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La prueba del Covid-19

El coronavirus ha contagiado a más de dos millones de personas en el mundo, y en cada continente ha puesto a prueba los sistemas de salud, la economía y la disciplina de sus habitantes. Pero también ha revelado el acierto y las flaquezas de los gobernantes y el impacto de sus decisiones.

19 de abril de 2020 Por: Editorial .

El coronavirus ha contagiado a más de dos millones de personas en el mundo, y en cada continente ha puesto a prueba los sistemas de salud, la economía y la disciplina de sus habitantes. Pero también ha revelado el acierto y las flaquezas de los gobernantes y el impacto de sus decisiones.

Está de moda culpar a China de todos los males con información simplista y racista, en gran parte falsa, que circula por las redes. Sin embargo, es indudable que su sistema autoritario fue causa de la multiplicación de la pandemia que hoy se extiende por el mundo.

Desde el encubrimiento inicial de las investigaciones sobre el alcance del virus, hasta la falta de información al público, la persecución a los delatores y la manipulación de las cifras de contagio y muerte, el gobierno de Xi Jinping intentó apagar incendios con mentiras. Hoy es claro que cualquier esfuerzo por mitigar la enfermedad debe incluir a China como parte de la solución.

Estados Unidos es actualmente el epicentro mundial de la pandemia. Con una tercera parte de los contagiados y la cifra más alta de muertes diarias, derrumbó su imagen de invencible, de potencia científica y económica. Frente a ello, el presidente Donald Trump, cargado de inconsistencias, se dirige a la prensa a diario con datos poco creíbles e invita a desafiar las políticas de confinamiento de los gobernadores. Con el desempleo creciendo y el colapso de la bolsa en pleno calendario electoral, se niega a poner la ciencia por encima de sus propios intereses. Culpa al mensajero, cancela fondos para la OMS y pelea con los científicos.

Mientras tanto, el sur de Europa, golpeado y encerrado, empieza a abrir cuidadosamente sus puertas. El norte, con menos víctimas, abre los colegios y abastece sus hospitales. Todos se replantean el papel de la Unión Europea.

América Latina, dividida entre tecnócratas y populistas, está amenazada por la pobreza y el hambre. Colombia, Perú, Chile y Argentina hacen lo que pueden para balancear los retos paralelos del desbordamiento del sistema de salud y el colapso económico. Nicaragua, con Ortega desaparecido, no toma medidas, y Bolsonaro incita a los brasileños a salir a la calle y a comportarse como “hombres” mientras ya es el país número 14 en contagios. López Obrador, que cuenta con el sistema más grande de salud pública en la región, enfrenta una crisis masiva de contagios en sus propios hospitales. Y ni hablar de Maduro.

La próxima ola vendrá de África, donde diez países no tienen un solo ventilador. Según la OMS, podría haber 10 millones de contagiados en los próximos seis meses. Imposible el aislamiento social y las precauciones sanitarias en aquellos países que carecen de agua potable, y cuyas condiciones de vida impiden tomar distancia. Medio Oriente, batalla entre el virus y el yihadismo.

El coronavirus es la prueba de buen gobierno. Los líderes razonables logran resultados notables. Nueva Zelanda, Dinamarca, Taiwán, Corea del Sur y Alemania han aplanado la curva, mientras los que mienten, minimizan y no toman medidas lógicas acumulan víctimas y ahondan la crisis. La historia y las cifras dirán la verdad.

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