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Calima El Darién será una de las sedes de los Juegos Panamericanos Junior, en septiembre. | Foto: Álvaro Pío Fernández / El Pais

LAGO CALIMA

Calima El Darién, un paraíso del Valle que lucha contra el covid-19 y otras amenazas

Pese a ser uno de los principales destinos del Valle, ‘el lago’ requiere de un plan de desarrollo turístico a largo plazo. Control de los visitantes, prevenir casos de ahogados y superar la informalidad de los prestadores de servicios, entre los principales desafíos.

11 de abril de 2021 Por: Santiago Cruz Hoyos / Editor de crónicas - Fotos y video: Álvaro Pío Fernández / El País

Luis Ignacio Plata, uno de los socios fundadores del Mesón Ilama, un restaurante ubicado a la orilla del Lago Calima, observa a su alrededor. Desde la mesa donde se encuentra, y a través de los ventanales, aprecia una vista espléndida del Lago que se mueve sereno por la brisa, las montañas de verdes oscuros, verdes amarillos, el rojo tierra, las casas de recreo, la neblina que comienza a bajar y a la que los navegantes llaman ‘el brujo’. La escena es tan apacible, que no provoca irse de allí.

—Esto es lo que buscan quienes vienen al Lago Calima desde las grandes ciudades: esta paz, este silencio, el aire sin una sola fábrica que lo contamine. Por eso, en parte, los entiendo. Una vez llegan, lo primero que hacen es quitarse el tapaboca, “descansar de esta vaina”, dicen, y lo dejan a un lado. La gente está llegando a Calima El Darién para darse un respiro después de un año encerrada debido a la pandemia del coronavirus. Sin embargo, aunque los entiendo, hacemos pedagogía. Aquí es obligatorio cumplir con las medidas de bioseguridad. Pero lo que te quiero decir es que eso explica mucho de lo que ocurre hoy en el Lago: los visitantes vienen en busca de esa ‘tranquilidad’ que les da estar en medio de la naturaleza para quitarse el tapaboca.

A Luis Ignacio, quien desde hace 36 años está radicado en la zona rural de Calima El Darién, cada madrugada lo despierta el canto de los monos aulladores de la región.

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A Calima El Darién se llega fácil y rápido. Desde Cali, los 86 km se recorren en hora y media en carro. Mucho menos desde Buga, Tuluá, Palmira. Está a tres horas del Eje Cafetero.

La cercanía, las facilidades de acceso gracias a buenas carreteras y el clima (entre 18 y 25 grados centígrados) hacen que ‘el lago’ y El Darién permanezcan entre los destinos turísticos del Valle con más visitantes. También por las posibilidades que ofrece.

Los navegantes encuentran los vientos más rápidos de Latinoamérica, por lo que ‘el lago’ es considerado uno de los mejores lugares del mundo para practicar deportes náuticos. Será sede de los Juegos Panamericanos Junior, en septiembre de 2021, para las competencias de vela, canotaje, remo y triatlón, y es sede del Club Náutico del Pacífico, donde se forman los semilleros de la región. Fue fundado por ‘los doctores’, como los llaman: Carlos Eduardo Salas, un anestesiólogo intensivista, y su esposa Martha Juliana Acevedo, también anestesióloga, ambos navegantes.

Los vientos atraen igualmente a quienes practican deportes extremos, como el parapente, mientras que las trochas y bosques seducen a los aficionados del trail running (carrera a pie en medio de la naturaleza). En el municipio se corre la carrera de montaña Pacifik Trail y la Copa Colombia de Triatlón.

Los avistadores de aves buscan a Calima para retratar pájaros acuáticos: el Cormorán, las Ibis Oscuras de Careta, el Martín Pescador.

Otros visitantes llegan en busca de pistas arqueológicas. Fue en esta región donde convivieron indígenas de la cultura Calima en la época precolombina. El Museo Arqueológico Calima, el primero fundado en el suroccidente de Colombia (1981), exhibe una colección de 4.000 piezas de las cuatro sociedades de esa cultura: cazadores recolectores, Ilama, Yotoco y Sonso.

