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Carlos Muñoz (izquierda) y Diego Lemus (derecha) son los fundadores de la Corporación Jóvenes Guerreros Caminantes por la Paz de sus Comunas, Jogueca, en El Poblado. Con el apoyo del programa Tíos y la Arquidiócesis, lograron eliminar las fronteras invisibles en el barrio. | Foto: Foto: Raúl Palacios | El País

DEPORTES

Los inspiradores jóvenes que con cultura y deporte transforman al oriente de Cali

Aunque algunos jóvenes del oriente de Cali se vieron involucrados en los disturbios que empañaron el paro del 21N, en esta zona de la ciudad hay decenas de ejemplos de muchachos que lideran las grandes transformaciones de su entorno.

2 de diciembre de 2019 Por: Redacción de El País

En días de paro nacional, Cali es una ciudad de jóvenes que no permiten que su creatividad se detenga. Mientras unos armaban el caos y otros marchaban, en el barrio El Poblado II del Distrito de Aguablanca unos muchachos organizaron un torneo de fútbol. Lo llamaron Sin Límites. Lo disputaron los equipos de todos los sectores de la zona como una manera de recordar que las fronteras invisibles que alguna vez levantaron las pandillas son cosa del pasado.

Los organizadores del torneo, Carlos Muñoz y Diego Lemus, estuvieron de acuerdo en que el deporte es otra forma de resistir sin exponer a los 85 niños y jóvenes que integran su escuela de fútbol a los vándalos que en la tarde del jueves 21 de noviembre de 2019 generaron temor en la ciudad, mientras 23 mil caleños marchaban pacíficamente.

Carlos y Diego son los fundadores de la Corporación Jóvenes Guerreros Caminantes por la Paz de sus Comunas, Jogueca, en el oriente de Cali. Se llaman a sí mismos “hermanos”. Hace unos años no se podían ver. Si eso sucedía no lo pensaban para desenfundar un revólver y dispararse.

Carlos vive en un sector de El Poblado conocido como El Sena, y Diego en otro al que le dicen Ciri. En épocas de fronteras invisibles, microtráfico, pandillas, el uno no podía pasar a la calle del otro. A veces ni siquiera necesitaban transgredir límites territoriales; el gatillo se oprimía desde lejos.

Todo comenzó a cambiar con un taller realizado en la fundación Fundautónoma por la estrategia Tíos de la Alcaldía. Tíos traduce ‘Territorios de Inclusión y Oportunidades’.

Juan Camilo Cock, uno de los coordinadores de la estrategia, dice que lo que hace Tíos es identificar los territorios que tienen más problemáticas de pobreza, de violencia, de exclusión, y darles prioridad para las intervenciones que realizan todas las secretarías. Se mejora la iluminación de las calles, se pavimentan las vías, se reforman los colegios y se abren bibliotecas; se pintan murales y se buscan alternativas para generar oportunidades para los jóvenes. Actualmente 90 barrios hacen parte de la estrategia.

En el taller en Fundautónoma, Diego y Carlos se miraban con rabia. Ambos pensaron que les estaban “picando arrastre”. En el lenguaje de las pandillas, ‘picar arrastre’ es engañar al otro para sacarlo de su zona segura y hacerlo vulnerable.

En uno de los ejercicios del taller no les quedó otra alternativa que conversar. Carlos le contó a Diego que en su sector, el Sena en El Poblado, acababa de abrir una escuela de fútbol y una huerta comunitaria. Diego le dijo que en el Ciri estaba haciendo lo mismo. En cada una de las dos escuelas apenas había ocho niños.

La emotiva historia de dos líderes que transforman al oriente de Cali

Entendieron que tenían más en común que lo que los distanciaba. Diego decidió ir más allá y le propuso a Carlos visitar el sector Ciri para conocer su escuela y hacer las paces entre los dos territorios. Carlos, pese al miedo de entrar donde lo querían muerto, aceptó. Días después decidieron fusionar las escuelas de fútbol. Desde entonces las fronteras invisibles en el barrio se derrumbaron.

