A estas alturas, estaban los apellidos plenamente establecidos, los que se habían sembrado desde la Conquista en este lado del océano: los Maldonado de Mendoza, con quienes muchos buscaban emparentar; los Ospina, los Venegas, los Berrío, los Caicedo, los Dávila, los Ponce de León, los Pastrana y los Ocaris.
Después, caminando en el tiempo, llegarían los Vélez de Guevara, los Sanz de Santamaría, los Ricaurte y los Camacho. Los Herrera Sotomayor, los Prieto de Salazar, los Ortega, los Lozano de Peralta, los Álvarez de Casal, los González Manrique, los Portocarrero, los Nariño, los Groot, los Carbonell, los Leyva, los París y los García Olano.
Estos apellidos, con paciencia y con el pasar de los años, se abrazarían unos con otros para proceder a empezar a firmar la nómina oficial, organizar la Revolución de los Comuneros cuando les convino y lanzar el Grito de Independencia cuando se hizo necesario, así como declarar la emancipación de España.
Después, por descendencia e hilos de sangre, llegarían los Mosquera, los Lleras, los Valencia, los Cabal, los Iragorri, los López y otros, quienes continuaron trabajando para no perder la nómina conquistada y para que el movimiento político y administrativo girara en torno de sus herederos hasta nuestros días. Lo sorprendente es que, todos estos apellidos, sí.
Sin importar la época, se aglutinaron en torno a la familia establecida por el conquistador Antón Olalla, quien vino con Gonzalo Jiménez de Quesada, “fundador” de Bogotá.
Este es el argumento fundamental del libro escrito por Gilberto Castillo, periodista y historiador, -miembro de la Academia de Historia de Bogotá-, quien después de trajinar por muchos medios importantes como El Espectador, RCN y otros, decidió sentarse a contar la historia de nuestro país como debe ser: sin tapujos y enfrentándola.
El mismo autor dice que la historia nos ha sido contada con verdades a medias y mentiras completas. Por eso, desde muy joven, se dedicó a estudiarla y esto ha dado como resultados tres libros: Balboa y el Mar del Sur, el cual narra la historia de Santa María la antigua del Darién, que tiene mucho que ver con la creación de Colombia como país. Está Caminando en el Tiempo, donde narra el choque entre indígenas y conquistadores. Y por último: ’Hilos de sangre, y otras historias, así se creó la oligarquía en Colombia’, una obra fundamental para comprender las raíces más profundas del poder en nuestro país .
A través de una narrativa ágil pero rigurosa, el autor nos lleva desde los días de la conquista y la colonia hasta los círculos de poder del presente, revelando un entramado de herencias y matrimonios incestuosos, que han sostenido a la oligarquía colombiana a lo largo de siglos, hasta nuestro tiempo donde nos encontramos con apellido muy conocidos y relevantes, sin ofender ni endilgar a alguien como dice el autor “es un libro para ilustrar no para señalar o injuriar.
En el marco de la historia se plantea una tesis provocadora pero documentada: la oligarquía colombiana desciende, en buena medida, de una misma familia, conformada por Antón Olalla, uno de los primeros conquistadores y fundadores de Santa Fe de Bogotá.
Desde entonces, a espaldas de la Corona española, se ha dedicado a mutarse para preservar sus privilegios, adaptándose se a cada época, y permitiendo que surgiera una oligarquía criolla, que se reveló contra los antepasados padres y abuelos , a quienes debía sangre religión y estilo, pero que cuando fue madura y poderosa hizo la revolución.
De la colonia al presente: la corrupción y las clases sociales establecidas son herencia netamente española, y uno de los méritos de la obra es mostrar cómo muchas de las prácticas que hoy condenamos —la corrupción, el clientelismo, la exclusión social— no son males recientes ni errores del sistema, sino que están inscritas en el ADN mismo del modelo colonial que se implantó en América, pero sobre todo en Colombia. Todo ello establecido por la lógica española.
En esta crónica se muestran otros hechos que han quedado al margen de la historia contada hasta hoy, pues Colombia como dice el autor: “Es un país construido con mentiras completas y verdades a medias”.
Gilberto Castillo no se limita a los grandes nombres o a los hechos oficiales; a través de otras historias, rescata a los olvidados, y se mete en cosas trascendentales como la revolución de los comuneros, patrocinada, en su momento, por la misma oligarquía encabezada por el marqués de San Jorge. Este, una vez se da cuenta de la magnitud del problema que ha generado, se asusta y abandona a los revolucionarios a su suerte, cobrando un chivo expiatorio como fue José Antonio Galán como mártir comunero.
Este último, para colmo de la humillación, fue hecho abuelo por su propio verdugo, el arzobispo Caballero y Góngora, quien abusa de su hija Inocencia de apenas 14 años, dando lugar al nacimiento de Luis Caballero Góngora y Galán, cuya descendencia hoy se ubica en la zona de Veracruz Méjico.
'Hilos de sangre y otras historias, así se formó la oligarquía en Colombia’ no es un libro para ultrajar o agredir, es más bien para ilustrar y no solo se lee, se discute, se comparte, y se convierte en una herramienta para comprender el presente colombiano desde sus raíces más crudas.