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Miles de caleños participaron de la Marcha del Silencio este martes para pedir la recuperación de la ciudad. | Foto: Foto: José Luis Guzmán | El País

VIOLENCIA

Los "diálogos improbables" y otros caminos para unir de nuevo a los caleños

En el cumpleaños 485 de Cali hay solo dos asuntos en los que todos parecieran estar de acuerdo: la ciudad está fragmentada tras el estallido social, y es urgente sanar y reconciliarnos. Un grupo de caleños acaba de hacer un llamamiento para diseñar un gran pacto en el que quepamos todos y repensemos la ciudad.

28 de julio de 2021 Por: Santiago Cruz Hoyos | Editor de Crónicas

John Paul Lederach es un profesor universitario estadounidense, hijo de un pescador, quien decidió especializarse en resolver conflictos para intentar consolidar la paz. En 1994 fundó el primer Centro por la Justicia y la Construcción de la Paz de la Universidad de Mennonite.

Al profesor Lederach se le ve con frecuencia en Colombia, un país en donde permanecemos tan divididos que lo hace ideal para poner en práctica su metodología para construir confianza en los territorios golpeados por la violencia: ‘diálogos improbables’, se llama. Consiste en poner a conversar a personas que piensan distinto, en contextos polarizados, con el objetivo de que encuentren, juntos, una estrategia para lograr transformaciones de largo aliento.

— Son diálogos en sociedades divididas y en transición – dijo el profesor en una entrevista concedida a La Comisión de la Verdad.

En Cali comenzaron a implementarse esos diálogos entre ‘opuestos’. La idea se le ocurrió a la activista caleña Mapi Velasco, quien a su vez se inspiró y cuenta con la asesoría de una iniciativa que ya está en marcha el país, la Plataforma de Diálogos Improbables.

— Es un laboratorio de innovación social al que hemos llamado ‘Dialogando CoCreamos’. Son conversaciones entre amigos que piensan diferente. Llegamos con la disposición de escuchar y sobre todo, la convicción de que es más importante que defender mis ideas, aprender a respetar las de la otra persona. Diseñamos una encuesta a través de cinco preguntas, con las que identificamos si la persona es radical hacia la izquierda, hacia la derecha o el centro, y armamos grupos diversos tanto en edades como en posiciones políticas.

Más de 100 vecinos del oeste ya hacen parte de la iniciativa que pretende reconciliar la comuna y cerrar la brecha social del territorio.

Lo más difícil ha sido lograr lo fundamental: que la gente quiera dialogar. En el caso de Cali, explica Mapi, hay una creencia arraigada entre quienes no están ‘directamente’ relacionados con el conflicto que se dio durante el reciente paro nacional; suponen que el diálogo es un asunto entre la Alcaldía y los jóvenes de la Primera Línea o los manifestantes. Pero no se percibe que entre todos debemos conversar. ¿Cuántas amistades no se han roto por discusiones políticas en los últimos meses? ¿Cuántos conflictos familiares no se han iniciado por lo mismo? ¿Cuántas personas han decidido retirarse de algún grupo de Whatsapp?

— Pese a que ha sido impresionante esa falta de interés por el diálogo, lo vamos logrando. Hay unas reglas de juego. No es un debate. El objetivo tampoco es convencer a nadie. Se trata de ponerse en los zapatos de la otra persona y liberarse de los estereotipos, la polarización y la rabia. Creo que eso ha sido lo más importante. Porque la gente entra con rabia, así que antes de empezar hacemos meditaciones. Si estos ‘diálogos improbables’ se pudieran multiplicar, creo que es una forma de que en Cali aprendamos a escucharnos. Una forma de reconciliarnos – dice Mapi, que también hace parte de una propuesta de un grupo de ciudadanos que han hecho un “llamamiento” para construir un acuerdo por la ciudad.

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Todo comenzó, recuerda el constructor de paz Diego Arias, en los días en los que se convocó la Marcha del Silencio. La mayoría de quienes asistieron eran caleños que exigían el levantamiento de los bloqueos en los días del paro, pero, por primera vez, reconocían en sus consignas la condición de desigualdad histórica que evidenció el estallido social.

