¿Esfuerzo fallido?

Si el municipio apenas tiene el control del 40% de las ambulancias que operan en Cali, no se puede decir que tenga éxito el programa puesto en marcha hace dos años para regular ese servicio.

Se observa en las calles: ahí sigue la competencia para ver cuál llega primero al lugar de un accidente, donde además es común que ‘aterricen’ en simultánea cinco o seis ambulancias.

Tampoco se ha podido erradicar la práctica de usar esos vehículos que son para atender emergencias en salud, en el transporte de pasajeros, ni se sabe cuánto de ese 60% que no está registrado, cumple con las normas y equipamientos exigidos.

Y como se demostró con la captura de ocho personas que conformaban una organización delictiva encargada de estafar al Seguro Obligatorio de Accidentes de Tránsito, Soat, detrás hay un negocio del que se lucran algunas empresas, clínicas que pagan para que les lleven pacientes, personas particulares y funcionarios públicos.

Si bien hay que reconocer el esfuerzo de la Administración Municipal por meter en cintura a las empresas de ambulancias, éste no ha dado resultado y el caos continúa, como lo reconocen incluso los operadores del servicio.

Mientras no se ejerza la autoridad como corresponde, se siga sin detectar y castigar a quienes incumplen las normas, y las ambulancias solo se piensen como una forma de hacer negocio con la salud, Cali seguirá expuesta a los atropellos y peligros que ocasionan.