado al planeta Marte.

¡Luna, allá vamos!

Perea explica que, según él, en unos años se realizará la migración de los humanos para vivir en el espacio, “porque los recursos son escasos, ya sea que se viaje a un exoplaneta o a un planeta como Marte”, por lo tanto es importante seguir trabajando en este tipo de investigaciones, para que en el momento indicado puedan unirse con proyectos como Artemis, y así “brindar la certeza de que viajar al espacio es seguro, pues los seres humanos podremos ir y volver en óptimas condiciones”.

Espacio para todos

Para Juan Carlos Velásquez, realizar este tipo de proyectos, además de aportar al avance de procesos tecnológicos y espaciales, también “es una posibilidad de abrir nuevas puertas para que los jóvenes latinoamericanos vean más cercana la posibilidad de hacer parte de proyectos científicos internacionales. Una idea que hace algunos años parecía lejana”.

Opinión con la que está de acuerdo todo el equipo, es esta una de las razones por las cuales trabajan para apoyar con proyectos sociales a los jóvenes de Cali y sus alrededores. Por su parte, Payán es fundadora del plan Semillas Robóticas, un proyecto que lleva tecnología a comunidades vulnerables, “buscamos sembrar en los niños la idea de dejar las armas. Cambiar la violencia por ciencia”.