Aunque el mayor atractivo es el Lago como tal. Simplemente para apreciarlo desde algún mirador o a la orilla en una carpa. Ismael Plata, quien llegó a Calima hace 42 años “como pato buscando el agua”, y quien fundó una de las primeras marinas del lago – servicio de muelle y parqueadero de embarcaciones - cuenta que la historia del embalse comenzó cuando la CVC desarrolló el Plan Lilienthal “para el fomento integral y aprovechamiento de los recursos naturales”.

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David Lilienthal fue un estadounidense que dirigió un proyecto en el río Tennessee para generar energía. Años después lo contrató la CVC para hacer algo parecido en el Valle. Fue así como se empezaron a construir las hidroeléctricas de Anchicayá y Calima.

Lo que es hoy el lago Calima, dice Ismael desde la recepción de su marina, era un valle “muy lindo” donde, de un lado, había tierras destinadas al cultivo y la ganadería, y del otro, una tierra pedregosa, donde solo se daba caña de azúcar y funcionaban dos trapiches.

En 1961 se inició la construcción del embalse, que terminó en mayo de 1965. El agua para inundar el Valle de 19.34 km (es uno de los embalses más grandes de América) llega desde el río Calima y sus afluentes a través de túneles.

Con el Lago terminado, la zona comenzó a poblarse de personas de Buga, Tuluá, Palmira, Cali, atraídos por la majestuosidad del paisaje y lo que aún se dice: “Calima, paisajísticamente, es la Suiza de Colombia”.

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La pandemia del coronavirus ha generado algo parecido. Quienes tenían fincas de recreo pero vivían en la ciudad, decidieron radicarse en la zona. Y eso, dice el alcalde de Calima El Darién, el médico Martín Alfonso Mejía, ha traído beneficios al pueblo. Aumentó el consumo de productos y servicios, así como la demanda de viviendas, lo que ha reactivado la construcción, aunque por otro lado se han generado conflictos por el uso del suelo.

Quienes habitan alrededor del lago explican que no se oponen al desarrollo urbanístico, siempre y cuando no sea dañino para la región y se respete el POT. El Plan de Ordenamiento Territorial dice que hay zonas donde solo se puede construir una casa en un lote de mínimo 3000 metros. Es el área establecida para que la actividad humana no sature al medio ambiente. Sin embargo, hay rumores de parcelaciones de cientos de casas, sin que se aclare de dónde obtendrán el agua, o qué manejo le darán a los vertimientos.

— Esos planes de vivienda no cumplen las disposiciones para el desarrollo urbanístico ordenado, con las garantías para los que compran, como para los que estamos aquí – advierte Ismael, pero no es el único problema.

A la reactivación económica contribuye, por supuesto, el regreso de los turistas, después de que Calima El Darién permaneciera con sus fronteras cerradas para prevenir contagios entre los darienitas del virus que causa el covid-19. Aunque hubo quien burlara las barricadas navegando por el lago o descolgándose por trochas, los contagios entre los habitantes del pueblo permanecieron en cero desde marzo de 2020, cuando se confirmó el primer positivo en Colombia de covid, hasta agosto, cuando volvieron los turistas.

El suelo rural de la Cuenca del Río Calima, se encuentra inmerso en la Reserva Forestal del Pacífico declarada por la ley segunda de 1959.

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El Secretario de Salud de Calima El Darién, Arturo Betancourt Hoyos, dice que en el pueblo se teme al efecto que podrá tener la Semana Santa que acaba de pasar. Los turistas comenzaron a llegar desde el viernes 26 de marzo de 2021, y se fueron el domingo 4 de abril.

La Secretaria de Turismo, Deporte y Cultura del municipio, Carolina Loaiza, calcula que en temporadas altas como Semana Santa los visitantes pueden doblar el número de habitantes del municipio: 18 mil personas. Aunque no todos llegan para quedarse a dormir. No habría dónde meter tanta gente. Una gran parte del turismo es de pasadía.
El caso es que se teme que los contagios de covid se empiecen a incrementar, como ya se ha registrado esta semana. En total, desde que comenzó la pandemia, Calima El Darién reporta 383 contagiados y diez fallecidos. Hasta el momento se han aplicado alrededor de 1000 vacunas.

— Si miramos los contagiados en el Valle, 214 mil desde que comenzó la pandemia, tenemos un porcentaje insignificante de positivos, pero significativos para nosotros como autoridad sanitaria. Estamos esperando qué pasa en los próximos días tras la Semana Santa, pero esperamos que los casos aumenten– dice el Secretario de Salud.