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Diego, durante la marcha, leyendo los mensajes escritos en cartulinas, percibió que se trataba de una señal en medio de esta ciudad fragmentada para comprometer esfuerzos que permitan superar la desigualdad y empezar un diálogo colectivo.

— Y comencé a conversar con líderes que compartían esa misma sensación: periodistas, empresarios, artistas, académicos. Coincidimos en que Cali requiere de un gran acuerdo que nos incluya a todos pese a las diferencias para superar esa división. Y es lo que se ha hecho: una convocatoria ciudadana, colectiva, para dialogar, discutir ese gran acuerdo y repensar a Cali.

El inicio del texto que hace ese llamado es una cita del filósofo Estanislao Zuleta: “Convivir es vivir en la diferencia, la diversidad y la pluralidad, en y con los conflictos, vivir productivamente los conflictos”.

En 2020, Cali fue una de las 5 ciudades del país con mayor desigualdad en la distribución de ingresos. De hecho, fue la tercera que más aumentó la desigualdad en la distribución en los ingresos, según Cali Cómo Vamos.

El profesor Adolfo Álvarez, del Instituto de Paz de la Universidad del Valle, y quien promueve el llamamiento, anuncia que el próximo miércoles 28 de julio de 2021 se hará la presentación pública del mismo, por el Facebook Live del portal Las Dos Orillas, a las 9:30 de la mañana. El paso siguiente será crear una gran ‘sombrilla virtual’ – por efectos de la pandemia del coronavirus, el distanciamiento social – para comenzar el diálogo.

— El propósito de este llamamiento es consolidar una visión compartida de ciudad, que incluya un compromiso por la defensa de la vida, trabajar por una Cali mucho más incluyente, donde sea posible vivir en la diferencia. Es el momento para lograrlo. A raíz de la eclosión social se ha recuperado un espíritu ciudadano de responsabilidad, de solidaridad, de acción colectiva, de trabajar por el bien público. Hay na movilización de conciencias que no es solo coyuntural y se espera que esto permita que Cali encuentre una ruta de entendimiento – dice el profesor Adolfo.

Una de esas iniciativas de reconciliación que brotaron en medio del caos se dio en el oeste de Cali, y es considerada como uno de los modelos a seguir. Pese a los bloqueos en la zona, las confrontaciones de un lado y otro, vecinos de barrios llamados ‘privilegiados’ se unieron para intentar cerrar las brechas sociales de la Comuna 1. Finalmente, concluyeron, pese a las diferencias, son vecinos de un mismo territorio.

— El sentir del grupo es que como privilegiados, nos miramos después de las movilizaciones y las brechas sociales que evidenciaron. Hay vecinos del oeste que no miraban hacia su entorno y las protestas del paro llevaron a que lo hicieran. Y como privilegiados, sentimos que tenemos que hacer algo al respecto. Y la conclusión de ese ‘algo’ que hay que hacer, que tenemos que hacer, es que al menos en el micro territorio nuestro podamos construir una mejor opción de vida para todos.

Enlazarnos con nuestros vecinos de Terrón Colorado, de Altos de Normandía, con los que tenemos al lado y casi nunca mirábamos, para construir juntos – explicó hace unas semanas Liliana Sierra, una de las líderes de la iniciativa, que ya ha logrado que un grupo de jóvenes de Terrón Colorado estudien inglés, que casi una decena haya encontrado un empleo en las empresas de quienes viven en el oeste, que todas las familias de los jóvenes que hacen parte de la iniciativa tengan un padrino (un vecino del oeste) y que la Comuna 1, de a poco, se reconcilie, se encuentre y se reconozca en eventos culturales o en caminatas turísticas.— El primer paso para reconciliarnos como ciudad es reconocer los sentimientos del otro. Y alguien tiene que dar el primer paso. Fue lo que hicimos– agrega Liliana.

