Valores vallecaucanos: La inspiradora historia de Zuly, la tenista que compite en silla de ruedas

Zuleiny Rodríguez, o Zuly, como prefiere que la llamen, acaba de terminar bachillerato y es tenista y modelo. Y ahora, después de graduarse, quiere seguir con el deporte que le mueve la vida pero también quiere estudiar sicología y comunicación social, pintar y escribir, viajar y conocer el mundo. Quienes la conocen de cerca saben que con ella las fronteras apenas son letras, un puñadito de letras. Entonces mientras Zuly continúa hablando de sus sueños, la luz se le anida en los ojos.

En el 2001 nació con una malformación congénita de miembros inferiores; y sin huesos desde la rodilla para abajo, se acostumbró a hacerse camino por encima de los obstáculos más y menos previsibles.

Lea también: Valores vallecaucanos: Ella es María Vanegas, la sanadora de las víctimas de la violencia en Trujillo

Lo fundamental en la vida, que es imperceptible ante las miradas ligeras, en su caso es un rasgo tan visible como para ocupar el renglón destinado a las señas particulares en la cédula de ciudadanía: determinación. Fácil, cuando le den el documento, así podría quedar escrito en el espacio correspondiente; en vez de pelo negro y sonrisa de azúcar, en vez de rasgos de ‘modelo Vogue teen’, ahí podrían escribir determinación.

Cuando cumplió los 13, decidió desvestir las prótesis que usa para caminar, de la espuma y el caucho que las recubría. Demasiado falsas para su gusto, dice, recordando el momento definitivo de su auto-reconocimiento y el encuentro con el metal desnudo de la prolongación de sus piernas. Poco más adelante empezó a practicar tenis en silla de ruedas, luego de intentarlo con el baloncesto y la natación.

Tras dos años largos entrenándose como tenista paralímpica, ahora es la número uno de su categoría en Colombia (junior) y la número doce del mundo, luego de disputar el pasado marzo los Juegos Parapanamericanos Juveniles en São Paulo y la Semana Guga Kuerten, en Florianópolis, Brasil.

Lea también: Valores vallecaucanos: El hombre que le da vida a instrumentos tradicionales del Pacífico

Ya a bordo del tenis, llegó al modelaje. El inicio tiene una escena de aparente casualidad: cansada, adormecida entre los pliegues del uniforme del colegio mientras esperaba el MÍO en la estación de Tequendama, se le acercó un hombre ofreciéndole una tarjeta; era un agente de moda, embelesado por la belleza de la chica y la elegancia con que portaba sus prótesis. La madre de Zuly, al escucharla recrear el episodio en su casa del barrio Floralia, al norte de Cali, cree en todo caso que nada tuvo que ver con los giros de la fortuna, sino más bien con el poder de los sueños. Así como el tenis ha llevado a su hija a emprender sus primeros viajes internacionales, el modelaje se ha convertido en otra llave para abrir puertas y ventanas por las cuales observar el mundo.

A los pocos días de aquel encuentro en la estación, la muchacha conoció el Valle del Cocora, en el Quindío, posando por primera vez de manera profesional en una sesión fotográfica. La oportunidad se le dio de la mano del diseñador Guío de Colombia, que la eligió para hacer parte del calendario Natural Beauty, una iniciativa que con el respaldo de la Gobernación del Valle del Cauca buscaba destacar el encanto de personas con malformaciones congénitas o lesiones físicas, y distintos oficios y profesiones. Con el pelo rizado sobre un abrigo, y sus prótesis desnudas pisando un tapete de hierba, la imagen de Zuly ilumina el mes de enero.

Su paso más próximo en ese camino quedó dispuesto para los próximos 29 y 30 de noviembre, cuando en las bodegas de la antigua Licorera se lleve a cabo la Pasarela de la Inclusión impulsada por la Administración Departamental, que será una puesta en escena a través de la cual quince diseñadores de la región mostrarán sus creaciones a través de personas con capacidades diferentes. Otro chance, está segura Zuly, para reafirmar su mensaje de tenacidad.

Al imaginarse se pone de pie; está en la sala de su casa y camina hasta la puerta: “Estoy loca por irme a comprar un vestido. Lo más difícil en mi vida es nunca saber qué ponerme…”, dice. Desde la sonrisa que le sacude el rostro, lo ve todo con determinación: su raqueta golpeando la pelota, los brillos en la pasarela, la vida, total y misteriosa, abriéndose ante sus ojos como siempre ha sucedido.