En Ciudad Córdoba, también en el Distrito de Aguablanca, los muchachos se blindan con música. En el barrio se encuentra la Escuela Canalón, que salvaguarda la cultura tradicional del Pacífico. El jueves 28 de noviembre de 2019 obtuvieron el ‘Premio Cívico por una Ciudad Mejor’, que coordina la Fundación Alvaralice.

La escuela fue fundada en 2014 por la maestra Nidia Góngora, considerada la ‘guardiana’ de la cultura del Pacífico en Cali, y quien con su agrupación musical, Canalón de Timbiquí, fue nominada al Latin Grammy 2019 en la categoría Mejor Álbum Folclórico.

Todos los sábados, entre 2:00 p.m y 6:00 p.m., y orientados por Felipe Amú, el director de la escuela, 40 niños y jóvenes del oriente se forman en el toque de la marimba. Aunque en el fondo lo más importante es salvaguardarlos de lo que les ofrece el entorno – drogas, violencia – y ofrecerles un proyecto de vida alrededor de la cultura.

“La Escuela Canalón es un grupo referente de paz y de música que exalta los valores ancestrales y fortalece el componente de proyecto de vida de niños y jóvenes del Pacífico colombiano”, dijo el jurado del ‘Premio Cívico por una Ciudad Mejor’.

Cuando termina el Festival de Música del Pacífico Petronio Álvarez, en Ciudad Córdoba se hace una recepción de los artistas participantes. La Escuela Canalón reúne al barrio e inicia los arrullos, una fiesta de cantos y marimba. Así, durante tres noches, desde las 11:00 p.m. hasta las 6:00 a.m., se recrea el Pacífico y sus tradiciones. Esa, dice Felipe Amú, es otra manera de transformar el territorio, hacerlo noticia por la cultura y no por la guerra.

En el barrio Petecuy de la Comuna 6 los muchachos hacen algo parecido. Liderados por un escritor famoso en el oriente de la ciudad, Gustavo Andrés Gutiérrez, dibujan murales en el Distrito de Aguablanca, declarando las esquinas de los barrios como ‘esquinas de lectura’.
Allí, con la excusa del mural, Gustavo reúne a los niños para leerles cuentos y de paso espantar a los que prefieren las esquinas para consumir drogas.


En cada uno de los murales, ubicados en barrios como Alfonso López, El Retiro, Potrero Grande, Los Lagos, El Poblado, Pizamos, El Valladito, dejó un mensaje: así como en los libros otros mundos son posibles, participar democráticamente es un camino para movilizar cambios en el país.

Justamente, en el barrio Potrero Grande, muy cerca de donde trabaja Gustavo, está Leonardo Fabio Navarro. Es el coordinador del programa Rumbo Joven que lidera la Fundación Alvaralice, en alianza con otras entidades.

Con el programa, jóvenes bachilleres del Distrito de Aguablanca, Siloé y Altos de Menga, se capacitan para que puedan ser contratados en alguna de las empresas de la ciudad. De 1000 jóvenes que han sido beneficiados desde 2014, el 64% consiguió un empleo.

Cuando Leonardo salió a marchar el 21 de noviembre de 2019, se encontró a algunos de ellos. Le contaron que habían pedido la media jornada a la que tenían derecho por haber votado por primera vez, para participar en el paro. Que los muchachos votaran, dice Leonardo, simboliza una enorme diferencia

– En los jóvenes de Cali hay una vulnerabilidad no solo por el estigma que carga el barrio donde viven algunos, sino también por su condición sexual o religiosa. Ellos protestaron en rechazo a esa exclusión, pidieron que no se considere pagarles menos por ser jóvenes. Y lo hicieron sin agredir a nadie. El motivante para marchar en los jóvenes es la falta de oportunidades. Pero los que están estudiando, o en un programa como Rumbo Joven, o trabajando, no van a salir a tirar piedras poniendo en riesgo sus procesos. El mensaje es que Cali debe darle más oportunidades a los jóvenes para que aprovechen su tiempo libre y no consideren levantar una piedra en una protesta – dice Leonardo.

