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Hugo Armando Márquez | Foto: El País

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Sexo, drogas y…

Somos capaces de juzgar las campañas políticas y a los políticos solo por sus descaches, eslóganes, videos, canciones, rimas, titulares, vallas, pero nos da una pereza infinita y somos incapaces de leer completo un programa de gobierno...

23 de septiembre de 2023 Por: Hugo Armando Márquez

Ahora que tengo su atención, me gustaría invitar a que pensemos si de verdad somos críticos desde el pensamiento y la razón con lo que nos ofrecen, tanto en temas programáticos como publicitarios, los candidatos y sus campañas políticas en este 2023.

En Plato, departamento del Magdalena, surgieron un par de las más célebres y comentadas piezas de marketing político de esta contienda. Roger Suárez salió del anonimato con un par de videos que encendieron el debate a nivel nacional: primero con dos mujeres (a menos que se demuestre lo contrario) bailando en ropa interior frente a él y luego su mensaje de que todos llegan a corromperse, pero que él no. Que tal vez sí esté viejo, pero no dañado por la mala praxis política. El segundo viene acompañado es de estupefacientes, alcohol y tarjetas de bancos. Todos elementos muy peligrosos en manos incorrectas, como por ejemplo las de políticos poco confiables.

Y se ha armado un debate de talla nacional sobre estas piezas. Al candidato lo tildan de abusador, depravado, de cosificar a la mujer. Todos los adalides del ‘bien actuar’, el ‘bien pensar’, de la moral perfecta y lo que debe ser el mundo, sus buenas formas, dieron su sentencia. El señor muestra lo que promete no va a hacer, lo representa y lo critica. Pero él es el malo. Ok.

Y las conclusiones no pueden ser más básicas: que Roger Suárez ya podría ser candidato al senado o a la presidencia gracias a la exposición alcanzada, que la polémica aplicada a la publicidad sigue siendo efectivísima y que nuestros procesos de pensamiento y análisis se fijan más en las formas que en el fondo. Es un placer -y casi un orgasmo mental- sentir que se tiene la razón porque se señala la conducta ‘inapropiada’ del otro, sobre todo cuando se puede mostrar su mal comportamiento o malas palabras o malas formas de expresar lo que piensa. Y en este amplio espectro cabemos todos. Señalamos con el dedo inquisidor, poseídos por el espíritu de un argumentador prosopopéyico, que este o aquel son malos y que lo bueno es otra cosa, lo contrario.

Somos capaces de juzgar las campañas políticas y a los políticos solo por sus descaches, eslóganes, videos, canciones, rimas, titulares, vallas, pero nos da una pereza infinita y somos incapaces de leer completo un programa de gobierno, ver en totalidad un debate o sentarse a pensar si las propuestas escritas en un volante o una página web son viables en nuestra comunidad. Elegimos exclusivamente aún con las vísceras, el estómago, el ojo. El cerebro, no gracias.

Como sociedad creemos que los errores y los incorrectos son por ejemplo Camilo Pardo y Camilo Sánchez (con su Fucks News) o Roger Suárez con sus videos de perreo, drogas y senilidad declarada. Nos encanta eso de criticar las malas formas en que otros hacen ver lo mal que está el fondo, pero permitimos que en nuestros corazones y en nuestro día a día sea un paisaje la corrupción, los asesinatos, las violaciones, las promesas incumplidas y las promesas vacías incumplibles que nos atan perpetuamente a seguir siendo un peladero lleno -sobre todo- de inmensos huecos morales y legales.

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