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Nicolás Maduro y Gustavo Petro se estrechan la mano este martes en la entrada del Palacio de Miraflores en Caracas.
Democracia y un Estado de Derecho pleno es lo que Colombia debe reclamar, sin ninguna contemplación, para Venezuela. | Foto: Cortesía Palacio de Miraflores

Editorial

Mensaje ambiguo

Es incomprensible, entonces, que en medio de la polémica, cuando está demostrada la tensión internacional que producen las acciones recientes de Nicolás Maduro para impedir un verdadero tránsito de Venezuela hacia la democracia, el presidente Gustavo Petro decida visitarlo en Caracas.

10 de abril de 2024 Por: Editorial

Cuando se esperaba que el Gobierno de Colombia mantuviera su postura firme y crítica contra el régimen venezolano por la farsa en la que, de nuevo, convirtió las elecciones presidenciales de esa nación, el presidente Gustavo Petro decide darle un espaldarazo a Nicolás Maduro realizando una visita de Estado al vecino país.

Es un mensaje ambiguo el de exigir un día que se respeten los derechos democráticos de la oposición y a renglón seguido darle un apretón de manos a quien pretende eternizarse en el poder recurriendo a las formas más rastreras de manipulación y coacción.

El encuentro entre el presidente Petro y Maduro es el quinto que se realiza desde la posesión del mandatario colombiano y tras restablecer las relaciones diplomáticas y comerciales entre los dos países. Sin duda, hay temas comunes que obligan a mantener una comunicación abierta y fluida entre ambos gobiernos, en primer lugar para beneficio económico y social de sus ciudadanos. Pero ante los recientes acontecimientos políticos en contra de la oposición en Venezuela, los límites debieron quedar establecidos.

El régimen chavista incumplió primero el Acuerdo de Barbados, que trazó las rutas para permitir unas elecciones libres y democráticas por primera vez en 25 años. Entre ellas garantizar el respeto a los resultados de las primarias realizadas en octubre pasado y que ganó con amplitud María Corina Machado, a quien se la declaró como inhabilitada pocos días después.

Para que no quedara duda de las intenciones del oficialismo de mantenerse en el Palacio de Miraflores a como diera lugar, en enero se retomó la persecución política contra sus detractores, a quienes se ha perseguido y encarcelado sin descanso desde entonces. El remate fue impedir que Corina Yoris, la candidata elegida para remplazar a Machado, se inscribiera para los comicios, lo que generó el rechazo de la mayoría de gobiernos de América Latina, incluidos aquellos de izquierda y más afines al chavismo como los de Brasil, Chile y Colombia.

Es incomprensible, entonces, que en medio de la polémica, cuando está demostrada la tensión internacional que producen las acciones recientes de Nicolás Maduro para impedir un verdadero tránsito de Venezuela hacia la democracia, el presidente Gustavo Petro decida visitarlo en Caracas. Atender asuntos bilaterales como el comercio entre los dos países, los temas migratorios o la seguridad fronteriza es necesario, pero puede delegarse en las carteras responsables de ellos.

Mal mensaje el que se les transmitió ayer a los venezolanos y al mundo en general con el encuentro en el Palacio de Miraflores. En vez de cohonestar con la que sin la menor duda es una dictadura, lo que le corresponde al Primer Mandatario colombiano es exigirle al régimen que respete los derechos de la oposición, permita unas elecciones transparentes y libres, y deje que sean sus ciudadanos quien escojan el destino que quieren para su país.

Democracia y un Estado de Derecho pleno es lo que Colombia debe reclamar, sin ninguna contemplación, para Venezuela.

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