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Seriedad con el Valle

Once años lleva el Valle pidiendo la construcción de la vía Mulaló-Loboguerrero y otra vez, como ha sucedido desde entonces, las esperanzas de comenzar la obra se esfuman en medio de la burocracia del centralismo.

2 de septiembre de 2019 Por: Vicky Perea García


Once años lleva el Valle pidiendo la construcción de la vía Mulaló-Loboguerrero y otra vez, como ha sucedido desde entonces, las esperanzas de comenzar la obra se esfuman en medio de la burocracia del centralismo. Respuestas prontas es lo que exige la región sobre un proyecto que beneficiará al Departamento y aún más a la Nación.

La semana anterior se recibió con sorpresa y preocupación la noticia de que la Agencia Nacional de Licencias Ambientales, Anla, exigía nuevos estudios y requisitos al concesionario para decidir la factibilidad de la obra. En esencia dijo que no puede pronunciarse a fondo sobre la solicitud “ni en un sentido favorable ni en uno desfavorable al no contar con los elementos suficientes para determinar una viabilidad o inviabilidad ambiental de la obra”. Y llegar a esa conclusión, o no conclusión, le llevó dos años.

Como si no fuera suficiente la incertidumbre que genera, la agencia del Gobierno le otorga otros doce meses al constructor para adjuntar los documentos que pide, con lo cual la obra ya no comenzará en este 2019, ni tampoco en el 2020 si se tienen en cuenta los largos tiempos que la Anla se toma para adelantar cualquier estudio o para realizar nuevas exigencias. Así como van las cosas, a la vía Mulaló-Loboguerrero le irá tan mal o peor que a la Doble Calzada a Buenaventura que lleva ya ocho años de atraso. Más grave aún es que de $1,7 billones que la carretera costaría en principio, ya el presupuesto va en $3,3 billones y aumentando.

De la urgencia de hacer esa carretera que acorta en 33 kilómetros y en una hora la distancia entre Cali con el principal puerto de Colombia sobre el Pacífico se habló en el año 2011. Dos años después el Gobierno Nacional se comprometió a realizar el proyecto, lo incluyó en el paquete de vías 4G o de cuarta generación y adjudicó la concesión en el 2014.

Entonces se aseguró que a más tardar en el 2016 se le daría inicio, compromiso que se vio retrasado otro año más mientras se surtían las consultas con las comunidades y se tramitaba lo que hoy es el peor obstáculo, pues la Anla afirma no tener elementos de juicio y descarga su responsabilidad en el concesionario. Desde entonces se está a la espera de la licencia que no llega.

Recibir ese tratamiento de una entidad que tiene el deber de aportar a las soluciones que necesita el país, y aplazar indefinidamente una prioridad como es la comunicación con el mar Pacífico, es algo que el Valle no puede aceptar. Por ello exige respuestas sobre la vía Mulaló-Loboguerrero, e insiste en la terminación de los tramos que le faltan a la doble calzada Buga-Buenaventura, en los arreglos del hundimiento en el kilómetro 89, en la adjudicación de la nueva malla vial y en la información sobre el destino que se les está dando a los recaudos de los peajes del departamento en manos de Invías desde el año anterior.

Lo que está ocurriendo no es serio. Esta es la oportunidad para repetir la pregunta sobre qué pasa con el centralismo, que desconoce a la provincia como sucede con el Valle, e impide que el desarrollo llegue a las regiones como debe ser.

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