Se presume que los contagios recientes se deben al desorden de algunos en la Semana Mayor: fiestas clandestinas, aglomeraciones en las entradas al lago. El alcalde Martín Mejía considera, sin embargo, que en los medios “se está mostrando lo que se quiere mostrar y ven lo que quieren ver”.

— Trabajamos duro en Semana Santa junto a la Policía. Nos dedicamos a perseguir fiestas. Una inmensa a la orilla del lago la alcanzamos a neutralizar. ¿Qué pasó? Se nos fueron para otras reuniones pequeñas. También hay algo que se debe entender: las fiestas no las hace gente de El Darién. Las hacen gente de afuera, en propiedades que también le pertenecen a personas de afuera. De manera irresponsable alquilan las fincas, se desentienden de lo que pase en ellas porque no viven aquí, y nos dejan el problema. Y luego los que quedamos en la palestra pública somos el teniente y el alcalde. Por eso el mensaje al turista es: venga a Calima, queremos atenderlo, pero respete al municipio.

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Patricia Helena Eastman – (en Calima la conocen como Patricia de Plata) una de las primeras profesoras de deportes náuticos que tuvo el lago, advierte que con las fincas pasa algo particular. En promedio mantener una casa de recreo cuesta $5 millones al mes, entre el salario del mayordomo, el pago de los servicios, los mantenimientos de piscinas, los impuestos. Debido a la pandemia, hubo propietarios que no tuvieron cómo mantener sus fincas, ni con qué pagarles a sus trabajadores, por lo que optaron por cedérselas. Les permiten que las alquilen para de allí pagarse su sueldo, con la condición de que le hagan el mantenimiento al predio.

— Entonces los mayordomos las alquilan al que sea con tal de conseguir los recursos que necesitan, pero no les interesa cuántos van a ir y qué van a hacer. Eso explica tanta casa alquilada de manera desordenada y tanta rumba en el lago.

En el municipio, además, hay apenas 15 policías, que se dividen en tres turnos, y algunos cumplen jornadas de descanso, incapacidad, vacaciones, por lo que en la práctica, por cada turno, Calima El Darién es patrullado por apenas cuatro agentes.

Entre algunos jóvenes el comentario es el mismo: “vamos a rumbear a Calima porque allá no nos pasa nada, no hay control”.

Algo similar ocurre con la seguridad en el lago. En los últimos dos años se han reportado cuatro personas ahogadas. El caso más reciente fue el de Alexánder Cortés, de 19 años, un turista a quien, asegura el Coordinador de Gestión del Riesgo de Calima, Abelardo Gómez, la Defensa Civil le advirtió que el embalse no era seguro para nadar. El muchacho hizo caso omiso. Se ahogó después de intentar recuperar un balón.

Hasta 2010 se llevaba una estadística de unas 300 personas que fallecieron ahogadas desde que se construyó el embalse. Incluso se han ahogado buzos expertos, como el médico Jorge Ramírez, quien practicaba en el lago para participar en un campeonato mundial de apnea, en Italia.

Guillermo Emilio Cardona Rizo, ‘Conejo’, de la dirección de salvamento acuático del Cuerpo de Bomberos, era amigo suyo. Dice que Jorge, pese a su experiencia como buzo, se ahogó por lo que se ahoga la mayoría de las personas en Calima: no seguir las recomendaciones. En el caso de Jorge, rompió la regla de oro de los buzos, no bucear solos.

Guillermo también conoce casos de personas ahogadas después de que se lanzaron al lago en estado de embriaguez, o drogados, o gente a la que se le ocurrió atravesar el embalse nadando sin pedir acompañamiento.

La profesora Patricia Helena Eastman agrega que el lago tiene una particularidad: puedes estar tocando el fondo, dar un par de brazadas, y encontrarte enseguida en una zona de cuatro o más metros de profundidad. Algunos se asustan al no tocar el fondo, rozan ramas que confunden con animales, entran en pánico, lo que también genera tragedias. La Alcaldía tiene prohibido nadar en el embalse, pero al parecer eso no está tan claro entre los turistas. Los darienitas no nadan en el lago.

