Una selección de sus mejores columnas de opinión, escritas durante los últimos tres años y publicadas en El País y Las Dos Orillas, abarcando desde las artes plásticas, el cine, la literatura, incluso la vida cotidiana, la historia y la política nacional.
Así es el nuevo libro de Óscar López Pulecio, titulado ‘El cincel y la pluma’, aludiendo a un ensayo del poeta Rainer Maria Rilke sobre el escultor francés Rodin, donde relacionaba la ligereza de las palabras que adquieren peso y forma por el arte literario, y el mármol esculpido con maestría que adquiere la movilidad de los cuerpos vivos.
Desde hace más de 40 años, López Pulecio viene ejerciendo ese oficio atento y reflexivo, como es opinar por escrito en periódicos, “ambas especies en vía de extinción”. Es decir, siendo un columnista de opinión, algo muy lejano de las opiniones publicadas con automatismo en las redes sociales con las que muchos hacen carrera en la actualidad.
Se trata de la novena recopilación de textos en los que espera haya “alguna frase que perdure más allá del trajín diario de su publicación en un periódico”.
Óscar López Pulecio es abogado especializado en economía y ha tenido una amplia experiencia en cargos diplomáticos, como embajador de Colombia ante la Asamblea General de la ONU, cónsul general de Colombia en el Reino Unido. También ha ejercido como secretario general de la ANIF y la Universidad del Valle, entre otros cargos.
En conversación con El País, casa editorial donde publica hace 35 años, López Pulecio esboza un arte de la columna de opinión.
—¿Por qué tomó esa imagen de Rilke sobre ‘El cincel y la pluma’ para su libro?
Rilke entendió la esencia de la obra escultórica de Rodin en contraste con la del poeta, mientras que trabajar con el cincel no es fácil, porque el mármol no admite correcciones, trabajar con la pluma podría decirse que es más fácil, en el sentido de que se puede tachar, borrar y desechar, y volver a empezar.
Pero, usando el símil del cincel, me parece que el trabajo del columnista es un poco más cercano al del escultor, ya que tiene la aspiración de que sus opiniones queden fijas para la posteridad, por eso debe ser muy cuidadoso con las palabras.
Para el columnista publicar en un periódico impreso, los que quedan, o en un medio digital, es equivalente a esculpir, por eso, cualquiera sea el tema del que opine, siente una responsabilidad muy grande y un respeto enorme por los lectores.
Las columnas de opinión, en la actualidad, son un refugio de la calidad y las maneras civilizadas para expresarse y debatir, hay una tradición responsable en este género periodístico. Un columnista no es que dice falsedades para polemizar, es alguien con pensamiento propio, carácter y una autoridad que no tiene cualquier persona.
—Las columnas de opinión distan de las opiniones en redes sociales...
Ahora usted abre un blog, o una cuenta en Twitter y dice todo lo que quiere en 3 minutos, o en un número limitado de caracteres, sin importar si lo leerán o no, o si lo que dice tiene sustento intelectual.
En este sentido, una de las intenciones de mi libro es reivindicar el papel de las páginas editoriales de los periódicos, porque allí hay unas opiniones mucho más autorizadas y mucho más responsables que las que uno encuentra en esta locura de las redes sociales.
Estas plataformas son una mezcla de irresponsabilidad con alcantarilla, allí cualquiera se siente autorizado para decir lo peor y caer bajo, porque inclusive lo puede hacer de una manera anónima.
Eso es todo lo contrario de lo que hacemos los columnistas en los periódicos. Nosotros, al menos es mi caso, tenemos que investigar y averiguar, ser conscientes de lo que estamos diciendo, sustentarlo con argumentos y hechos reales, uno puede naturalmente equivocarse y siempre hay opiniones divergentes, pero expresar opiniones tiene una responsabilidad básica, algo de lo cual carecen las redes sociales.
—¿Cómo una columna de opinión puede superar la coyuntura del día y no perder vigencia?
Los hechos se repiten y hay temas que son, de algún modo, eternos. Si usted escribe sobre literatura, arte o historia, sabe que son inagotables y siempre hay algo nuevo qué decir.
Para ponerle un caso, si usted opina sobre una obra de Picasso, porque acaban de abrir una exposición en París, o sobre un libro del que recibió el Premio Nobel de Literatura, sobre el aniversario de algún gran escritor, como Proust o James Joyce, todos son temas que por su naturaleza no pierden importancia.
Y la política siempre tiene antecedentes históricos que nos permiten profundizar y encontrar puntos de comparación con el presente, pero para lograrlo debemos leer historia, cultivar con rigor el pensamiento y pulir el criterio para opinar.
—¿Una columna de opinión puede ser un texto literario?
Lo que pasa es que hay muchos escritores en los periódicos colombianos, parece que aprovecharan este espacio para no escribir libros completos. Lo que hacen es escribir literatura en el periódico.
Claro que es una forma respetable de ser columnista, pero eso es literatura no opinión. A mí me parece fundamental que las columnas mantengan un nivel de interés anclado en la realidad actual.