Gustavo Muñoz es el presidente del Grupo Multisectorial, una entidad que nació hace diez años y que asocia a 37 gremios económicos, de 25 sectores de la economía, unas 22 mil micro, pequeñas y medianas empresas de calzado, panadería, confecciones, transporte de carga, restaurantes. Como grupo, explica Gustavo, reconocen esa brecha social profunda que padece Cali, y por ello han acudido al llamado para construir ese acuerdo por la ciudad y aportar, desde las empresas, para superar la desigualdad.

El más reciente informe sobre Pobreza Monetaria, del Observatorio Cali Cómo Vamos, dice por ejemplo que en 2020, como consecuencia de la pandemia del coronavirus, en la ciudad se registró un porcentaje de personas en situación de pobreza monetaria de 36,3%. En otras palabras, 36 de cada 100 personas en Cali viven con apenas $336.962 al mes.

La pobreza extrema también aumentó. 13 de cada 100 caleños se encontraban en situación de pobreza extrema en 2020, o lo que es lo mismo: vivían con $152.415 al mes.

— Todas estas brechas sociales que nos estallaron y se profundizaron debido al covid requieren que nos repensemos como ciudad. Pero antes de formular políticas públicas tenemos que escucharnos, incluirnos, tener tolerancia, generar confianza que es lo que no hay, y construir colectivamente con los jóvenes – continúa Gustavo.

Carlos Charry, doctor en sociología y director del doctorado de la maestría en estudios sociales de la Universidad del Rosario, considera que Cali está ante la oportunidad de convertirse en un laboratorio social ejemplo para Colombia, si se entiende que la polarización se supera cuando se tiene claro que las soluciones a los problemas no son de izquierda o de derecha o centro; son soluciones.

Sin embargo, para lograrlo, se debe primero pensar en superar la discriminación. Cali es una ciudad que discrimina según el color de la piel, o el estrato, o el género, o la condición sexual, o el equipo de fútbol. Ya lo decía el Grupo Niche desde 1999, cuando lanzó su canción ‘Han Cogido la Cosa’: blanco corriendo, atleta, negro corriendo, ratero; blanco sin grado doctor y el negrito yerbatero.

— Esa canción refleja un hondo problema social que la ciudad pareciera no darse cuenta. Hoy sabemos que Cali es una ciudad fragmentada por las diferencias sociales. Y parte de la solución, por supuesto, está en hacer inversión social en los sectores más deprimidos. Pero hay un elemento adicional y es esa discriminación tanto por cuestiones raciales como por orígenes sociales y económicos. Mucha gente cuando busca trabajo no pone en su hoja de vida dónde vive porque teme ser discriminando. Si le prestamos atención a los jóvenes que se han manifestado, lo que buscan son oportunidades. No que les regalen, sino oportunidades de educarse y trabajar en condiciones dignas. Y a veces esa depresión económica que padecen no se da porque las oportunidades no estén, sino porque los discriminan por algún motivo.

Eso en términos culturales se debe solucionar. Ninguna ciudad de Colombia tiene tanta diversidad junta en lo étnico y lo social como Cali. Y ese debería ser un motivo de sentirse orgulloso de vivir en ella, pero la mayoría de los caleños no reconocen ese potencial que hay en esa diversidad – comenta Carlos Charry. El profesor Luis Carlos Castillo, doctor en sociología política y profesor titular de la Universidad del Valle, está de acuerdo. La reconciliación de la ciudad pasa por reconocernos diferentes y respetarnos. También pasa por promover una cultura de paz, que entienda que los conflictos pueden ser transformados solo a través del dialogo. Promover la cultura de la no violencia, y condenar esta última venga de dónde venga. La vida de un estudiante es sagrada, dice el profesor Castillo. La vida de un miembro de la Fuerza Pública, también.

El sacerdote Francisco De Roux, presidente de la Comisión de la Verdad, subraya que en Colombia la vida tiene que recuperar su valor. “En Francia durante las protestas de los chalecos amarillos, hubo vandalismo y destrozos, pero en un año solo se registró un muerto. Mientras en Colombia en un mes largo de paro nacional hubo decenas de víctimas”.

