El Proyecto de Aves Playeras Migratorias del Pacífico americano, coordinado desde Colombia por la Asociación Calidris, fue galardonado en la modalidad Actuaciones en Conservación de la Biodiversidad en Latinoamérica de la XX edición de los Premios Fundación BBVA a la Conservación de la Biodiversidad.

El jurado destacó que se trata de una iniciativa de gran alcance geográfico, que integra a organizaciones de 11 países con costa en el Pacífico —desde México hasta Chile— y dos socios de Estados Unidos y Canadá. En conjunto, visitan y monitorean 148 humedales costeros, donde han logrado reducir impactos humanos, generar bases de datos científicas abiertas y fortalecer la participación comunitaria.

El proyecto busca proteger las aves playeras. La erosión costera, una de las amenazas. | Foto: El País

Un esfuerzo que nació en Colombia

El proyecto comenzó en 2011 como una red de organizaciones dedicadas a realizar conteos de aves migratorias. La idea surgió en Cali, cuando un grupo de estudiantes liderado por Luis Fernando Castillo, hoy director de Calidris, inició el anillamiento de aves playeras en playas colombianas. Lo que empezó como un ejercicio académico se convirtió en una red continental de investigación y conservación.

Con el respaldo del Servicio Forestal de Estados Unidos, el proyecto se expandió hasta incorporar, en 2019, a Chile, Perú, Ecuador, Colombia, Panamá, Costa Rica, Nicaragua, Honduras, El Salvador, Guatemala y México, además de Estados Unidos y Canadá.

El premio a Calidris fue entregado por la Fundación BBVA | Foto: El País

Ciencia y comunidad, la fórmula de éxito

Más allá de los conteos, la red ha identificado actividades humanas que amenazan a las aves y ha impulsado medidas de mitigación. Diana Lucía Eusse, investigadora asociada a Calidris, explica que iniciativas como los festivales de aves han servido para sensibilizar a comunidades locales y visitantes sobre la importancia de compartir la playa con las especies migratorias.

También han trabajado con inmobiliarias, productores de sal y camaroneros para establecer zonas de exclusión y ajustar niveles de agua en piscinas, de manera que las aves puedan alimentarse y descansar. Estos acuerdos se han logrado mostrando los beneficios económicos y ambientales de la conservación.

Un corredor vital para 28 especies

El proyecto favorece principalmente a 28 especies de aves playeras que utilizan el corredor migratorio del Pacífico, desde Alaska hasta la Patagonia. Sus hábitats incluyen manglares, marismas, estuarios y estanques de producción salinera o camaronera. En los 14 años de monitoreo, se han registrado entre 300 mil y 500 mil aves.

“El objetivo no es que todo produzca dinero, pero para tener éxito hay que hablar en términos de sostenibilidad en la producción”, resume Eusse. Por su parte, Castillo subraya que este esfuerzo ha demostrado la capacidad de las organizaciones latinoamericanas para liderar procesos de conservación a gran escala.