En los cuatro puntos cardinales de la ciudad hay ejemplos de jóvenes que a través de su liderazgo en la comunidad y los proyectos que tienen en marcha, envían mensajes contundentes.

En el barrio La Unión de la Comuna 16 los muchachos que practican stunt (acrobacias en moto) fueron invitados para hacer exhibiciones antes de las marchas. El grupo lo integran 23 jóvenes, y son liderados por Marco Antonio Ramírez, campeón de stunt en siete ocasiones. Marco también promovió la conformación de la Plataforma Juvenil de la Comuna 16, integrada por organizaciones que se dedican al deporte, al teatro, a las danzas, al canto.

– Entendimos que no necesitamos ir a meternos en problemas con las autoridades en una marcha sino hacer un espectáculo artístico que reúne mucha gente alrededor como una manera de mostrar nuestra inconformidad. Ese discurso, el de participar a través del arte o el deporte, sin violencia, es el que están promoviendo los jóvenes en Cali y no lo que hace más ruido: el vandalismo.

Por una ciudad mejor

Cali es una ciudad de cientos de iniciativas cívicas que intentan hacer de esta capital un mejor lugar. Solo al premio Por una Ciudad Mejor, que coordina la Fundación Alvaralice y que se entregó el pasado jueves 28 de noviembre, se postularon 103 proyectos.

Entre los nominados al galardón estaba Siémbrate Siloé. Es una huerta comunitaria ubicada La Estrella, frente al polideportivo; cien metros cuadrados sembrados con tomate chonto, cherry, berenjena, coliflor, fríjoles, rúgula.

La huerta fue inaugurada por la empresa Rincón Verde, de la ingeniera industrial Luisa Chaparro, quien promueve las huertas urbanas. También la Fundación Dinos y Join a Town.

La mayoría de los habitantes de Siloé, explica Luisa, provienen del campo. La huerta es una manera de recuperar todos sus saberes de la tierra, enseñárselos a la comunidad, a los niños y jóvenes sobre todo, para preservarlos. De paso se logra el segundo objetivo: que los adultos mayores de Siloé se sientan útiles, importantes, al retornar a su trabajo en los cultivos.

En la iniciativa trabajan 30 personas de Siloé, entre ellas algunas en condición de discapacidad.

En el premio Por Una Ciudad Mejor Siémbrate Siloé se ubicó entre los 13 finalistas.

Los ganadores fueron la Fundación Escuela Canalón de Timbiquí, que le enseña música y la marimba del Pacífico a los niños del oriente de la ciudad.

El segundo lugar fue para Manos con Alma, de Fundapedco, que trabaja con comunidades con discapacidad cognitiva o intelectual, al igual que la iniciativa que ocupó el tercer lugar: ‘Me Integro como Mujer’, de la organización Progresar Fundación, un proyecto en el que también se resalta el papel de la mujer en la sociedad.

Entre las tres iniciativas ganadoras del Premio Cívico recibieron un capital semilla de $25 millones; $5 millones para el tercer puesto, $7 millones para el segundo y $13 millones para el primer puesto.

El Premio Cívico es coordinado en Cali por la Fundación Alvaralice y patrocinado por las Fundaciones Bolívar Davivienda, Carvajal, Corona, Club Campestre, Fanalca, WWB Colombia y Plan Internacional.

También participan instituciones educativas como el Colegio Freinet, la Corporación Universitaria Minuto de Dios y el Centro de Educación e Investigación para el Desarrollo Comunitario Urbano y Rural (CEDECUR), además de medios de comunicación como el Noticiero 90 Minutos y el diario El País.

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