Acuerdo por Cali

“Convivir es vivir en la diferencia, la diversidad y la pluralidad, en y con los conflictos, vivir productivamente los conflictos”: Estanislao Zuleta.


El estallido social que ha sacudido a Colombia y que ha tenido lugar con especial énfasis en Santiago de Cali, nos obliga a actuar asumiéndonos todos como un colectivo en la tarea urgente de encontrar alternativas para dar respuesta a las múltiples demandas que han sido expresadas, especialmente las de buena parte de nuestra juventud.

A nadie le puede resultar ajeno el sentimiento de inconformidad, no sólo contra medidas y proyectos gubernamentales, sino también contra la inequidad que coloca a una gran cantidad de nuestros ciudadanos en condición de extrema vulnerabilidad.

Estamos en presencia de una situación muy grave, signada por la crisis y la tensión que entraña enormes riesgos, pero también grandes oportunidades. Mirar hacia otro lado o creer que “aquí no ha pasado nada” no es una opción.

Muchas de las expresiones de esta crisis social han traído consigo polarización y evidenciado aún más las fracturas que dividen profundamente a nuestra sociedad. Difícilmente algún sector o individuo puede decir que esta circunstancia dolorosa no lo ha afectado. No obstante, el resultado más importante es que, aún en medio de la complejidad de lo que ha ocurrido, está en progreso una movilización de conciencia colectiva respecto de esas problemáticas y la necesidad de trabajar conjuntamente para resolverlas.

Es necesario construir respuestas efectivas ante asuntos que no son ni dignos, ni justos, ni posible, seguir ignorando, es en esta perspectiva que surge nuestra invitación pública.

El momento histórico exige comprometernos con una acción mancomunada que permita transitar de los actuales antagonismos hacia un destino compartido, una visión común, tanto de ciudad como de región.

Debemos contribuir al fortalecimiento de la institucionalidad democrática y el estado social de derecho bajo preceptos de inclusión, en una apuesta por la dignidad y la justicia donde se entienda la diferencia a partir del respeto por el otro, el ejercicio efectivo de derechos y también de deberes individuales y colectivos y del cumplimiento de las obligaciones del Estado y las autoridades.

Desde diversos sectores se vienen agenciando procesos de reconocimiento e interlocución que hacen parte de la movilización y la construcción de alternativas. En el actual contexto diferentes actores involucrados invitan a una salida tan urgente como viable: EL DIÁLOGO.
Ha llegado el momento de unir múltiples capacidades y distintos saberes, para desde nuestras experiencias y voluntades dar forma a una o varias soluciones, tantas como sean necesarias. Es responsabilidad de todos ayudar a encontrar caminos para la concertación y la reconciliación.

Desde este colectivo proponemos a la sociedad y sus estamentos políticos, empresariales y académicos, comunitarios, medios de comunicación, a los gobiernos local, regional y nacional un gran Acuerdo por Cali.

Nuestro objetivo principal es construir la confianza requerida para defender como prioridad el respeto por la vida y la búsqueda de una sociedad incluyente en la que todos tengamos cabida.

En el contexto de una ciudad desgarrada en su tejido social y sus relaciones de cooperación y convivencia invitamos a trabajar mancomunadamente por:

1. Impulsar acciones que promuevan la reconciliación, creen nuevos vínculos de confianza y reconocimiento y promuevan una cultura de paz. Para ello, son pilares fundamentales: el valor supremo de la vida, la dignidad humana, la no violencia y el reconocimiento de las diferencias y de la riqueza de nuestra diversidad.

2. Lo anterior requiere también atender las problemáticas estructurales evidenciadas y por tanto afianzar las políticas, programas y acciones por un desarrollo integral más incluyente.

Los firmantes sin pretensión distinta que la de apoyar el esfuerzo por el trámite positivo de la actual conflictividad y convencidos de que nuestra ciudad es el espacio para, aun en la diferencia, gestar un proyecto común, nos comprometemos a promover, respaldar y ejecutar las acciones necesarias para desarrollar este Acuerdo por Cali.

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