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James Joyce nació el 2 de febrero de 1882 en Dublín (Irlanda), hoy se conmemoran 100 años de su más importante novela, y 140 de su natalicio. | Foto: Especial para Gaceta

LITERATURA

Se cumplieron 100 años de la publicación de 'Ulises', la obra maestra de James Joyce

Hace un siglo se publicó en París la novela más innovadora de la literatura moderna. Su autor, James Joyce, prometió que tendría ocupados a los críticos por 300 años. Algunas claves para enfrentarse a este clásico.

2 de febrero de 2022 Por:  L. C. Bermeo Gamboa, periodista de Gaceta

En 1941, cuando James Joyce falleció en Zúrich (Suiza) a causa de una úlcera perforada, tenía 58 años, había sido sometido a 25 operaciones en los ojos y, no obstante, al final de sus días estaba completamente ciego. Así y todo, legó al mundo una de las obras literarias más revolucionarias de la historia: el Ulises, que había publicado pese a toda la censura oficial, rechazos editoriales y dificultades económicas, el 2 de febrero de 1922 en París. Solo seis después en un diario alemán, Stefan Zweig —uno de los lectores más finos de la época— auguraba su destino: “Sea como sea, nadie puede negar que este libro, un capricho genial, seguirá siendo una rareza sin relación alguna con el resto de la novelística (…). Con el paso del tiempo terminará ocupando el lugar que se merece, pero nunca se desprenderá de ese misterioso hermetismo que lo elevará y lo convertirá en una obra venerable. En cualquier caso, pido desde hoy respeto para esta novela apasionada, provocadora e inigualable. ¡Respeto, respeto para James Joyce!”.

La librera y editora Silvia Beach —propietaria de la legendaria Shakespeare & Co.—, fue la única en el mundo que se atrevió a publicar esa obra laberíntica de un hombre vagando todo el día por la ciudad de Dublín, un libro plagado de referencias eruditas, innovadoras técnicas narrativas, así como excéntricos juegos verbales en inglés y, además, una importante carga de obscenidad y escenas escatológicas. Debido esto la obra sería censurada en Inglaterra y Estados Unidos, pero su leyenda —que cautiva a veces más que el mismo libro— motivó a diferentes editores y libreros, quienes sin importar las consecuencias llevaron el libro a sus lectores. Entre ellos estuvieron las editoras de The Little Review, una revista que publicó algunos capítulos de la novela en Norteamérica, por esto fueron enjuiciadas y condenadas por obscenidad, 10 días de prisión y 100 dólares de multa. Fue en 1921, cuando este país estaba gobernado por una clase puritana que también había prohibido las bebidas alcohólicas. Otro mártir de la libertad de expresión fue Samuel Roth, quien no solo publicó capítulos del Ulises en su revista erótica, también público la primera edición completa —por suscripción—, siendo condenado a 66 días de cárcel por violar la censura en 1930. Tres años después el Ulises saldría de la categoría de libros obscenos y circularía libremente, el mismo año también acabaría la ley seca.

Pero más allá de sus polémicas legales, esa primera edición de mil ejemplares bastó para que Ulises fuera considerada la obra más ambiciosa y moderna del siglo XX, con la que según afirmó su autor tendría “ocupados a los críticos durante 300 años”. Y hoy, cuando han pasado los primeros 100 años de su publicación, sigue siendo una obra de culto por su riqueza literaria, formal y lingüística. Aunque, paradójicamente, también es uno de los libros más difíciles de leer para el común de las personas, tanto en su versión original en inglés, como en las traducciones españolas. Es por esto que Borges afirmaba que de algún modo James Joyce había escrito un libro apto solo para críticos literarios y especialistas: “Nadie ignora que para los lectores desprevenidos, la vasta novela de Joyce es indescifrablemente caótica”, dijo. Sin embargo, el crítico Harold Bloom no negó su dificultad, pero pidió más esfuerzo: “El Ulises es un placer, difícil pero accesible, para el lector común dotado de cierta inteligencia y buena voluntad”, a lo que cabe agregar una dosis considerable de paciencia.

