Editorial
Presos del miedo
Es hora que el Gobierno Nacional afronte la situación del personal del Inpec en todo el país como parte de la crisis de seguridad nacional...
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20 de oct de 2025, 12:38 a. m.
Actualizado el 20 de oct de 2025, 12:38 a. m.
Quizá la mayor muestra del poder que han acumulado los grupos armados ilegales y las bandas delincuenciales en Colombia durante el actual Gobierno es la persecución abierta y sin tregua que han desplegado estas estructuras delictivas contra los guardianes al servicio del Instituto Nacional Penitenciario y Carcelario, Inpec.
Los funcionarios encargados del control, el traslado y la custodia del personal privado de la libertad por la comisión de diferentes delitos están hoy, literalmente, presos de la zozobra y el miedo ante el llamado plan pistola ordenado contra ellos desde el interior de las cárceles por los mismos mandos de estas estructuras criminales.
El informe publicado en la edición de este fin de semana de El País da cuenta de 23 atentados registrados en lo corrido de este año contra guardianes del Inpec en diferentes regiones, en los que han sido asesinados 8 funcionarios del sistema penitenciario.
Cifras que preocupan por el papel esencial que cumplen los guardianes en el esquema de administración de justicia en Colombia; pero más desesperanzador aún es el hecho de que no exista una estrategia clara desde el Gobierno Nacional para garantizar su seguridad y protección, pese a la evidente amenaza que vienen enfrentado.
Según lo han denunciado los mismos guardianes o las organizaciones sindicales que trabajan en la defensa de sus derechos, hay temor de salir de las cárceles al terminar la jornada laboral porque varios de los atentados se presentan en ese momento o cuando entran o salen de sus casas.
Más inhumano aún, es el drama psicológico que están viviendo las familias de los cerca de siete mil integrantes del cuerpo de guardianes del Inpec en todo el país, para quienes cada día se convierte en una ruleta rusa en la que no saben contra quién irá el próximo ataque.
Es evidente que el cuerpo de guardianes penitenciarios, sin excepción, se encuentra desmoralizado y desincentivado para continuar con su trabajo, y eso es una alerta roja que ni el país ni mucho menos el Gobierno puede ignorar.
No puede convertirse en lugar común que los medios de comunicación registren hechos como los de las dos últimas semanas en las que hubo un guardián muerto y tres heridos en Bogotá; otro atentado con un muerto y un herido en Palmira; dos atentados en Cali con un muerto y un herido; un dragoneante herido en Cartagena y un atentado contra un carro del Inpec en Armenia.
La realidad muestra que es urgente pasar de los reiterados y estériles anuncios coyunturales a los hechos. Que es urgente la necesidad de trazar una estrategia que involucre inversión, capacitación y respaldo real y sostenido a los guardianes del Inpec.
Medidas pensadas al calor de los hechos como las de armar a todos los guardianes con pistolas de Indumil, de mantenerlos por más horas dentro de las cárceles para minimizar el riesgo o que salgan del trabajo y permanezcan encerrados en sus casas, más parecen una condena que una estrategia real de apoyo a su valeroso trabajo.
Es hora que el Gobierno Nacional afronte la situación del personal del Inpec en todo el país como parte de la crisis de seguridad nacional, y bajo el entendido de que los guardianes no son parte del conflicto armado en Colombia.
De lo contrario, no habrá manera de garantizar que el Instituto Nacional Penitenciario pueda mantener un mínimo de orden en las cárceles del país, donde claramente la delincuencia le ha planteado un desafío al Gobierno y busca hacer de los sitios de reclusión verdaderas guaridas bajo su control.
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