— La seguridad del lago en Calima no tiene un doliente. No hay salvavidas permanentes, se debe contar con equipos de salvamento acuático, lanchas supervisoras con sirenas, comunicación, equipos de primeros auxilios – dice Guillermo, quien entró a los Bomberos Cali en 1976 - venía de la Selección Colombia de Waterpolo – y lo nombraron instructor de natación y salvamento acuático.

Aquella informalidad en el lago es evidente en el resto del municipio. Según Carolina Loaiza, la Secretaria de Turismo, son 60 las fincas que se alquilan, 25 hoteles, seis zonas de camping y 80 restaurantes, “entre formales e informales”. La informalidad aumentó tras la pandemia. Personas del municipio que se quedaron sin trabajo ahora ofrecen habitaciones de sus casas para hospedaje.

— A Calima El Darién como destino turístico aún le hace falta organización en cuanto a la formalidad de los prestadores de servicios. Es una de las necesidades. Por eso, por medio de la Cámara de Comercio, estamos trabajando en un convenio para promover capacitaciones, actualizaciones del registro nacional de turismo, y que los prestadores estén legalmente constituidos – dice la Secretaria.

Ismael Plata, una vez termina de narrar la historia del embalse, concluye que es cierto que paisajísticamente Calima es la Suiza de Colombia, pero ha permanecido a la deriva, sin un plan de desarrollo turístico a largo plazo.

— Da dolor de patria decirlo, pero es así. Apenas empezaron a parchar las vías de acceso, por los Juegos Panamericanos. Pero nos hemos cansado de solicitarle a la Gobernación que arregle esa vía. No hay apoyo, ni condiciones, alianzas público - privadas, para generar la infraestructura turística que requiere Calima. La mayoría de las ofertas son para el llamado turismo mochilero. Falta una entidad dedicada a promover el desarrollo turístico. Y se requiere más control al que viene, además de un hospital mejor equipado. El hospital es un puesto de salud. Calima hoy es un destino que busca dolientes.​

“El objetivo es que Calima eleve su oferta turística”

Julián Franco, el Secretario de Turismo del Valle desde hace 5 años, asegura que la “visión” que tiene su despacho frente a Calima El Darién como destino turístico, es que eleve, como el resto del departamento, su oferta turística tanto en alojamiento como en gastronomía y actividades para realizar.

“El objetivo es que Calima El Darién vaya escalando hasta intentar captar turistas de mayor capacidad adquisitiva, me refiero a turistas internacionales que gastan en dólares o euros, y para lograrlo se requiere mejorar la infraestructura hotelera, gastronómica, y demás. En ese sentido el sector privado juega un papel fundamental, porque no todo es responsabilidad de lo público. Lo que sucede actualmente es que la mayoría de las ofertas están encaminadas al turismo mochilero, y nos interesa ampliar esa oferta y seducir a quienes tengan mayor capacidad adquisitiva, lo que repercute en importantes beneficios para el municipio y su gente”.

Uno de los retos que se deben sortear para lograrlo es revisar el POT en Calima, explica, y que se permita la construcción de proyectos hoteleros y de vivienda, de acuerdo a la capacidad del municipio. “Se han hecho reuniones con el Bloque Parlamentario para intentar llegar a un acuerdo sobre ese aspecto. Hay un interés tanto público como privado de que Calima mejore su infraestructura. También es cierto que no ha habido un plan de desarrollo turístico sostenido, y por eso se deben planear políticas de largo plazo que no dependan de las visiones cortoplacistas de los gobernantes de turno”, dice.

Este año, agrega el Secretario de Turismo, Calima El Darién entra a formar parte de la estrategia Pueblos Mágicos del Valle. En la primera fase se adecuará el parque central de El Darién, para hacer un embellecimiento conceptual, y se creará una calle comercial hasta el Museo Calima. “Esto va a generar un impulso al municipio y estimulará la oferta turística”, dice Franco, quien reconoce, además, que el lago debe contar con un equipo de salvavidas que responda por la seguridad del embalse y se garantice la seguridad de los turistas.

“Es algo que nos trasnocha, la necesidad de cubrir ese equipamiento, pero no hemos encontrado la fórmula porque no es algo que dependa de la Secretaría de Turismo directamente”.

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