Por su parte, el escritor colombiano Juan Gabriel Vásquez confesó que a sus 20 años cuando leyó por primera vez el Ulises, “lo leí con una dedicación que no he vuelto a tener nunca, acompañándome de dos libros paralelos que explicaran o iluminaran todas las referencias; hoy sigo pensando que es la única manera de leer esta novela llena de guiños, grandes y pequeños, y que leerla sin ayudas bien escogidas es una pérdida de tiempo y explica que tantos lectores se queden fuera”.

Aunque hay una alegoría con la Odisea de Homero, el argumento del Ulises es en apariencia sencillo: todo ocurre el jueves 16 de junio de 1904, mientras Leopoldo Bloom, un anónimo vendedor de publicidad recorre la ciudad de Dublín cruzándose con otros en calles, tiendas, tabernas y prostíbulos, entre ellos con Stephen Dedalus, un joven poeta torturado por su historia familiar. La novela termina en horas de la madrugada cuando Leopoldo regresa a su casa y allí lo espera Molly Bloom, su esposa, quien protagoniza el último capítulo con un largo y vivaz monólogo. Joyce escogió ese día en particular para su novela como un homenaje a su esposa Nora Barnacle, pues se habían conocido el 16 de junio de 1904. Además, quiso que el día de publicación del libro, 2 de febrero, coincidiera con su cumpleaños, por lo que hoy también se cumplen 140 del nacimiento de James Joyce, quien como buen supersticioso amaba las sincronías. Cabe agregar que el impacto cultural del Ulises superó la censura en Irlanda, país natal de James Joyce del que se exilió muy joven, y donde solo permitieron publicar su novela en los años 60. Sin embargo, desde 1954, lectores y habitantes de Dublín ya habían empezado la costumbre de celebrar el denominado Bloomsday, en honor del protagonista de Ulises, cada 16 de junio hasta la actualidad.

De hecho, entre los aspectos más fascinantes del Ulises está una técnica narrativa llamada “corriente de conciencia”, desarrollada por Joyce para representar la voz subjetiva de los personajes, de modo que cuando dicen algo a veces piensan lo contrario, o para generar monólogos internos en paralelo con alguna situación. La corriente de conciencia sería una técnica adoptada por algunos de los grandes novelistas del silgo XX en todas las lenguas, desde Woolf, Faulkner, Hemingway, Onetti, Musil, entre otros. Además en la novela se describe un centenar de hechos, desde los más minúsculos como ir al baño, hasta sepelios y eventos deportivos, que poco a poco se van sincronizando como en un gran puzzle donde todas las piezas son necesarias. Obras como La vida: instrucciones de uso, del francés Georges Perec, son herederas de esta obsesión por la minuciosidad y las correspondencias. Por eso, el mismo Borges, lector poco entusiasta de la novela, reconoció que “yo (como el resto del universo) no he leído el Ulises, pero leo y releo con felicidad algunas escenas”. Incluso, en 1968 dedicó a James Joyce un poema que sintetiza la desmedida creatividad del escritor irlandés: “En un día del hombre están los días del tiempo (…) Entre el alba y la noche está la historia universal”.

A la pregunta de ¿por qué leer el Ulises 100 años después? El escritor, traductor y actor de origen irlandés, Joe Broderick, radicado en Colombia hace más de 50 años y quien, entre el 2010 y 2020 dirigió un grupo de lectura del Ulises, opina que: “no creo que deba leerse por obligación o por esnobismo, no porque implique un reto sino por el solo disfrute, como cualquier libro que busque entretener al lector. Solo en esa medida vale la pena leerlo, el Ulises no es una tarea pendiente, porque si uno no goza leyéndolo, mejor es dejarlo. Muchas personas que llegaron a mis sesiones de lectura no habían podido leer Ulises por su cuenta y conmigo han encontrado ese gusto. La lectura es un placer estético y hay mucho en James Joyce, pero si uno no lo capta por problemas de comprensión de su mundo cultural dublinés, es que él tiene muchas referencias de su propio universo local que llenan el texto, si esto se convierte en un obstáculo es mejor leer otro libro. Sin ese placer estético no vale la pena leerlo, de hecho en mis lecturas hubo personas que estuvieron hasta el final y entendieron de que iba el Ulises, pero esto no impidió que finalmente Joyce les desagradara”.

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